¿Quién evalúa a quién?
En los últimos tiempos se ha desatado un fuerte debate sobre un proyecto de Ley que propone que los alumnos puedan evaluar a sus docentes, pero… a qué le tenemos miedo?
El sistema educativo actual responde a una escuela tradicional en la cual el docente, en forma verticalista es el portador del saber. Es el único con la potestad de elegir los contenidos a tratar y la forma de impartirlos. Decide cómo y cuándo evaluar a sus alumnos y no somete a crítica su trabajo.
Ahora bien, ésta escuela genera sujetos que respetan reglas, siguen consignas, pero no son capaces de cuestionarse y desarrollar un sentido crítico.
En esta tendencia se debe dar un vuelco radical… Entendiendo que “una educación verdaderamente crítica, creativa y democrática requiere de diálogo” los docentes deben ser capaces de someterse a cuestionamientos que les permitan crecer y a los alumnos indagar e indagarse.
Para abrir el debate maestros y profesores deben invitar a los alumnos a la participación democrática y reflexiva sobre los contenidos a trabajar en cada materia o área de conocimiento.
Obviamente la idea no es qué el alumno decida qué es lo que va a hacer en el año y generar un empobrecimiento del aprendizaje, como el imaginario colectivo tiende a pensar. Muy por el contrario, esta propuesta estimula el sentido crítico ofrece a los alumnos la posibilidad de manifestar sus intereses y preferencias.
El docente a la hora de planificar los contenidos puede realizar una investigación temática donde los estudiantes se cuestionen a sí mismos mediante encuestas: gustos, preferencias, inquietudes, necesidades, etc.
Las respuestas de estas encuestas le brindan al docente la información necesaria para poder abordar los contenidos específicos la motivación y el deseo de aprender.
Una vez seleccionados los contenidos, la dura tarea de maestros y profesores será “problematizar” esos contenidos para promover en los alumnos un pensamiento crítico. Para ello deberán apartarse de los patrones tradicionales que conllevan los libros de texto y todos los materiales didácticos propuestos por el programa oficial. No se trata se censurar las lecturas que se conocen, sino de leer las “dos campanas” y desde allí cuestionar ambas para llegar a una conclusión libre, crítica, creativa, democrática y responsable.
Así, si cada educador guía a sus educandos en el camino del diálogo, la reflexión, el cuestionamiento, etc, se somete a ser juzgado críticamente por éste. El sujeto pensante evaluará aunque no lo diga
Comar – Diez – Gonzalez - Teves
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