El café llegó a Viena un poco después de haber llegado a Francia. En 1683 el ejercito Turco pretendía conquistar Europa, y permaneció firmemente apostado a las afueras de Viena en una clase de cerco bastante prolongado. Los vieneses necesitaban de un mensajero que pudiera librar las filas turcas para poder llegar hasta donde se situaban las fuerzas polacas con la intención de solicitar refuerzos. Se recurrió a un soldado de nombre Georg para que se encargara de esta misión, ya que tenia conocimiento de la cultura y el idioma debido a que vivió en el mundo árabe durante muchos años. Se disfrazó con un uniforme del ejército contrario, se infiltró en sus tropas y consiguió llegar y dar el mensaje a las fuerzas polacas que fueron su ayuda. Luego de tremendas batallas los turcos fueron vencidos, pero en su retirada dejaron muchos bienes como camellos, ovejas, miel, arroz y una basta cantidad de sacos son unas raras semillas cafés que los vieneses pensaron que eran alimento para los camellos. Debido a que ellos no tenían realmente necesidad de los camellos empezaron a destruir los sacos, pero el soldado que habría de hacer las labores de infiltración, rápidamente detectó el aroma y gritó” Eso es café lo que están quemando”, y les pidió que si ellos no lo deseaban que se lo dieran. Ya que sabía de las costumbres de los Turcos sabía bien los procesos de tostado, molienda y fabricación, así que se quedó con los sacos de café y luego habría de abrir una de las barras de café más importantes de la historia del café en Europa que se conocería como Blue Bottle. Al igual que los Turcos endulzó mucho el café, pero también experimentó colando los granos de café y agregó mucha leche y de ahí podríamos estar hablando de la versión gestora del café vienés. Con el paso de los años el café alimentó la vida intelectual de la ciudad y toda la ciudad estaba llena de cafeterías y barras de café, y al igual que en otras ciudades el café se confirmó como un punto social realmente central en escenarios donde se podía encontrar intercalando a intelectuales con personas normales que eran afines a la innovadora bebida. Algunos versados consideran que el gusto por el café oscuro y más fuerte que se da en las latitudes de Arabia, así como el gusto europeo y posteriormente americano por el café diluido con leche y de sabor más asimilable tiene una fuerte relación con factores genéticos. En parte estas creencias se basan en que parte importante de la gente anglosajona tiene más tolerancia a la lactosa, mientras que los pobladores Mediterráneos como los Griegos o los árabes son más propensos a ser intolerantes a la lactosa. Es por esto, probablemente, que en estas zonas se endulce el café, pero no se le adicione leche de manera tan diseminada como en otras zonas del mundo. En Europa se desarrollaron dos tendencias de tomar la novedosa bebida, por una parte en el norte de Europa se acostumbraba a filtrar el café, en tanto que en la zona sur era más popular el estilo que hoy reconocemos como expresso. Una vez más es probable que las diferencias de café como el tipo capuccino fueran menos aceptadas en Italia por el tema de la intolerancia a la lactosa.
El café arriba directamente a Viena
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