¿Cuántas veces nos preguntamos si debíamos cambiar un equipo?

¿Cuántas veces nos preguntamos si debíamos cambiar un equipo, ya sea una cámara digital o una heladera o ya sería bueno comprar uno nuevo?

¿Cuántas veces nos vemos tentados con la idea de tirar a la basura, sin siquiera saber si es reparable, para comprarnos un equipo nuevo?  Nuevo con otras prestaciones, más moderno.

¿Nuevo significa mejor? No, en absoluto.  Ocurre con la mayoría de los equipos, los modelos más nuevos son también los más frágiles. Las primeras cámaras digitales, rústicas y con pocas prestaciones, eran significativamente más fuertes que las más recientes. Con sus pantallas chiquitas de 1’ o 1.5’ como mucho, era muchísimo más fuertes que las actuales, sus carcasas y sus mecanismos soportaban mucho mejor el mal trato.

Al momento de cambiar un equipo siempre debemos tener en cuenta para qué finalmente lo vamos a usar.  En el caso de una cámara digital, muchas veces caemos en la tentación de comprar una con la mayor cantidad de megapíxeles, como si fuera eso necesario para un uso doméstico. ¿Para qué queremos muchos megapíxeles si después no vamos a imprimir las fotos más allá de un 13 x 18?  ¿Para qué queremos un lavarropas que lave con agua caliente si nunca la usamos?

Reconozcámoslo, nos venden publicidad. Reparar los equipos viejos es una buena opción.  Gastamos menos dinero, no generamos basura y seguimos usando ese equipo que ya sabemos qué nos puede dar, sin ninguna publicidad en el medio.