¿En qué casos se practica un legrado?
Cuando se lleva a cabo un legrado uterino generalmente se aplica a la paciente una anestesia general a pesar de que se trate de una cirugía de bajo riesgo, sobre todo para que no se ponga nerviosa a la hora de llevar a cabo el procedimiento, aunque también se puede aplicar de forma local y se debe llevar a cabo en una sala de cirugías acompañada de una breve estancia dentro del hospital para que el médico cheque el estado de salud de la mujer y su progreso. Una vez que se ha anestesiado a la mujer, se procede a introducir el instrumento llamado legra o cureta por la vagina, que se trata de un instrumento afilado con una especie de cabeza como de cuchara en un extremo que entrará por el cuello del útero y que raspará delicadamente el endometrio para retirar el tejido no deseado.
El legrado tiene varias aplicaciones, entre las cuales podemos encontrar: aborto de menos de tres meses de gestación, tratamiento de sangrados menstruales irregulares, así como para retirar las partes que quedan dentro de la mujer cuando se practica un aborto o para terminar el trabajo abortivo. Si se utiliza como método abortivo, es importante señalar que tiene eficacia en casi el 100% de los casos, quedando como margen de error únicamente el 1%.
Existen otros motivos por los cuales se pueden practicar los legrados, pero no son tan comunes. Entre estos podemos encontrar a algunas mujeres que ya han entrado en la menopausia y presentan sangrados por un lado, y por el otro a mujeres a las que se les practica un ultrasonido que arroja que su endometrio (que es un tejido que se encuentra dentro de la matriz) está grueso. A diferencia de las causas anteriores, el legrado en estos casos servirá para tomar una muestra del tejido endometrial y de esta manera poder obtener una biopsia y así saber qué tipo de tratamiento es el que se tiene que adoptar dependiendo del caso a través de una inspección microscópica para poder entender el origen del sangrado.
Como se mencionó con anterioridad se trata de una cirugía de bajo riesgo, además de ser un procedimiento practicado comúnmente, pero a pesar de esto hay que recordar que cada cuerpo es distinto, por lo que en algunos casos se llegan a presentar ciertas molestias como cólicos, náuseas que pueden acabar en vómito y en algunas ocasiones sangrado que se parece a la menstruación.
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