Guerra de Malvinas: La verdad sobre el informe Rattenbach
El 2 de diciembre de 1982, a menos de seis meses de terminada la guerra de Malvinas, la junta militar que gobernaba Argentina a través del dictador Reynaldo Bignone, ordenó la creación de una comisión que tendría como objetivos analizar y evaluar el desempeño de las fuerzas armadas durante el conflicto. Para que la investigación cumpliera su cometido, era indispensable que quien estuviera a cargo sea incorruptible y de probada honestidad. Lo que no imaginaban los militares era que la persona elegida iba a cumplir con esas características al punto de hacer tambalear las estructuras mismas del ejército.
Para tal fin se determinó que la comisión investigadora la integraría seis oficiales con grado de general o equivalente, dos por cada una de las fuerzas. Ellos fueron el teniente general Benjamín Rattenbach y el general de división Tomás Sánchez de Bustamante por el ejército, el almirante Alberto Vago y el vicealmirante Jorge Boffi por la armada y los brigadieres Carlos Rey y Francisco Cabrera por la fuerza aérea.
A poco de finalizar la dictadura militar, en septiembre de 1983, Rattenbach presento a la junta militar y a los comandantes en jefe de cada una de las fuerzas el informe final, compuesto por cinco puntos: Introducción, Antecedentes del conflicto, Evaluación y análisis crítico, Determinación de las responsabilidades y Experiencias y enseñanzas. Lo que nunca imaginaron quienes encargaron el trabajo eran las conclusiones a las que arribarían Rattenbach y el resto de la comisión.
Después de una introducción en la que se detallan brevemente las características del teatro de operaciones y los antecedentes históricos de la ocupación británica y los motivos por los cuales Argentina reclama soberanía sobre las islas, el informe comienza su parte sustancial, es decir, la responsabilidad tanto política como militar de la derrota en el conflicto bélico además de las fallas de planeamiento y conducción que la provocaron.
El informe detalla que el 12 de enero de 1982, una reunión de la junta militar en el edificio Libertador, trató la planificación de una intervención armada en Malvinas como alternativa al fracaso de una negociación con Gran Bretaña y con el propósito de lograr el objetivo político a través de un acuerdo. Desde ya, esto desmiente a Galtieri en su discurso desde el balcón de la Casa Rosada. Obviamente el “si quieren venir que vengan” no era más que algo propio de alguien tan afecto a las bravuconadas como al Johnny Walker.
Esto es solo el comienzo de los reproches del informe a los comandantes, dueños y señores de la vida de los argentinos en el continente pero inútiles a la hora de hacer lo que supuestamente están preparados para hacer. Allí se critica el modo en que se desembarco en las islas, la poca o nula información que tenían los altos mandos del ejército sobre la operación, las fallas de logística, la mala preparación de los soldados que fueron enviados a la guerra y los errores de previsión de la posible reacción británica. “Por consiguiente, lo racional hubiese sido adoptar lo más peligroso como posible, y desde el primer momento adecuar las previsiones y la planificación a esa contingencia”, detalla el informe de forma contundente.
No es el objetivo de este artículo detallar punto por punto las consideraciones que la Comisión Rattenbach presentó a la junta. Como buenos militares, el informe que realizaron está repleto de detalles. Desde el más importante al más ínfimo. Lo que sorprende es como una investigación ordenada por el gobierno militar para esclarecer los motivos de la derrota terminó siendo totalmente opuesta a los mismos intereses de la dictadura. Rattenbach en vez de elaborar un informe que tapara los errores, horrores y negligencias de la comandancia argentina, fue a la cuestión de fondo. No solo enumera todo lo mal que manejo la junta el tema Malvinas sino que recomienda penas para los responsables. A los responsables de decidir la ocupación de las islas pide pena de muerte o reclusión perpetua. De Luciano Benjamín Menendez opina que no estuvo a la altura que una situación asi exigia. Por último hace referencia a Alfredo Astiz de quien dice que se rindió sin oponer resistencia. Por lo visto no es lo mismo pelear contra el ejercito de su majestad que contra monjas francesas.
El informe de la comisión nunca fue publicado y recién en 2007 los diputados nacionales Federico Storani y Pedro Azcoiti presentaron un proyecto que posibilite la edición de tan valioso documento. El mismo Rattenbach denunció en 1984 que su informe había sido adulterado para proteger a ciertos oficiales que eran comprometidos por su investigación. Esas paginas serian precisamente aquellas que hablan de la entrega de las Georgias por parte de Astiz sin diparar una sola bala, un delito desde el punto de vista de la justicia militar.
Con el final de la dictadura en puerta, los responsables de la junta decidieron ocultar el informe y apenas una copia se filtró y fue publicada por la revista “7 días”. Hoy en dia, con la difusión que permite internet no lleva demasiado tiempo encontrar copias aunque se sospecha que tendrían ciertas diferencias con el documento original. El informe se cubrió de misterio y se transformó en un desaparecido mas de la dictadura.
Ignacio Genizhttp://www.diariopar.com
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