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viernes 29 de marzo del 2024
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Tarde para volver cap. siete

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Al llegar a Madrid, Alex se dirigió al centro de información turística para preguntar por una pensión en la zona céntrica. Le dieron varias direcciones.

Alex no imaginó nunca que pudiera haber tantas pensiones disponibles. Visitó 3, y al final optó por la primera que había visto.

Si bien el baño era compartido, al igual que en todas las demás, la habitación era individual y estaba bastante limpia. Era un cuarto pequeño y no del todo agradable, pero a él le había considerado que era el mejor de los 3.

Bajó en busca de un teléfono público y llamó a Enrique, su ex compañero de trabajo en Ibiza.

- Enrique- había dicho con alegría, - a que no te imaginas quien te está hablando?

- No, no tengo mucha imaginación y no se adivinar, por lo tanto, si no me contestas quién eres, corto- le había respondido de mala forma.

Alex no entendía porqué su compañero le había contestado de tan mala manera y se apresuró a decirle quien era.

- Perdona Alex, perdona la contestación de antes - contestó Enrique honestamente arrepentido por su reacción y tratando de explicarse, continuó - Es que alguien ha estado molestándome en los últimos días con bromas estúpidas y como siempre parecía una voz distinta, creí que se trataba de lo mismo. Te vuelvo a pedir perdón amigo. Desde donde me hablas?-

-He llegado hoy a Madrid, y lo primero que he hecho es esta llamada-.

-Has venido a visitarla o piensas quedarte?- replicó Enrique con entusiasmo y mejor humor

-He venido con la intención de quedarme- respondió Alex en tono más relajado. -Me estoy alojando en la pensión Salomé-.

Enrique se alegró de la decisión de su compañero. Enseguida lo invitó a venir al departamento que compartía con otros dos inmigrantes.

Nunca habían sido grandes amigos, pero tampoco nunca habían tenido ningún desacuerdo importante.

No obstante, saber que conocía a alguien en esa gran ciudad, le producía una cierta tranquilidad.

Cuando por fin encontró la dirección que le había dado su amigo, después de dar unas cuantas vueltas, puesto que era una calle no muy conocida y él todavía no conocía nada de esa gran ciudad, Enrique lo esperaba con una cerveza helada en la mano.

Era un departamento antiguo con un acogedor living lleno de posters, la mayoría de chicas desnudas.

Tenía 3 habitaciones amuebladas que se veían confortables. El baño y la cocina eran amplios y sin reformar.

Estuvieron charlando un largo rato recordando la vida en la isla.

-Así que estás alojado en una pensión- le dijo Enrique. –Supongo que no pensaras quedarte allí?-

-Por supuesto que no- le respondió. -Cuéntame que opciones tengo. Supongo que los alquileres deben ser carísimos-

-Ni lo dudes. Aquí todo el mundo alquila compartiendo los gastos-.

-Y es difícil conseguir que te alquilen si no son amigos tuyos?- preguntó.

-Para nada- le respondió. – La mayoría comparte con gente a la que no conoce. Conozco a alguien que está buscando compañero. Quieres que lo llame y le pregunte si todavía no lo encontró?-

-Por supuesto, no sabes cuanto te lo agradecería- respondió con alegría.

A Alex le pareció una noticia fantástica. Tuvo la sensación que comenzaba bien su estadía en esta ciudad. Se alegró de haber pensado en Enrique antes de partir de Ibiza.

Arreglaron que se encontrarían al día siguiente por la tarde. Enrique le anotó la dirección y le explicó como llegar. Antes de despedirse le preguntó donde podía ir a comer algo. Sólo había tomado un bocadillo en el avión y se sentía hambriento.

Enrique le recomendó el barcito donde iba con frecuencia. -Tienen sólo comida rápida, pero bien preparada-, le aclaró..

Mientras se dirigía al lugar, Alex pasó por un Mac Donald y se tentó con una hamburguesa doble con queso y pepinillos. Después decidió hacer una visita por la ciudad. Estaba maravillado. La primera impresión de Madrid lo tenía asombrado. No se había imaginado una ciudad tan grande, tan luminosa y tan cosmopolita.

Caminó durante varias horas, conociendo sus calles y negocios.

Entró a un bar y pidió un carajillo. Era una bebida típica española que había conocido en Ibiza y que le encantaba.

Estaba un poco cansado y decidió quedarse a disfrutar de su bebida.

Una linda muchachita lo miraba desde la mesa que estaba situada frente a él.

Le sonrió mirándola a los ojos. Ella le devolvió la sonrisa.

-Cómo estás?- le había preguntado, fijando la vista en sus ojos.

-Muy bien- le había respondido, -y tú?-

Fue el comienzo de una conversación que duró más de una hora.

Terminaron yendo a su casa, donde Alex pasó la noche.

Un par de horas más tarde, él tuvo una de sus clásicas pesadillas.

A la chica no le gustó nada, y, por la mañana lo despidió disculpándose, por no volver a verlo. Ya estaba bastante acostumbrado a esta escena. Le había pasado tantas veces en estos dos últimos años, que no le importó.

A la mañana siguiente desayunó en un bar cercano a la pensión.

Esparcidos sobre el mostrador estaban los diarios del día. Tomó uno de ellos y se quedó leyéndolo.

Se detuvo en la sección de empleos y analizó uno por uno, cada uno de los pedidos, valorando sus opciones.

Encontró uno que solicitaba vendedor de ropa de hombres, que le interesó.

Se preguntó cómo se vería él realizando esta tarea. Se rió pensando qué le podría decir a un hombre cuando tuviera que halagarlo.

Pensó que sería mejor la sección de ropa femenina. Allí sí sabría lo que tenía que decir. Él tenía mucha labia con las mujeres. Las conquistaba fácilmente. Además se sabía dueño de una sonrisa encantadora y sabía el efecto que ésta producía sobre ellas.

Sin lugar a dudas que le hubiera gustado más que fuera de ropa femenina, pero muy a su pesar el pedido era para ropa masculina

Pese a que el día anterior había estado caminando mucho, no se había fijado en los nombres de las calles y no sabía como llegar hasta el negocio por lo que le preguntó al camarero. El le respondió que estaba bastante cerca del lugar. Una simple combinación de subte de 2 y 3 estaciones respectivamente, lo dejarían casi frente al local.

Decidió regresar a la pensión y cambiarse la ropa por algo más formal.

Cuando le pareció que el vestuario era el adecuado se dirigió al establecimiento.

Tuvo una entrevista corta. Su entrevistador no tenía cara de buenos amigos. Las preguntas eran simples, personales y directas, por lo que Alex había decidido que sus respuestas tuvieran el mismo tenor.

Cuando terminó le dijeron que le avisarían. Todavía tenían que entrevistar a otras personas. Le pidieron el número de móvil. Alex tuvo que contestar que no tenía.

Eso le causó muy mala impresión a quien lo entrevistaba.- Qué clase de persona no tiene móvil, en esta época? - le preguntó con un tono entre irónico y desconfiado.

Se dio cuenta inmediatamente, que había cometido un error, al decir que no poseía ninguno. Desde que iban al colegio, los chicos ya iban acompañados de su móvil.

Pensó rápidamente en una respuesta que compensara el error.

-Me lo robaron al bajar del aeropuerto, ayer por la tarde- contestó sin titubear tratando de que no notaran su mentira.

-No he tenido tiempo de comprar otro, pero lo haré inmediatamente. Puedo darle el de un amigo, le parece bien?-

El hombre aceptó, no con gesto muy amigable, como si estuviera adivinando la mentira de Alex. Por lo menos eso fue lo que le pareció.

Le dio el teléfono de Enrique y otra vez volvió a alegrarse de haber pensado en él cuando dejó Ibiza y haberlo llamado tan pronto como lo había hecho.

-Tengo que hablarle esta noche sin falta- se dijo al salir de la oficina - pero antes, tengo que comprarme un móvil-.

Ya no tenía miedo de tener uno.

Por la noche, le explicó a Enrique lo que le había sucedido .Este se rió con ganas.

-Por supuesto, amigo- le contestó, -eres el bicho más raro del universo al negarte a usar móvil-.

-Pues ya no me niego, acabo de comprarme uno. Te daré mi número para que me avises si tienes alguna noticia-.

-No puedo creer que al fin hayas aceptado comprarte uno!!! -Dijo asombrado Enrique.

-Pues ya lo he hecho, y si quieres anotar el número, puedes comprobarlo, llamándome-.

Enrique tomó nota del teléfono de y prometió llamarlo si tenía alguna novedad.

Por la tarde del día siguiente, Alex fue a ver el departamento que le indicara Enrique.

Estuvo de acuerdo con el precio. Se dirigió inmediatamente a la pensión en busca de su maleta, saldó su deuda y se mudó sin perdida de tiempo.

Era un departamento muy similar al que vivía Enrique. Su habitación era la última del pasillo. Era pequeña, pero estaba bien amueblada y sobre todo, tenía un placard cómodo donde Alex podría colgar su ropa con holgura y no en las condiciones que lo había hecho los últimos dos años.

Durante los dos días que pasaron, hasta que Enrique lo llamó para avisarle que lo citaban para una segunda entrevista para el puesto de vendedor al que había aplicado, estuvo leyendo los diarios que encontraba en los bares donde iba a desayunar, en busca de un empleo. No quería volver a tener un trabajo de camarero, por lo que sólo se presentaba a los avisos que le parecía que se ajustaban a su capacidad. Se sabía bastante hábil ya con el idioma pero no con la ortografía.

Se presentó en todos aquellos que le parecieron convenientes, pero no lo habían vuelto a citar en ninguno.

Cuando concurrió a esta segunda entrevista, se sintió más seguro y aplomado y pudo demostrar con facilidad su carisma y simpatía. Lo primero que hizo fue decirle a su entrevistador que ya tenía nuevamente celular.- Por lo menos hasta que vuelvan a robármelo, puedo darle el número- le dijo con una sonrisa compradora, y sintió que esta vez si, había solucionado el problema.

Alex comenzó a trabajar a la semana siguiente.

Había dos compañeros más en la sección de ventas, ambos españoles, que lo miraron con indiferencia, pero sin desprecio. Alex supuso que no iba a encontrar a dos amigos en ellos. Y no se equivocó. Jamás lo fueron.

Todos los días, al entrar y salir de su trabajo, se encontraba con una linda muchachita que le sonreía al verlo.

Al cabo de una semana pensó que ya era tiempo de invitarla a tomar algo.

-Hola- le dijo al cruzar la puerta cuando salían del negocio, después de haber terminado su turno.

-Hola- fue la respuesta de ella acompañada de una hermosa sonrisa, lo que le dio pié a Alex a preguntarle si le gustaría ir a tomar algo.

Ella aceptó y ese fue el comienzo de su relación. La muchachita era Mabel.

Paradójicamente, ella trabajaba en la sección de ropa femenina, la sección para la que le hubiera gustado aplicar.

Ella también alquilaba un departamento compartido con otras dos chicas.

No les gustaba mucho sus compañeras, pues ambas se drogaban y bebían, y eso le desagradaba mucho. Sobre todo porque solían traer distintos compañeros por las noches que también se emborrachaban y drogaban y eso la atemorizaba además de ser una acérrima enemiga de ambas cosas. Pero el precio era bueno y estaba muy próximo a su trabajo.

Durante un mes Mabel y Alex salieron juntos casi todos los días. Se esperaban a la salida del trabajo. Tenían largas horas de conversación.

Iban a bailar con frecuencia por las noches y Alex generalmente terminaba borracho, cosa que disgustaba mucho a Mabel.

Nunca lo vio fumar marihuana, pero podía oler su característico aroma en su ropa, y en su pelo.

Mabel veía una intensa tristeza, un gran pesar detrás de la encantadora sonrisa de Alex. Algo había en su interior, que él trataba de disimular. Ella podía presentirlo. Por eso se quedó a su lado pensando que podía ayudarlo y hacerlo salir de su adicción.

Siempre había tenido tendencia a querer ayudar a las personas con problemas. Ella sentía que esas personas emanaban algo que atraía su sensibilidad, y que no podía abandonarlas. Sólo un dolor que le había partido el alma en dos hizo que se alejara de su novio en Uruguay. Aunque Mabel podía entender que su novio se acostara con su amiga en algún momento de su estado anímico negativo, no podía superarlo como para querer permanecer a su lado. Podía perdonarlo pero nada más.

Habían pasado cinco meses desde aquel día fatídico y ahora, Mabel sentía que nuevamente alguien que estaba muy solo necesitaba ayuda y ella haría todo lo que pudiese para brindársela.

Si algo le sobraba a Mabel, era paciencia para entender.

La primera noche que pasaron juntos Alex no tuvo pesadillas, pero no sucedió lo mismo la segunda.

En mitad de la noche, Alex comenzó dando repetidas patadas a Mabel, quien se despertó asustada, y sin entender lo que sucedía.

Él dio un respingo en la cama y se sentó. Tenía los ojos desorbitados y no cesaba de gritar -No puedo, No puedo, No puedo-.

Mabel no sabia que hacer. Se dio cuenta que estaba dormido, pues su vista estaba perdida en la nada.

Temió que si lo sacudía pudiera hacerle daño. Optó por abrazarlo fuertemente.

Alex se despertó ante la presión de su abrazo.

La vio a su lado y comprendiendo que había tenido una de sus clásicas pesadillas, se tranquilizó y se abrazó fuertemente a ella.

Se asombró al ver que Mabel no parecía asustada por la situación, al contrario, seguía abrazándolo con fuerza.

Comenzó a besarla, dulcemente primero, y, apasionadamente después.

Hicieron el amor a las 3 de la mañana. Después, ambos se durmieron profundamente.

A la mañana siguiente, mientras se dirigían a sus trabajos, Alex le pidió disculpas por lo sucedido en la noche anterior.

Tuvo miedo que Mabel le dijera, al igual que todas las otras chicas que había conocido, que ya no quería dormir con él, aún pese a la reacción de ella de la noche anterior. En cambio, sintió nuevamente su apoyo incondicional.

Siguieron conversando del tema durante todo el trayecto.

Mabel le preguntó si sabía porqué, tenía esas pesadillas.

-No- le dijo. -Comenzaron cuando llegué a Ibiza. Supongo que tendrán que ver con las cosas malas que te suceden en la vida- fue la explicación que se le ocurrió a Alex en ese momento.

-Si no sabes la causa, lo mejor sería que lo consultes-. Ella lo incitó a que visitara a un psicólogo, o que le preguntara a su médico cual podría ser la solución.

Tenía suficiente experiencia vivida para pensar que estos trastornos podrían ser el inicio de alguna enfermedad.

Alex le dijo con determinación, un poco en sorna, un poco molesto, que el no creía en los médicos, por ende, muchísimo menos en los psicólogos.

Mabel recordaba cuánto le había costado a su ex novio aceptar consultar con un médico y se dijo a si misma, que fuera paciente, que no quisiera apurar las cosas si quería obtener resultados

Las pesadillas siguieron sucediéndose aunque no todas las noches.

Mabel le aconsejaba a Alex que dejara de beber y de drogarse, que a lo mejor eso mejoraría la situación.

Alex le contestó que él sentía cierto alivio con ambas cosas.

Mabel trató de hacerle entender que estaba equivocado, pero también aquí se dijo para sus adentros, que tuviera paciencia.

En ese momento fue cuando decidió proponerle que cada vez que tuviera una pesadilla se abrazara fuertemente a ella, asegurándole que encontraría mucho mas alivio de esta forma, que recurriendo al alcohol y las drogas. Alex no podía creer que había encontrado, por fin, a alguien que lo aceptara como era.

Pensó en contarle todo lo que le había pasado, pero no se animó, no porque pensara que podía denunciarlo,( sabía que jamás haría eso) sino por temor a asustarla.

Pero, principalmente tenía la certeza que no podía romper la promesa hecha a sus padres. Recordaba lo tajante que habían sido al decirle: -La historia tiene que ser absolutamente igual para todos. Sin excepción. Sin excepción significa que no importa si a la otra persona le estás haciendo daño al mentirle. Tienes que hacerlo!- Y aunque esa otra persona era alguien que le importaba mucho, tenía que seguir con su mentira, cumpliendo con el pacto de silencio. Era lo menos que podía hacer por sus padres a cambio de todo lo que ellos habían hecho por él.

Por eso cuando ella le preguntó por sus padres le dijo que habían tenido una gran discusión con ellos por lo que su relación estaba de alguna manera “en suspenso”. Que eso había provocado su alejamiento y su decisión de irse del país. Le dijo que él los llamaba de vez en cuando para saber como estaban y contarles que estaba bien, pero que por el momento la situación no tenía salida. Le pidió también que no le preguntara más sobre el tema porque le dolía demasiado y no quería hablar sobre ello.

Mabel interpretó todo esto como que Alex probablemente había tenido una historia de abusos y maltratos en su infancia y decidió respetar su silencio. Cuando él estuviera dispuesto a hablar, ella estaría allí para escucharlo, comprenderlo y apoyarlo y se prometió a si misma no hacer nunca más una referencia al respecto. Y la cumplió.

Ella en cambio le contó con toda sinceridad las causas que la habían empujado a dejar su país. Se lo contó casi sin tristeza. Cuando se dio cuenta que le había resultado muy fácil hablar del tema de su ex novio y su amiga, comprendió que no sólo los había perdonado sino también que de verdad no guardaba ningún rencor hacia ellos. Y eso la alegró muchísimo.

No pasó mucho tiempo hasta que se fueron a vivir juntos

Alquilaron un pequeño apartamento al que decoraron, sin invertir mucho dinero en ello, con gusto y sobre todo con mucho colorido.

Poco tiempo después que Alex llegara a Madrid, Enrique lo llamó para invitarlo a una fiesta de despedida.

-Hola amigo- le dijo,- te gustaría venir esta noche a una fiesta con muchas cervezas y chicas espectaculares? Hasta habrá stripers. Te sumas?-

-Por supuesto, tu invitación suena genial, y si bien estoy casi comenzando una relación sentimental, todavía no ha pasado nada entre ambos, así que tengo toda la libertad del mundo para ir. Y a que se debe tanto festejo?-

-Es que me voy de Madrid. No aguanto este clima. Este verano ha sido sofocante. Y me comentan que todos son iguales. Y ahora, todavía no ha comenzado el invierno y el frío es intolerable. En Ecuador estaba acostumbrado a un clima tropical. No tuve inconvenientes en Ibiza para adecuarme, porque casi no había diferencia, pero aquí chico, no lo logro. Además ya me han aclarado que va a haber nieve. Y mucha y por mucho tiempo. Y que suele haber tormentas fuertes. No evalúe todo esto cuando elegí venir aquí, pero no es para mí-.

-Y adonde irías ahora? Volverías a Ibiza?-

-No, me han hablado de Tenerife. Dicen que en el sur el clima es maravilloso, que el verano es a veces muy caluroso, pero tolerable y que el invierno es mejor que el de Ibiza. Además casi nunca llueve. Y como si esto fuera poco, me han dicho que hay mucho trabajo disponible-.

-Suena muy bien lo que estas diciendo-.

-No pienso cambiar mi número de móvil. Cuando quieras probar, sólo llámame y te comentaré como está la situación, te parece?-

-Me parece. A que hora es la fiesta-.

-Tú llega cuando puedas, pero calculamos que comenzará a partir de las ocho de la noche-.

-Allí estaré. Tengo que llevar algo?-

-No repartiremos los gastos entre todos. Te espero-.

Y por supuesto que no faltó y disfrutó de la noche y la orgía como todos.

Al día siguiente, llegó tarde al trabajo. Tenía una fuerte cefalea pese a haberse tomado su paracetamol.

Después del mediodía comenzó a sentirse mejor lo que lo alegró mucho, porque no quería que a la salida, cuando se encontrara con Mabel, ella lo viera mal.

Alex nunca se olvidaba de llamar a su tío John. Seguía haciéndolo con la misma regularidad de siempre. John desde hacía ya un tiempo, había notado que Alex estaba muy distinto y le preguntó sobre el cambio.

Se animó a decirle que se había mudado a Madrid, que tenía un empleo con nómina que lo había obligado a abrir una cuenta bancaria, y que tenia móvil desde hacia cuatro meses. Y agregó que durante ese tiempo, no había tenido ningún inconveniente.

Le dio el número a su tío para que pudiera llamarlo cuando quisiera.

-Hazlo tranquilo tío- le había dicho con total convicción. -Estoy completamente seguro que puedo vivir en España con total libertad, que ya no necesito ser invisible-.

Le contó también de su relación con Mabel y como poco a poco, gracias a su ayuda estaba intentando alejarse del alcohol y las drogas.

John no tardó en darle las buenas nuevas a sus padres, quienes por primera vez de mucho tiempo sintieron que las cosas se estaban encaminando nuevamente para su hijo.

En la siguiente llamada, su tío le propuso que analizara la posibilidad de estudiar filología inglesa.

-Si te decides, piensa que yo podría ayudarte cuando te recibas. Dominas bastante el español y no te resultará complicado el estudio. Inténtalo y verás- le había dicho con mucho entusiasmo.

A Alex le gustó mucho la idea. Cuando volvió al departamento se lo contó a Mabel. Ella se entusiasmó más rápidamente que él y le propuso que ambos hicieran la carrera juntos.

-Será espectacular estudiar juntos Alex- le había dicho Mabel. Tú me corregirás la gramática inglesa y yo haré lo mismo con la española.

-No podríamos formar un dúo mas completo. Sobre todo, porque entre gramática y gramática, podemos empezar besándonos y terminar juntos en la cama. Qué te parece?-

Alex asintió con un beso. La idea de su tío no estaba mal, pero la de Mabel le pareció fantástica.

Fueron a averiguar los planes de estudio a la universidad Complutense de Madrid y a la UAH de filosofía.

Trajeron los planes de ambas facultades para leerlos con tranquilidad en la casa. En la primera la carrera duraba 5 años y en la segunda 4.

Compararon los planes y optaron por la Universidad Complutense.

-Si vamos a hacer algo, hagámoslo bien- había dicho Mabel con mucho entusiasmo.

Ya no somos adolescentes, que harían cualquier cosa, por obtener un título con el menor esfuerzo posible.

Pero somos lo suficientemente jóvenes como para tomarnos todo el tiempo necesario. Alex estuvo completamente de acuerdo. Su novia tenía un excelente razonamiento.

Comenzaron a prepararse para las pruebas. Mabel cumplía estrictamente con lo convenido. Cuando se sentían cansados de estudiar, comenzaba dándole un beso en la boca y terminaban en la cama.

Se presentaron a las pruebas de acceso a la universidad en el primer curso que se abrió. Aprobaron sin esfuerzos, aunque no con notas muy elevadas.

John llamaba a su hermano cada vez que tenía alguna novedad de Alex. Cleve y Kelly estaban sumamente felices. Desde hacía un tiempo todas las noticias que recibían de su hijo eran buenas. Eso hacía menos triste la distancia.

Después de dar los exámenes decidieron ir a visitar a su tío John a Barcelona.

Allí se habían informado sobre todo lo relacionado a su estudio, y recolectaron muchísimo material, que les había facilitado su tío.

John se sentía feliz al ver a su sobrino y su novia tan entusiasmados. Que alguien quisiera estudiar lo mismo que a él le apasionaba, siempre lo ponía contento ya que a su hijo nunca le había gustado la idea de estudiar esta carrera.

Les prometió toda la ayuda que pudiera brindarles. Habló con muchos de sus conocidos hasta obtener una beca de estudio para uno de los dos.

-No pude conseguir dos becas- les dijo, pero una les facilitara bastante la economía-.

Alex y Mabel estaban agradecidos y contentos y pusieron todo su entusiasmo en hacérselo saber a John.

Alex no había tenido muchas oportunidades de conocer a su tío.

Sólo cuando iban de vacaciones a visitarlo, o cuando por el contrario, élvenia a visitarlos a Inglaterra.

Le había parecido siempre que a su tío no le importaba mucho su familia. Que se consideraba superior a su hermano, por ser un profesional.

Hoy se daba cuenta cuan equivocado había estado. De ninguna manera se consideraba superior por ser profesional, y mucho menos menospreciaba a su hermano por no serlo.

Estuvieron todo el fin de semana en Barcelona. El tío los llevó a conocer los alrededores.

Fueron a Cadaquez a visitar el museo de Dalí.

Se quedaron maravillados con La Sagrada familia, de Gaudí.

No podían entender, cómo, una obra de esa magnitud y esa belleza no encontraba quien le financiara su acabado.

Ambos vinieron maravillados con todas las obras de Gaudí en general.

La que más les había impactado a los dos, había sido La Pedrera.

Era tan extraordinariamente rara, pensaron, que su belleza superaba toda esa rareza.

Volvieron a Madrid con la certeza de no estar tan solos en ese país. Habían encontrado una familia.

Cuando ya había comenzado con sus estudios Alex se animó a llamar por primera vez a sus padres.

Se sentía tan seguro en este país! Se movía tan libremente en él, que no pensaba que pudiera existir algún peligro.

Cuando Kelly atendió el teléfono y reconoció la voz de Alex, se quedó impactada. No esperaba esa llamada pero Dios sabe cuanto la necesitaba!. Escuchar la voz de su hijo al otro lado del teléfono fue como recibir un regalo directo de las manos de Dios. No pronuncio su nombre cuando con voz trémula y entrecortada por la emoción le dijo –cómo estás?-. No sabía bien que preguntarle. No sabía si podía hablar con libertad. Nunca supo si sus teléfonos habían sido intervenidos.

Alex, en cambio, sin ningún temor le preguntó –Cómo estás mamá?-

Kelly seguía sin querer pronunciar su nombre. –Desde donde me llamas?- fue lo único que se atrevió a decir.

-Desde Madrid, mamá. Por favor no tengas más miedo. Háblame con tranquilidad. Han pasado 3 años. No creo que los teléfonos estén intervenidos todavía, si es que lo estuvieron alguna vez-

-No puedo hablar, no esperaba que me llamaras y me siento paralizada-

-Te entiendo mamá. Hace mucho tiempo que estoy pensando en hacerlo y por supuesto el miedo lo fue retrasando. Pero hoy, decidí que iba a llamarte y lo hice. La idea es convencerlos para que vengan a visitarnos.-

-Te parece? -.

-Me parece. Estoy convencido que la policía no puede estar tanto tiempo sobre mi pista. Por favor, habla con papá y convéncelo. No saben cuánto necesito verlos!-

-Nosotros también lo necesitamos hijo.-

Siguieron hablando hasta que Alex hizo que Kelly se sintiera tranquila por la llamada y convencida que podían viajar a España.

-Te llamaré nuevamente en dos días para que me digas cuando piensan venir-

-Estaré esperando tu llamado-.

La siguiente vez que habalron Kelly estaba más relajada. No la habían citado de la comisaría por lo que deducía que la conversación que había mantenido con su hijo no había sido escuchada.

Le contó que a su padre, en un primer momento, le había parecido una locura no solo la llamada sino la propuesta, pero al ver que con el paso de las horas no recibían ninguna citación para declarar, se fue tranquilizando.

Había hablado en su trabajo y le habían concedido tanto a él como a Bob las vacaciones por lo que a fin de mes irían a Madrid.

-Hoy va tu padre a comprar los pasajes. Cuando lo haya hecho te daré la fecha exacta

y la hora y número de vuelo. Dame tu número. Yo te llamaré- le había dicho su madre.

Alex tuvo que explicarle la mentira que le había contado a Mabel con respecto a su relación. –Ahora le diré que hemos hecho las paces y que vendrán a visitarnos. Odio mentir a la mujer que amo, pero no tengo otra opción por el momento. No se si ella podría entender todo lo que pasó y temo tanto perderla! No sabes lo que significa en mi vida, mamá.-

Continuaron hablando durante un largo tiempo. Ambos necesitaban contarse tantas cosas!.

Al día siguiente Kelly les confirmo la fecha y el vuelo.

Aunque todavía no tenían vehículo propio, ambos fueron a esperarlo al aeroperto.

Fue en este momento cuando Kelly conoció a Mabel y todo lo que había hecho y seguía haciendo por su hijo.

Pocas horas después de su llegada Mabel estaba absolutamente segura que Alex no había sufrido nunca ni abusos ni maltratos. La actitud de sus padres era afectuosa, comprensiva y llena de calidez y ternura. De ninguna manera tenían aspecto de padres maltratadores, por lo que dedujo que la causa que había alejado a Alex de su hogar era definitivamente otra. –Algún día se animará a contármela pero si eso no ocurre, es parte de su pasado y yo lo único que tengo que tener en cuenta es su relación actual con ellos- se dijo con convicción.

Los Gudez jamás habían estado en Madrid. Cada vez que iban a España, se quedaban en la casa de John por el tiempo que duraban sus vacaciones.

Por eso se dedicaron a salir casi todos los días.

Todos pudieron ver a Alex tan feliz que sintieron que todo lo pasado se desdibujaba en sus memorias para dar paso a este presente.

Compartieron dos semanas muy intensas.

Bob volvió a reencontrarse con su hermano. Había terminado el instituto y decidido que no quería seguir estudiando, por lo que se había empleado en el negocio donde trabajaba su padre. Alex trató de hacerle entender que era un error que abandonara sus estudios, pero Bob ya no era el hermanito menor que hacia caso de sus consejos.

Les costó mucho separarse nuevamente, pero ahora sabían que podían volver a verse y llamarse por teléfono directamente, sin usar de intermediario a John y enviarse mail.

La distancia física que los separaba ya no se sentiría con tanta intensidad.

El contacto a través de Internet, sobre todo usando la cámara web, permitía a todos estar permanentemente al tanto de las actividades diarias de cada uno.

Que diferente se sentían ahora los padres y su hermano.

Ya no tenían lacónicas noticia del perrito, sino larguísimas conversaciones personales. Bob le contó a su hermano que estaba de novio en serio por primera vez.

-De verdad, es la primera vez que quiero estar solo con una chica- le había dicho.- Me resulta extraño, porque me gustaban las aventuras cortas, pero estoy muy feliz a su lado-. A Alex lo puso muy contento la noticia.

Conoció a su novia por Internet. Le pareció una chica muy dulce pero, comparada con Mabel, tuvo la impresión que le faltaba algo. Debe ser que hay un algo indescriptible en Mabel, eso que he oído que muchos llaman “esencia latina” que hace que las palabras, los abrazos, los besos sean diferentes. Se alegró que él pudiera disfrutar de esa esencia.

Cuando terminó la conexión con ambos, se alejó del ordenador para ir a darle un beso y encontrar ese algo que siempre estaba a su disposición. Y nuevamente Alex le dio gracias a la vida por haberle puesto en su camino a Mabel.

Al año siguiente los padres volvieron a visitarlo, esta vez sin Bob.

Mabel había tenido que viajar de urgencia a Uruguay pues su padre, que padecía de cáncer linfático, se encontraba muy mal.

Kelly lamentó muchísimo no poder volver a conversar con Mabel. Realmente quería a esa chica! Y pese a que había querido mucho a Sophie, sentía una inmensa felicidad al pensar que ahora era Mabel la que compartía la vida de su hijo.- Definitivamente, no tengo ninguna duda que me gusta más Mabel-. Se lo hizo saber a su hijo, quien con una sonrisa y un beso le dijo: -gracias mamá-.

Pero el hecho de que ella no estuviese provocó una situación muy provechosa para Cleve, Kelly y Alex.

Pudieron hablar con tranquilidad sobre todo lo vivido en los años que Alex pasó en Ibiza. Quisieron recuperar el tiempo perdido sin comunicación directa.

Los padres no podían creer cómo su hijo había caído en un pozo tan profundo en Ibiza! Cómo había permitido que su entorno y las drogas hubieran hecho estragos en él!

Alex ni siquiera intentó disculparse, pero recordó aquella mañana en la que despertó desnudo junto a su compañero y pensó que si a sus padres les costaba tanto entender lo de las drogas no quería ni siquiera imaginar lo que les habría costado entender eso. Sobre todo a su padre. Les habló mucho sobre sus frecuentes pesadillas del las cuales ambos estaban al tanto pues Mabel se lo había comentado a Kelly, con lujo de detalles, el año anterior.

Les dijo que casi siempre estaba Sophie en ellas, que algo terrible le pasaba que le hacía clamar por su ayuda, ya que por distintas situaciones, porque no siempre era exactamente el mismo sueño, él no lograba ayudarla.

Les preguntó a sus padres si sabían algo de ella. Le respondieron que después de haberle contado lo de su ingreso a la secta, jamás habían vuelto a comunicarse. Lo mismo había sucedido con Pete.

Alex supuso que estarían lo suficientemente enojados con él como para poder interesarse sobre su vida. Jamás imaginó lo que en realidad había pasado. Cómo podía imaginarlo!

Como siempre sus padres se fueron con la eterna tristeza que provoca la separación, pero muy contentos por el tiempo compartido, por todo lo que habían conversado y sobre todas las cosas, por dejar a su hijo tan alegre después de todo lo que le había tocado vivir.

Mabel regreso de su viaje dos días después de la partida de sus padres.

Ella también lamento no haberlos podido ver. Le gustaba mucho Kelly, le encantaba hablar con ella. A través suyo Mabel había conocido muchas cosas acerca de Alex, sobre su infancia y juventud.

Alex la encontró mucho mejor de lo que esperaba.

Su padre había experimentado una de esas raras mejorías que a veces tienen los pacientes cancerigenos y que ni los médicos logran explicar cómo sucede.

Mabel sabía que tenía los días contados, pero agradecía a Dios este tiempo de regalo que había querido ofrecerle.

Lo había dejado bastante animado.

Había encontrado a su familia apesadumbrada cuando llegó a Uruguay, puesto que todos pensaban que eran los últimos días juntos pero, para cuando regresó a Madrid, esa tristeza se había transformado en alegría, provocada por la esperanza que despertaba su mejoría.

Eso le parecía un verdadero regalo de la vida. Y Mabel lo agradecía, sobre todo porque su padre no tenía dolor.

Tuvo que ponerse al día con sus estudios. Alex le tenía una compilación de todas las tareas que se había perdido mientras estuvo fuera.

Estaban cada vez más contentos con haber tomado la decisión de seguir esta carrera. No les resultaba muy difícil a ninguno de los dos, y verdaderamente se ayudaban mucho mutuamente con la gramática.

Había pasado casi un año cuando Mabel recibió la noticia de que su padre había empeorado. Como sabía que esto iba a suceder, ella había reservado sus vacaciones para esta eventualidad, por lo que viajó inmediatamente. No tenía ninguna esperanza que esta vez su padre mejorara como lo había hecho el año pasado, por eso cuando

se despidió de Alex en el aeropuerto, lo hizo en medio de un llanto ahogado. Él trató de reconfortarla, pero es difícil encontrar palabras que atenúen el dolor que provocan estas situaciones. Como siempre utilizó el beso para consolarla. Y como siempre también funcionó.

La vio partir y pensó que tal vez él debería haberla acompañado. Por otro lado pensaba que estas situaciones son para vivirlas en familia, en forma privada, y aunque él fuese su pareja, no conocía a ninguno de ellos. Además, hacía tiempo que venía elaborando una idea.

Tampoco se había tomado vacaciones ya que ambos lo hacían juntos, así que supo que había llegado el momento de ponerla en práctica. Tendría que decidirse a viajar a Inglaterra.

-Un día tiene que ser, no puedo vivir toda mi vida huyendo- se había dicho sin comentarle nada a Mabel. -Tengo que intentarlo algún día- se repitió convencido -y el mejor momento será cuando ella vaya a Uruguay.-

Tenía que ir solo por si lo detenían en la aduana. Hubiera sido terrible para Alex que lo arrestaran frente a Mabel.

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