Goku, de Rey Mono a Guerrero Intergaláctico
La traducción del título es Peregrinación al Oeste. Un monje viajaba hacia el oeste, en dirección a India (desde China), acompañado de tres discípulos que necesitaban redimirse de sus pecados: un monstruo cerdo, el Rey Mono y un demonio acuático. Su objetivo: encontrar unos sutras (escritos budistas para alcanzar la iluminación) perdidos.
Se trata de una de las grandes obras clásicas de la literatura china y la más conocida entre los jóvenes y adolescentes. En ocasiones se ha señalado que Son Goku, el protagonista de Dragon Ball, está inspirado en Sun Wukong (el Rey Mono), aunque habitualmente el paralelismo queda ahí y no se apunta nada más. Cabría comentar que los primeros capítulos de Dragon Ball tratan sobre el viaje (peregrinación) que hace una chica llamada Bulma (el monje), en busca de unas esferas mágicas capaces de conceder cualquier deseo (sutras que ayudan a alcanzar la iluminación). Además de Son Goku (el Rey Mono), Bulma irá acompañada por Oolong, un cerdo con la capacidad de transformarse en seres monstruosos, que aterrorizan poblados y tendrán que derrotarle previamente. Una vez hecho esto, Oolong deberá redimirse de sus pecados acompañándoles en su búsqueda de las bolas de dragón.
Es curioso observar como con un mismo argumento se pueden construir historias aparentemente distintas. Algo parecido a lo ocurrido también en el cine con entregas como Bailando con Lobos, El Último Samurai y Avatar. Historias que nada tienen que ver en épocas y culturas, pero cuyo trasfondo es el mismo.
El problema para Akira Toriyama, el autor de Dragon Ball, fue que la serie tuvo tanta aceptación que tuvo que continuarla durante más tiempo de lo que él mismo esperaba, por lo que una vez superados los peligros y villanos de las primeras aventuras, el dibujante tuvo que darle credibilidad a posteriores búsquedas de las maravillosas esferas, aumentando la peligrosidad y poder de los enemigos a los que había que enfrentarse para conseguirlas, los cuales, por supuesto, también tenían sus propios planes de uso de dichas esferas. Son Goku tuvo que superar a todos los maestros de artes marciales del mundo y a sus mejores alumnos (como Ten Shin Han), para finalmente tener que enfrentarse a seres de naturaleza extraordinaria como Piccolo, el rey de los demonios.
Y tras esto, el éxito de la serie había alcanzado tal popularidad que hubo que lanzar una secuela llamada Dragon Ball Z, en la que Goku descubriría ser un saiya-jin. Una raza extraterrestre conquistadora de planetas. No sólo tuvo que enfrentarse a sus "hermanos de sangre", sino que más tarde descubriría que éstos en realidad estaban sometidos por un tirano espacial llamado Freezer, que era el ser más poderoso del Universo. La serie continuó con varias sagas más de Dragon Ball Z y una segunda secuela llamada Dragon Ball GT, pero ya para entonces había perdido la esencia de la leyenda original en la que fue inspirada. No obstante, Akira Toriyama siempre supo encontrar un equilibrio con el que dar credibilidad a la existencia y necesidad de las bolas de dragón en el mundo de Dragon Ball.
En la actualidad, Dragon Ball sigue emitiéndose a través de un remake llamado Dragon Ball Z Kai, con diversas mejoras técnicas en el color y el dibujo, nuevos doblajes, y lo más importante, fiel al manga obviando el relleno habitual en las series de Anime, con lo que la serie original (solo Dragon Ball Z) de casi 300 episodios quedará en solo 100. Además, los videojuegos de Dragon Ball, en diferentes plataformas de videoconsolas siguen siendo una norma cada año.
Me pregunto, si el autor de Peregrinación al Oeste, imaginó alguna vez que sus personajes, o al menos una extrapolación de ellos, viajarían por todo el Universo derrotando temibles adversarios, y estarían presentes en campos tan tecnológicos como los videojuegos.
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