Había hace muchos años había un anciano sabio que estaba con su nieto charlando a orillas de un arroyuelo cerca de su humilde casa. De repente la abuela solicitó ayuda para poder terminar de hacer el guiso para la comida del día, y sugirió que sería buena idea adentrarse en el bosque a buscar setas.
Por encargo de su abuelo, quién se quedó en la orilla esperando que el jovencito regresara de su tarea, Joel fue al bosque en busca de setas para la comida. Como ya era algo mayor ya no precisaba ir acompañado para realizar la tarea.
Joel se adentró en el bosque y sin saber mucho qué hacer recordó en todo momento los consejos que le había estado contando su abuelo desde que era muy pequeño en forma de cuento. De repente encontró una bifurcación en un camino y se adentró en un pequeño paraje donde había muchas flores y tintineantes cascadas. Al observar todo el paisaje se dió cuenta que había unas muy bellas, grandes y de hermosos colores con las que llenó su cesta, ya casi no podía llenarla más, y dada su altura la tuvo que llevar en su cabeza porque no era capaz de poder elevarla.
- Mira abuelo, dijo al llegar a casa, he traído las más hermosas, grandes, y olorosas, estas orgulloso de mí. ¡Mira qué bonito es su color escarlata! Había otras más arrugadas, pero las he dejado, eran feas, arrugadas y viejas.
- Hijo mío, repuso el anciano, estoy muy orgulloso de tí, aunque esas arrugadas son las que yo siempre he recogido. Te has dejado guiar por las apariencias engañosas y has traído a casa hongos que contienen veneno, si los comieran tu abuela, tu madre y tías enfermarían; o quizá algo peor ... y tu no deseas que esto ocurra, verdad?
Joel comprendió entonces que no debía dejarse guiar por el bello aspecto de las cosas y seres, que a veces ocultan un mal desconocido, que debía dejarse llevar por el corazón y su intuición.
Original de Cruz Coaching
