Motivando a los buenos
Comienzo este artículo parafraseando al psicoterapeuta Roberto Almada, autor del “El cansancio de los buenos”, quien plantea una alternativa al desgaste emocional y psíquico que se produce en el personal que trabaja en el servicio a los demás, como puede ser la docencia o cualquier profesión u oficio que implique vínculo con el otro, a través de la corriente logoterapéutica.
¿Quié ;n no se ha sentido, en algún momento de su vida laboral, que lo que está haciendo ha perdido el sentido? ¿Que ya no encontramos disfrute en nuestras actividades diarias? ¿Que vemos hacia atrás y nos parece que hemos estado malgastando nuestro tiempo en actividades que no son valoradas por nuestros superiores o pares? ¿O un nudo en el estómago un domingo en la tardecita al saber que el lunes viene cargado de demandas?
En este punto es bueno saber que contamos con material disponible, tanto en la web como en bibliografía recomendada, para poder realizar un test de autoaplicación que nos sirva como guía para orientarnos sobre cómo estamos nosotros mismos en esta área.
Coloquilamente se utilizan los términos estrés, ansiedad, angustia, depresión como si fueran sinónimos o prácticamente lo mismo. Estos elementos poseen una clasificación diagnóstica diferente, siendo que algunos pueden ser reactivos a una situación particular, otros una respuesta natural frente a una estímulo del entorno y otros un desorden anímico. Algunos pueden ser transitorios y otros estables, permanentes y hasta crónicos.
Respecto a la desmotivación y desgaste emocional crónico en el trabajo, podríamos hacer la diferencia entre la angustia, estrés y el burn out (el síndrome del “quemado” en el trabajo), que sería el último peldaño de la escalera, constituyendo un desorden mental, compuesto por características tales como: fatiga crónica (sensación de no ser capaz de dar más de sí mismo a nivel emocional), cinismo (actitud de distanciamiento respecto al trabajo, a las personas, a los compañeros y actividades que debe realizar, como forma de protegerse de las demandas y estímulos del entorno) e ineficacia (sensación de que lo que se hace no es adecuado y se es incompetente en el trabajo).
Estos serían los síntomas más globales sobre los que se basan otro más específicos que pueden ser detectados por un profesional de la salud (en una primera consulta por médico general y con un pase a especialista, por psiquiatra o por psicólogo).
Lo favorable en estos casos, como en todo momento crucial en nuestra vida, es reconocer que se necesita ayuda.
Una vez que uno ha tomado conciencia que algo de esto está sucediendo en su vida laboral y está afectando su vida personal o familiar, debería tomar ciertas medidas saludables al respecto.
En el libro “El cansancio de los buenos” el autor propone varias medidas específicas para implementar en el área laboral. Pero si ha llegado un punto en el que sentimos que solos no podemos, es bueno poder solicitar una consulta con alguien que esté dispuesto a ayudarnos en este proceso que puede ser sumamente enriquecedor si nos abrimos a esta posibilidad.
Algunas de las recomendaciones son:
- No tomar nada personal en el trabajo.
- Buscar una pausa entre tareas.
- Tomar la media hora de descanso como oportunidad para almorzar tranquilo y sin hablar de trabajo.
- No hablar de trabajo fuera del mismo.
- Actividad física como correr, caminar o andar en bicicleta.
- Espacios de conexión con nosotros mismos y nuestra dimensión espiritual como yoga, meditación, relajación.
- Expresar el malestar en el momento y no ir acumulando emociones negativas como la rabia o tristeza.
Como dijera el Dalai Lama: “Sólo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y, principalmente, vivir”.
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