Criterios de evaluación - Algunos referentes básicos
La construcción del conocimiento en la escuela se lleva a cabo por la relación de interacción que se crea entre profesor y alumno. La participación del alumno en dicho contexto suele tomar, si se dan las condiciones adecuadas, un carácter estratégico.
Para ello es necesario que profesor y alumno compartan los objetivos que les permiten orientar la actividad conjunta, regulen el proceso y evalúen los resultados y la eficacia de la actividad realizada. En este marco, podemos afirmar que al aprender procedimientos el alumno desarrolla una actividad estratégica característica de la construcción significativa del conocimiento escolar, propia de toda actividad personal intencional.
Los docentes que poseen una visión constructivista del proceso de enseñanza y aprendizaje deciden implícitamente no sólo enseñar procedimientos, sino también enseñar al alumno a usarlos para aprender. Todo ello favorece que éste afiance su dominio, generalice su empleo a ámbitos variados de aprendizaje (de un área a otra, de una tarea a otra) y profundice en aspectos particulares de los procedimientos básicos en cada área curricular.
Una opción de este estilo permite al alumno adoptar un enfoque profundo del aprendizaje, mediante el cual conocer qué hay que hacer y saber hacerlo implica usar los procedimientos de modo estratégico. Así, por ejemplo, el alumno no sólo es capaz de desarrollar una argumentación formalmente correcta, sino de hacerlo de modo ajustado a las características e ideas de su interlocutor e ir variando lo que sea necesario para lograr convencerle de la pertinencia de las opiniones o ideas que expone. No sólo puede analizar los datos que posee sobre los cambios en materiales sometidos a condiciones especiales, sino que planifica el proceso, lo orienta y conduce según las intenciones de la tarea: probar si dichos materiales cumplen una determinada ley física, identificar materiales desconocidos, concretar las causas de los cambios, etc. Desde esta perspectiva, la enseñanza de los procedimientos consistirá no tanto en lograr del alumno una determinada forma de conducta («saber hacer algo»), sino una determinada función de la misma, de relación intencional entre medios y fines, que posee un claro carácter personal y contextual. No se trata de un aprendizaje de conocimientos procedimentales básicos mecánico, estereotipado o algorítmico, sino estratégico, directamente relacionado con la idea constructivista de la elaboración de conocimiento.
Es cierto que, como algunos autores han puesto de relieve, dicho uso estratégico es difícil, ya que el alumno no suele ser consciente de muchos de los procesos que realiza, lo que le impide manejar su propia actividad de modo intencional y adaptado a las condiciones del contexto de aprendizaje. Un proceso de enseñanza y aprendizaje como el que se describe a continuación contribuye, mejor que otros, a que el alumno pueda hacer explícita la estrategia del uso de procedimientos en el marco de actividades complejas.
Uno de los recursos efectivos de que el alumnado dispone para mostrar lo que sabe hacer y para incrementar las posibilidades que tiene de seguir aprendiendo el proceso y mejorarlo es la ayuda del profesor. Sin dicho apoyo, puede ser muy difícil que se lance a hacer algo y disponga, al mismo tiempo, de posibilidades para ir superando el nivel inicial de competencia.
Para que el aprendizaje de procedimientos básicos tenga un carácter estratégico, es necesario que profesor y alumno compartan unos objetivos claros, útiles para planificar y orientar este aprendizaje. Y deben tener también unos criterios e indicadores de evaluación explícitos que les ayuden a valorar el progreso en el aprendizaje de procedimientos, teniendo en cuenta las condiciones en que se desarrolla la tarea, y puedan mejorarlo.
La intervención del profesorado en el proceso de aprendizaje de procedimientos del alumno, adecuada a la edad, los conocimientos, la experiencia y el grado de familiaridad con la tarea que tiene el alumno, toma muchas formas diferentes. Por ejemplo, actuar como modelo mientras relata y justifica las decisiones que toma durante el proceso; pautar total o parcialmente la actividad del alumno; regular la actividad del alumno para que sea efectiva; permitir que el alumno ensaye, revise, rectifique su actividad según mejor convenga a los objetivos de aprendizaje; crear un clima afectivo en que la toma autónoma de decisiones sea posible sin miedo del alumno a equivocarse; favorecer la representación anticipada por parte del alumno de cómo ha de actuar; planificar períodos y ritmos adecuados de práctica que refuercen el dominio efectivo del procedimiento por parte del alumno; proponer alternativas a la actuación que inicialmente había previsto el alumno o, si cabe, exponer dudas razonables para que logre perfeccionarla
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