Poesía musical en Juan del Enzina
Juan del Enzina (Salamanca, 1468-León, 1529)
La poesía de Juan del Enzina, al formar parte del acervo español, merece un pequeño inciso, asunto que trataré mediante este artículo. Mi intento se queda, sin embargo, en una idea general de algo verdaderamente extenso; dejo, por ello, los grandes e importantes estudios a los expertos.
La versificación lírico-musical de Juan del Enzina contiene gran cantidad de tipos estróficos: villancicos, romances, canciones, motes, coplas… Muchos de ellos, por su vinculación con la música son composiciones de longitud corta, es decir, de verso en arte menor. Como sabemos una considerable parte de la obra del poeta salmantino se halla recopilada en cancioneros, como puedan ser el Cancionero Musical de Segovia (CMS), el Cancionero Musical de Palacio (CMP) y el Cancionero Musical de Barcelona (CMB), todos ellos emparentados con los ritmos armónicos.
No toda la producción de Juan del Enzina, sin embargo, se unía indisolublemente a la labor musical del propio autor, ni toda la música del autor se asignaba a su poesía. Por ejemplo, en obras como No quiero tener querer sólo el poema pertenece a Enzina; la música fue compuesta por un artista anónimo. En otras creaciones, como sus conocidas Triste España sin ventura, Ay, triste, que vengo, Daca, bailemos, carillo, etc, Juan del Enzina se manifiesta no sólo como un eminente vate sino como un compositor envidiable.
Nadie duda, pues, de la calidad artística de Enzina en cuanto a producción dramática o teatral, pero ¿qué podemos afirmar en cuanto a su disposición musical o poética? Hay críticos que menosprecian su lírica amorosa porque se adaptaba a la música, porque la veían más bien como composiciones estróficas de carácter armónico que como las típicas obras poéticas. Si bien, debido a su capacidad de manejar diversas habilidades con destreza, se podría afirmar que Juan del Enzina combinaba a la perfección el músico y el poeta de Corte.
Un buen ejemplo de todo esto, y continuando con el carácter musical de su producción, son los juegos líricos, como pueda ser la repetición:
“V encedores son tus ojos,
mis amores,
tus ojos son vencedores.”
Aunque en este caso el poema no hubiera sido acompañado de música, no se puedo evitar que logre cierto ritmo o armonía típica de la música, ya que parece escrito para una canción.
Apoyando a esta teoría, y además de las repeticiones, también podemos encontrar las contraposiciones de términos y la existencia de estribillos, tan comunes en las melodías. Un buen ejemplo de estribillo es el caso de su famosísimo poema Mas vale trocar en el que nos topamos a menudo con la siguiente expresión:
“que estar sin amores”
Y que se repite en varios lugares de la estructura poética, fuera aparte de que se asocia a una conocidísima canción que lo hace aún más melodioso.
Para finalizar y concluir un artículo algo largo, recomendaré la lectura del texto en que me he basado para escribirlo. Se trata del prólogo del libro:
R. O. Jones y Carolyn R. Lee, Poesía lírica y Cancionero musical, Ed. Castalia, Madrid, 1990.
Un saludo a todos mis lectores.
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