La importancia de conocer el grado de eficiencia energética de los inmuebles para la economía y la ecología
La sociedad se ha acostumbrado a ver en los electrodomésticos la etiqueta de eficiencia energética y relaciona los colores verdes con un mayor ahorro para su bolsillo. Pero ¿qué ocurre con el consumo energético de las viviendas? ¿Son los españoles igual de conscientes de su utilidad y relevancia?
El 1 de junio del pasado 2013 fue aprobado el decreto por el cual pasaba a ser obligatoria la certificación de todos aquellos inmuebles que fueran a ser vendidos o alquilados en España. Según los datos recogido a final de año, un total de 100.000 viviendas habían obtenido su etiqueta de eficiencia. Sin embargo, el 80% de las mismas recibía una calificación de D o inferior, es decir, un suspenso en sostenibilidad.
Y es que el nivel de conocimiento de la población acerca de dónde reside la importancia y en qué se basa la certificación energética es muy bajo, a pesar de haber trascurrido tiempo desde la aplicación de la normativa. Es más simple hacerse una idea sobre la eficiencia de una nevera. Es necesario saber que las calificaciones obtenidas tras una certificación energética son reflejo del nivel de emisiones contaminantes de una vivienda. Cuanto más bajas sean estas, mas cerca se estará de la letra A, y por lo tanto, más dinero ahorrará quien desarrolle si vida bajo este techo.
Sin embargo, tras la aplicación del decreto y ante la falta de legislación en torno a tarifas y precios del servicio prestado por los técnicos certificadores, la población española consideró el decreto gubernamental como una nueva estratagema para una mayor recaudación de fondos. Por el contrario, el objetivo es que las viviendas más eficientes, energéticamente hablando, se vean recompensadas.
A esa falta de conocimiento habrá que sumar una limitada conciencia social sobre el impacto del derroche de energía y sus consecuentes emisiones de dióxido de carbono en el medioambiente. De estar más extendido este sentimiento de desarrollo sostenible, los compradores o arrendadores de una vivienda tendrían en cuenta su grado de eficiencia energética junto con el número de baños que ésta tiene.
En definitiva, inmersos en el siglo XXI y rodeados por información, aún sigue siendo difícil de asimilar la huella que está dejando el ser humano sobre el medioambiente y la necesidad de tomar medidas ante la acumulación de gases contaminantes en la atmósfera. Antes de actuar hay que conocer, de ahí la importancia del certificado de eficiencia energético. Gana la Tierra y gana el bolsillo. Ahorro para todos.
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