Planeaciones para primaria - El sentido de la evaluación

La cultura de la evaluación, con una cierta tradición en otros países, está penetrando también en nuestro entorno, aunque todavía de forma muy incipiente. Las exigencias de una sociedad democrática y hasta el más elemental sentido común entienden la necesidad de averiguar cómo funcionan las escuelas, cuáles son sus potencialidades y debilidades, y qué puede hacerse para mejorar la calidad de la enseñanza.   Hasta aquí, al menos en teoría, todo el mundo está de acuerdo. Los problemas surgen en el momento de plantear —algo que no siempre se hace— para qué hay que evaluar, qué valores y objetivos se priorizan, de qué referentes pedagógicos se parte o de qué modo se implica el profesorado en dicho proceso. Y a la hora de saber a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de calidad de la enseñanza.   La orientación de este Tema es una invitación a que el profesorado ejerza realmente su autonomía profesional —entendida como un punto de encuentro entre el derecho y la responsabilidad— en uno de los aspectos capitales del proceso de enseñanza y aprendizaje, largamente olvidado y sobre el cual pesan aún muchas dudas. La evaluación interna de centros no puede sustentarse en los principios tecnocráticos y gerencialistas de la organización empresarial, sino en las concepciones educativas que se apoyan en la reflexión colectiva y contextualizada de la práctica docente.   Bajo estas premisas, Joan Rué, asesor de la monografía, escribe el artículo introductorio, «Escenarios, referentes y posibilidades». Le siguen cuatro aportaciones que reflejan otras tantas maneras de evaluar la realidad del centro en tres comunidades autónomas: Andalucía, Canarias y Cataluña.   La metodología seguida, así como las propuestas que se realizan en torno a la evaluación, suponen un cierto grado de compromiso y participación del profesorado, y resultan válidas para los distintos niveles de la enseñanza no universitaria.