La fotografía de bodas: Una pasión.
Es la vida a veces impredecible. Cuando menos busca uno, resulta que encuentra. A veces en esa búsqueda se hallan cosas simples, no sé, quizá un billete o una moneda, algo que nos hace momentáneamente felices.
Pero no es lo mismo cuando lo que uno encuentra tiene una gran trascendencia. Yo encontré mi futuro cuando más inmerso estaba en mi pasado.
Siempre he gustado de la fotografía En todas las fiestas, viajes, excursiones yo era siempre "el de la cámara", por eso casi nunca salgo en las fotos. He hecho miles de fotografías, tantas que ya no sé como guardarlas y mucho menos cómo clasificarlas, pero nunca pasó por mi mente vivir de la fotografía. Recuerdo que muchos amigos alagaban mis fotos y me decían: "Deberías dedicarte a la fotografía de manera profesional". A estos comentarios casi siempre respondía yo con una sonrisa.
No faltaba quien me decía que la fotografía de bodas era un buen negocio, pero en aquel momento si algún género fotográfico no consideraba yo ni siquiera como una posibilidad remota, era la fotografía de bodas.
Cada vez que pensaba en las fotos de una boda a mi mente venían las clásicas fotos de los novios parados aquí, luego alla, luego besándose, tomados de la mano, con los padres de ella, con los padres de él, con los amigos y las amigas, en fin, que siempre pensé que dedicarse a fotografiar bodas era el oficio más aburrido que podría existir.
Cierta vez llegó casualmente a mis manos una revista en la que se hacía una entrevista a un conocido fotógrafo de bodas: Antonio Saucedo, leí el artículo con una alta dosis de desinterés verdadero, sólo me llamó la atención la excelente fotografía de Antonio con una flamante Canon entre las manos.
Confieso ahora que aquello que leí me hizo sentarme frente a la computadora y buscar la web de Antonio Saucedo. Cuando tuve frente a mis ojos su portafolio fotográfico quedé simplemente maravillado: aquello era arte genuino, la fotografía de bodas había evolucionado y se presentaba ante mí de un modo muy distinto a como yo la imaginaba.
En los días que siguieron continué buscando fotógrafos con cierta reputación en el género de las bodas y larga es la lista de nombres que podría yo mencionar aquí, pero sólo anotaré los nombres que me inspiraron en verdad: Fran Russo, Marcus Bell y Jeff Ascough; estos hombres me hicieron pensar por primera vez en dedicarme profesionalmente a la fotografía de bodas y con esto cambió mi vida para siempre.
Las bodas son circuntancias en la vida de las personas en donde las emociones tienen un lugar primordial: alegrías, tristezas, lágrimas, júbilo, abrazos, apretones de manos y un largo etc. No hay dos bodas iguales como tampoco son iguales las personas y los sentimientos, es por eso que después de muchos años usando cámaras fotográficas, decidí usarlas para retratar bodas.
No estoy hablando de las aburridas fotos posadas que pueden hacerse cualquier día y no necesariamente el día de la boda. Se trata de fotografiar la boda de modo que quien no haya asistido pueda, al mirar las fotos, tener una idea muy cercana a lo que ocurrió en la ceremonia o en la recepción.
Las fotos posadas sólo muestran quienes asistieron a la boda; un verdadero reportaje de bodas recoge lo que allí ocurrió y hay un gran potencial para el fotógrafo que aspira a dejar un legado artístico.
Ahora soy fotografo de bodas y, aunque sigo sin aparecer en las fotos, cada vez que entrego un álbum a los novios en él va una parte de mí que quedará con ellos para siempre.
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