Amor a nuestro favor
Sólo quien ha sido amado puede amar. Lo escuché en algún lugar de tranquila tertulia y creo que es cierto. Cuando comenzamos una relación amorosa, ponemos nuestro ser a disposición del ser que nos gusta, del cual nos enamoramos. Pero no queda ahí nuestra acción. Cada quien busca no sólo agradar y ser visto de la mejor manera por la pareja, sino que además surge una sutil necesidad de ser correspondidos en ese bello sentimiento. Cuando uno ama va disponiendo todo su ser para que sea fuente de alegría y felicidad para el otro, y de manera instantánea va recibiendo todo cuanto puede ser de bueno del ser amado, y cuando encuentra una respuesta positiva, entonces se logra el entendimiento necesario para que la relación entre ambos sea mejor y se oriente a la vida estrechamente ligada al bienestar común. Todo entonces resulta ser como dicen "color de rosa" pues refleja el amor la luz interna de dos seres que aunque lejos uno del otro, permanecen unidos.
Este sentimiento debe interiorizarse de manera positiva para que cada uno viva realmente el sentimiento de relación personal amorosa. De lo contrario puede ser tan terrible que uno de los dos o ambos sucumban a una terrible desilusión que más allá de romper ilusiones provocaría decepciones duras y un sufrimiento profundo.
Por ello la etapa de inicio debe ser lo más honesta por ambas partes y no disfrazar aspectos personales ni familiares ni sociales. En la relación bipersonal de afecto mutuo no debe existir mentiras ni engaños, por esa razón cada quien debe interiorizar que la relación afectuosa de mutua decisión no es un juego ni debe ser perjudicial para ninguno de los dos en la pareja. Asumir el compromiso serio de amarse y buscar mejorar para lograr no sólo un entendimiento sino más bien un acercamiento inseparable en función de lograr la feliciidad en ambos, esa es la lección que todos debemos aprender.
Amar es entregarse completamente, sin reservas ni condiciones, sin limitaciones ni egoísmos.
Quien ama todo lo da por la felicidad del ser amado.
Cuando uno ama, espera ser correspondido.
Darío Enrique
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