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viernes 29 de marzo del 2024
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Intolerancia. 2

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Cuando sintieron que pese al protector, el sol estaba haciéndose sentir demasiado sobre sus cuerpos decidieron volver a la habitación y retomar la tarea que habían comenzado cumplido fantásticamente antes de quedarse dormidos, es decir, hacer el amor.

Al anochecer bajaron a cenar en el mismo restaurante del hotel. Tomaron una cena liviana consistente en vegetales y pescado a la parrilla y luego se fueron a bailar.

Bailaron casi hasta el alba. Agotados decidieron volver a la habitación a descansar. Esta vez no tenían fuerzas para seguir haciendo el amor y se quedaron profundamente dormidos apenas se acostaron.

A la mañana siguiente, mientras desayunaban, estuvieron analizando la conveniencia de ir o no a conocer Capadocia. Cuando habían estado en la agencia haciendo los preparativos del viaje les había parecido una idea estupenda, pero ahora viendo los hermosos días de sol que estaban haciendo y el encanto que tenía permanecer en el hotel disfrutando de la playa, y de un mar maravilloso y sereno, y de una tranquilidad absoluta, ya no les parecía tan buena.

Mi madre vive, podríamos decir aquí enfrente, puesto que está en la otra orilla. Algún día, cuando nazcan nuestros hijos, tarde o temprano se darán cuenta que tienen que volver sobre sus pasos, si no quieren además perderse a sus nietos, y entonces nos será muy fácil ir a conocer la Capadocia que tanto te interesa a ti, no lo crees? Hoy seria una verdadera pena perdernos este mar,- dijo Seba.

-Estoy totalmente de acuerdo con lo del mar, pero,,,,,,, ¿crees de verdad que algún día mis padres y tu madre cambiaran de parecer y querrán aceptar nuestra relación y conocer a nuestros hijos? Yo pensaba que todo podía ser posible hasta el día de nuestra boda. Hoy, al ver que no vinieron a compartirla con nosotros, no creo que alguna vez las cosas sean diferentes. Y no olvides además, que ese ha sido el motivo principal de la discusión, -le respondió Tati

-Lo se, pero cuando nuestros hijos estén en este mundo, cuando no sea sólo un tema a charlar sino una realidad que puede verse, tocarse, olerse y disfrutarse, estoy seguro que cambiaran de opinión. Ambos. Han sido excelentes padres, no van a perderse la felicidad de los nietos, dijo convencido de sus palabras Seba.

-Ojala tengas razón en esto. Aquí soy yo la que duda. Es que nunca vi a mi madre tan enfadada! pero tampoco nunca creí que no viniera a nuestra boda –dijo Tati mientras la tristeza que provocaba ese recuerdo se reflejaba en su rostro.

¿Cuantos años hacía que mi madre era amiga de la tuya? Más de 30 años! Nada, ni la distancia ni la familia habían logrado separarlas y supongo que habrán tenido muchas controversias a lo largo de sus vidas. Sin embargo nuestra relación no sólo provocó enfado sino encono y ¡qué encono! Y eso por no usar una palabra tan fuerte como “odio”.-

-No quiero recordarlo. Jamás había oído a mi madre decir las cosas que me dijo en esa oportunidad,- dijo Seba, mostrando un gesto de incredulidad.- Jamás esperé escuchar lo que escuché. No me daba ninguna oportunidad a replicar. Era lo que ella decía y nada más.-

-En casa fue mas o menos lo mismo. Mi madre estaba tan enojada por lo que le había dicho la tuya, que era como si un velo cubriera sus ideas y le impidiera pensar. Tampoco a mi me dejaba dar razones. Sólo las suyas eran válidas. Por eso, no se si será tan fácil que cambien de opinión, -dijo Tati con un gesto no sólo de tristeza sino de dolor pensando que su madre jamás la perdonaría. Ni su madre ni su padre! Uhm, si que lo dudaba!.

-Yo nunca he dicho que será fácil. Desde que comenzaron los problemas, ambos sabíamos que nos íbamos a enfrentarnos a una situación difícil, aunque ninguno de los dos supuso que las cosas se saldrían tanto de su cauce como lo han hecho. Parecería que fuéramos los primeros y únicos hijos que se encuentran en una situación como la nuestra, acotó Seba.

Lo que yo digo, y de eso si estoy convencido, es que cuando nuestros hijos nazcan cambiaran de opinión. No van a poder resistirse a sus encantos.

Será mejor que olvidemos un poco todo esto que nos entristece. Recuerda lo que nos hemos prometido en relación a estos días, dijo Seba, que ya estaba sintiendo que los recuerdos estaban empañando el presente.

-Por supuesto que no lo olvido. Esta siempre presente en mi mente. No me gustaría que nada ni nadie nos impidiera grabar estos días, tal como lo hemos imaginado. Igualmente falta tanto para que nuestros hijos lleguen! No olvides que tengo que terminar la universidad y eso me llevará por lo menos dos años más y luego la tesis puede llevarme otros dos años. No podría trabajar aunque sea un trabajo part time, estudiar y atender a un bebé- acotó muy segura de lo que estaba diciendo y convencida que era una cuestión irrefutable. Me parece mentira que yo esté hablando de tener un hijo! Tan convencida estuve toda mi vida que no lo tendría! Cuánto me has hecho cambiar!.

-Por supuesto que falta, ….. no se si tanto como lo acabas de pintar, pero si,----tienes razón,- dijo Seba como si estuviera razonando lo que había dicho Tati y entendiendo que tenía razón, - falta bastante-.En cuanto a lo que te he hecho cambiar, cómo lo consideras? Para bien o para mal?

-Vamos, no digas tonterías. Sabes muy bien que estoy encantada con el cambio. ¿Que te parece si vamos a nadar? -dijo Tati con mucha alegría mientras se levantaba de la silla incitándolo a hacer lo mismo.

-Si, olvidemos a todos aquellos que pueden interferir en nuestra felicidad. No les demos cabida a ninguno. Las cosas sucederán como tengan que suceder. Mejor no adelantarse a los hechos.- Y corriendo y riendo, ambos fueron a la playa, se sacaron la ropa y se zambulleron en el mar, sin recordar que acababan de desayunar.

Durante el resto de ese día y el siguiente reiteraron la misma rutina. La tercera noche de su estadía se quedaron bailando hasta muy tarde. Llegaron más exhaustos que de costumbre y como las noches anteriores se quedaron profundamente dormidos. Habían bebido también más de lo habitual.

Cuando al día siguiente Tati se despertó y miró la hora, pegó un brinco en la cama. Eran las dos de la tarde! Cómo podían haber dormido tanto! Como era su costumbre le susurró al oído a Seba:- mi amor, aunque no quieras creerlo son las dos de la tarde. Nos estamos perdiendo la playa y los días van pasando y ya nos quedan muy pocos para disfrutar-.

Seba se sentía adormilado y bajo los efectos secundarios que, el alcohol, deja al día siguiente y no le pareció buena idea despertarse.

- Déjame dormir un ratito más. Sólo un ratito. Tendremos tiempo de ir a la playa. Por favor, mi amor, un ratito- se lo dijo en un tono tan suplicante que Tati no pudo replicarle..

Se quedó a su lado en silencio. Se sentía mareada y nauseosa. -No volveré a beber tanto nunca más!. Mientras estoy bailando no me doy cuenta de la cantidad que estoy ingiriendo, pero ahora no me gusta sentirme así. Me parece tonto- pensó Tati.

Media hora más tarde Seba empezó a dar señales de querer despertarse.- Vamos dormilón- le susurró. -Creo que ya es hora. Has dormido bastante-.

Lo se. Pero es que me siento tan cansado!. Es como si hubiera estado trabajando días enteros sin descansar. Creo que no voy a volver a beber más tanto como anoche,- dijo como retándose a si mismo.

-Estaba pensando exactamente lo mismo mientras tú dormías. Me parece una tontería que al otro día tengamos que sentirnos tan mal. Tengo una jaqueca horrible- le contestó Tati.

-También yo. Que te parece si vamos primero a la playa y luego comemos algo? El agua nos va a refrescar la mente, no te parece?- le dijo riendo Seba.

-No creo que nos refresque la mente-, dijo Tati burlona –pero seguro que nos ayudará a sacarnos esta modorra tan molesta de encima. Me parece una magnífica idea ir al mar antes de comer- dijo mientras descorría las cortinas de la habitación pues le encantaba ver como entraba el sol por la ventana. Pero cuan grande fue su sorpresa cuando se encontró con un dia nuboso y una llovizna tenue pero persistente

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