El Sapa Apu Inka - mi padre y su primera lección
Aún resuena en mis oídos la voz del Loro: ¡Juanito, La Leche!, ¡Juanito, La Leche! Toda la mañana en aquella casa ubicada al costado de un colegio de monjas. Que hoy veo convertido en Cuartel de la policía comunitaria del Porvenir, en aquel sector que se le conoce como la colina del presidio. Pues allí murieron muchos Apristas que quisieron tomar el poder después de una revolución armada. Resistieron hasta morir, pero no supieron de la traición de su máximo jefe Víctor Raúl Haya De la Torre. Aún ahora nadie se da por enterado de esa traición. O lo tapan por conveniencia.
Era la casa mas hermosa que hemos tenido, en una parte del corral de animales teníamos a los gallos de peles y mi Alpaca querida de donde cada octubre se hacia la trasquila para que mi Abuela Herlinda me teja mi chompa, como también alguna de las veces a mi Padre también. En las gradas que da al callejón que nos conducía a la otra calle se sentaba mi padre con su guitarra; tocaba muchas canciones y yo sentado en su costado me transportaba a otro mundo en mis pequeños años. Las canciones que más escuchaba era la del partisano y popolo rossa, canciones italianas. Durante años no comprendí el porque cantaba esas canciones; cual era su significado. Cuando lo he comprendido, e amado mucho mas a mi padre y a mi abuela. Los dos tenían las más bellas voces. Ellas llenaban todo los lugares donde se escuchara su canto. Me compraron una pequeña bicicleta que la sacaba a la calle para alardear ante los demás niños, como gozaba de ella. Mi padre solo me contemplaba, después vendría la lección.
En una de esas veces debido a mi inexperiencia rompí el timón, me desesperé y no sabia que hacer ante tal incidente, pero miraba la mirada burlona d mis compañeritos de juego de aquel barrio del porvenir. Solo atine a esconderlo debajo de mi cama, para que no viera lo que había hecho, más a mi padre, que a mi abuelita que siempre me consentía mis rabietas y me engreía a más no poder. En eso entro mi Padre y se fijo del bulto que estaba mal escondido debajo de mi cama. Solo recuerdo que se sonrió, saco la bicicleta y me dijo con su voz: Querido hijito hoy haz aprendido de que lo que tienes que recibirlo con humildad y no exhibirlo para que el resto se avergüence que no lo tiene. Hoy haz aprendido tu primera lección de lo sencillo que debemos ser nosotros a pesar del linaje que tenemos. Yo corrí a sus brazos de mi Padre, para llorar porque creí que me reprendería, pero al hacerlo así, esto quedo en mi mente para siempre en mi vida. Que también lo realicé en mi vida. Como cuando habiendo ingresado al seminario, me daba una pena enorme ver a mis hermanos seminaristas tan pobres que no tenían zapatos que ponerse, que seguían caminando en sus llanques, como los llamamos a las ojotas confeccionadas de partes de llantas de carro. Me dolía, pues el sol de la región costera de nuestro país, reseca los pies y los parte como si fueran heridas abiertas. Mucha de las veces andaba así, resistiendo a ese dolor, solo con el consuelo de hacerse sacerdotes católicos. Tal es así cuando falleció mi Mamabuela, mi única madre a quien ame siempre, ya que la mía, la biológica me lo quito un hombre que no tiene nombre en mi mente, pues hizo sufrir a mi madre biológica, que eso fue lo que le produjo la muerte, pero lo mas cruel es que mi familia le busco y dio trabajo a ese miserable, para que después se fuera con todo lo que tenia mi madre, mas me dolió, porque mi hermano sobrevivió como un canillita para educarse, sin mas ayuda que sus propias fuerzas. Eso lo viví también en el seminario.
Por ello recordaba esa lección de mi Padre y he tratado de ayudar a mis hermanos a la medida de mis posibilidades. Quizás también por ello renuncie a la iglesia, por las injusticias que se vive en su interior, como la de mi amigo que le llamábamos “Chico”. UN joven Cuzqueño que quería hacerse sacerdote Católico, pero que enfermo de tuberculosis y los curas lo echaron del seminario diciendo que lo atiendan su familia. Me preguntaba, cuando lo supe, donde esta la Caridad, la hermandad que predican de sus púlpitos.Por eso cuando vi como era la iglesia, trate de cambiarla, pero nunca se pudo. Pues es un poder que no cambia, por no estar en su esencia el cambiar si no servir como sostén del sistema de explotación del hombre por el hombre.
Túpac Isaac II Juan Esteban Yupanqui Villalobos http://juanestebanyupanqui.blogspot.com
Registro automático