Las transformaciones más esperadas
Los violentos creen en las revoluciones propiciadas a través de las armas y de las medidas de fuerza. Los pacifistas le damos forma a la utopía de una revolución en la que los libros, las ideas y los avances científicos y sociales sean protagonistas de primer orden. El caso colombiano es un buen ejemplo de los efectos devastadores de la violencia y de los intentos de cambio sustentados en esta forma de lucha. Sin embargo, el fracaso de los violentos aún no nos da la razón a quienes defendemos otros medios, como la educación por ejemplo, como propiciadores de la gran transformación que nuestros pueblos necesitan y merecen. Es necesario entonces crear las condiciones necesarias dentro de las cuales la investigación, los diálogos académicos, los libros y las enseñanzas de los maestros propicien el cambio tan solicitado para que comencemos a descontar todos los años (siglos, dicen algunos) que tenemos de atraso en relación con los países desarrollados. Nuestra educación debe actuar, y hacerlo de manera urgente para propiciar una transición hacia el sendero luminoso de los mejores tiempos. Algunos pasos como los siguientes deben darse lo más pronto posible: 1. El tránsito de lo light a lo serio: es un paso para darlo pronto; pronto es hoy mismo o ayer si fuera posible. Light significa extraer la esencia, lo principal, lo fundamental. A un café light, por ejemplo, se le ha extraído la cafeína. Y ¿A qué sabe un café sin cafeína? Curiosa e increíblemente sabe a café…a buen café y ese es precisamente el peligro: la capacidad de mimetismo de los falso, de lo ligero, de lo liviano. Sin embargo el mayor peligro no es cuando hablamos del café, o de los refrescos o los alimentos, sino a la hora de encontrarnos de frente con el caso lamentable pero evidente de la moral, la ética y los principios Light. No podemos concebir ni permitir que haga carrera la el relativismo moral y la ética situacional, verdaderos detonantes de la mayor parte de las catástrofes de nuestros tiempos. 2. De la paz a la guerra: Esta transición no merece mayores explicaciones. ¿Quién va a desear un país en que el azul del cielo es manchado por el humo espeso de los cañones y el silencio de la mañana es sacudido por el macabro tableteo de las ametralladoras? Nos acostumbramos en mala hora a convivir con los muertos y las desgracias y ahora, cuando queremos abrir los ojos y retornar a las tardes en que los padres pueden pasear por las aceras tomados de las manos de sus niños y a las noches en que nuestros campesinos contaban historias al calor del fogón familiar, nos damos cuenta de que hemos perdido más de cuarenta años en una guerra fraticida y, además, inútil como todas las guerras de todos los tiempos. 3. De la pobreza al desarrollo: no se trata de la pobreza mental o de la pobreza de actitud. Estamos hablando de la verdadera pobreza: la del hambre, la miseria, la indigencia. A pesar de los eufemismos para denominar a este fenómeno indignante, la pobreza y todas sus humillantes manifestaciones sigue presente en cada barrio pobre de cada pueblo y ciudad. Niños condenados a la desnutrición desde el vientre, hombres y mujeres que se levantan y se acuestan sin probar bocados, indigentes que se disputan un pedazo de carne con los gatos y los perros. Esa es la oscura realidad que habremos de enfrentar desde el mismo momento en que la fibra de la sensibilidad social sea desanestesiada.
Es necesario dar pasos fundamentales hacia la transformación y no hemos hecho sino presentar algunos de ellos. Y los cambios enunciados y otros, en los cuales usted seguramente estará pensando, no admiten ninguna espera.
POR: Alejandro Rutto Martínez
http://alejandrorutto.blogspot.com/Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?
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