Fisiología de la respiración para hacer fisioterapia respiratoria
La respiración es un proceso automático controlado por el encéfalo, se regula automáticamente según nuestras necesidades de oxígeno. Pero es posible controlarlo de forma voluntaria y alterar la frecuencia y la intensidad.
La respiración consta de tres pasos; paso del aire de la atmosfera a los alveolos pulmonares, intercambio gaseoso y expulsión del aire al exterior.
En la primera fase, el tórax aumenta de tamaño permitiendo la entrada del aire del exterior. Este aumento de volumen se produce por la elevación de las costillas al contraerse los músculos intercostales y el diafragma, al estar los pulmones unidos a la pared costal mediante las pleuras, estos se distienden y permiten la entrada del aire. En una respiración normal se intercambian unos 500 ml de aire, pero si se fuerza la inspiración al máximo se puede llegar a una capacidad pulmonar de 5 litros de aire.
En la segunda fase se produce el intercambio gaseoso en los alveolos pulmonares, el oxígeno pasa a la sangre por difusión, pasando de la zona de más concentración a la menor. Lo mismo pasa con el co2, pero al revés, este pasa de los alveolos al interior del pulmón. En este proceso la sangre venosa se convierte en arterial.
Los glóbulos rojos, por medio de la hemoglobina, captan el oxígeno y lo distribuyen a los tejidos del organismo, que pasara a ellos también por difusión, al igual que pasaba en los alveolos, los tejidos cargados con co2 lo pasaran a la circulación sanguínea para que se vuelva a producir el intercambio de gases en los alveolos pulmonares.
En la tercera fase, se expulsa el aire al exterior cargado de co2, por medio de la espiración, que es un proceso pasivo producido por la relajación de los músculos intercostales y el diafragma, aunque se puede forzar en ocasiones.
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