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La Formación A Partir de La Reflexión Sobre Las Propias Prácticas Docentes. Fundamentos y Acciones A Realizar

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YO DOCENTE- UNA MIRADA EXTROSPECTIVA*

 

Primeramente creemos  que es necesario iniciar  este artículo “reflexionando” sobre todo el camino que anduvimos, para llegar a ser los educadores que somos en la actualidad.

La mayoría nos formamos en la clásica escuela que es “reproductora del orden”, iniciamos nuestros pasos de educadores dentro del ámbito de la educación formal , luego tuvimos  jornadas de capacitación y seguimos realizando cursos para poder estar actualizados en diversas temáticas; estuvimos y estamos al frente de cursos de diversos niveles educativos (primario, secundario y terciario); pasamos por diferente tipo de instituciones, desde las públicas hasta las privadas; diferentes tipos de direcciones en dichas escuelas y desarrollamos diferentes funciones dentro de estos ámbitos.

Todo esto fue “formándonos” como educadores y moldeando nuestras prácticas, pero lo que nunca cambia en un educador, es el motivo del porque eligió ser lo que es: “un agente de cambio”. Un educador elige ser lo que es, porque siente y sabe que puede contribuir a mejorar el lugar que le toca vivir, desde sus prácticas diarias con sus alumnos puede y quiere aportar su “granito de arena” para que sucedan los cambio necesarios en los paradigmas que tiene la educación. Muy lentamente vemos que algunos cambios se van realizando, otros no se dan y hasta surgen nuevos, que son necesario agregar a nuestra reflexión continua. Pero todo esto no hace más que reforzar nuestro empeño como educadores de lograr nuestro sueño utópico y asistir a nuestros educandos en la idea de que “la educación los hará libres”

Para comenzar a fundamentar nuestra práctica formativa, podemos empezar por hablar de la esperanza con la que realizamos la misma, citando a Freire cuando dice:

“Rechazo la afirmación de que nada es posible hacer debido a las consecuencias de la globalización de la economía y que es necesario doblar la cabeza dócilmente porque nada se puede hacer contra lo inevitable. Aceptar la inexorabilidad de lo que ocurre es una excelente contribución a las fuerzas dominantes en su lucha desigual con los condenados de la tierra” (Freire, P., 1997: 35).

Con la esperanza como motor, tenemos la posibilidad de transformar la realidad, que muchas veces está muy alejada de nuestro sueño, de nuestra utopía del mundo que queremos.

Como educadores, nuestro compromiso social y político lo debemos orientar en la búsqueda de la libertad; desde nuestras prácticas podemos, utilizando el dialogismo y lo que ello supone, construir el conocimiento que servirá para que los educandos comiencen o continúen logrando una capacidad crítica del mundo en que viven. Capacidad que si logramos mantener y reafirmar a lo largo del tiempo, podemos tener alguna certeza de que hemos logrado ayudar a un ciudadano a descubrir su naturaleza política y como con ella puede influir “algo” en el mundo que vive.

Teniendo en cuenta las consideraciones vertidas con anterioridad nos guiamos siguiendo estas premisas:

1)    Reflexionando de manera crítica sobre nuestras prácticas educadoras.

2)    Descubriendo y comprendiendo  los cambios que debemos realizar para andar el camino de la transformación, libertad y democracia

3)    Entendiendo la capacitación continua, como una reflexión constante y como medio de actualización de saberes y competencias. (capacitaciones en TIC por ejemplo)

4)    La transformación de los objetos educativos en sujetos de la educación (docentes, alumnos, directivos, padres, etc.)

Teniendo en cuentas las líneas antes descritas y antes de continuar profundizando en la reflexión acerca de nuestras prácticas y el rol que nos compete como educadores, es necesario poner sobre el tapete una cuestión que plantea Flavia Terigi cuando cita a Novoa en su libro “los saberes docentes. Formación, elaboración en la experiencia e investigación”.

“Por una parte, los profesores son observados con desconfianza, acusados de ser profesionales mediocres y de tener una formación deficiente; por otra, son bombardeados con una retórica cada vez más abundante que los considera elementos esenciales para la mejora de la calidad de la enseñanza y para el progreso social y cultural” (Novoa, 1999:103).

Esta dicotomía que nos plantea parte de la sociedad y de la cual muchas veces no somos conscientes, nos muestra que en realidad la formación docente está atravesando una crisis con múltiples aristas y variables que se deben considerar para evitar caer en un mero análisis, y tratar de visualizar a la educación como síntesis, como un todo. La función del docente es compleja y no debe ser entendida como un ORGANISMO AISLADO en la educación. Por otro lado la escuela está en constante relación recíproca con el estudiante y su contexto, condicionada en muchos aspectos por el contexto ideológico político dominante, invadida hoy por dispositivos tecnológicos que muchas veces ponen aún más en crisis el rol docente. Lo ideal sería que todas estas implicancias puedan estar en equilibrio armónico, pero la realidad es que no es así y muchos educadores plantean   ¿de qué le valen todos los esfuerzos o estrategias empleados?  Si muchos chicos son enviados a la escuela tomándola a ésta como guardería, una función que la escuela debió asumir a partir de los modelos culturales reinantes donde ambos padres trabajan, transfiriendo a las mismas responsabilidades, obligaciones o quehaceres que son propios del seno familiar.

Otra cuestión no menos importante es que si el Estado no tiene claro para qué se debe educar, el cambio educativo nunca se dará, independiente de los esfuerzos realizados por los docentes. Y aquí también debemos poner la mirada en los tres tipos de saber (saber pensar, hacer y ser) que están en constante desequilibrio, si el Estado, el docente o la familia, están desentendidos de esos saberes, no hay que pedir mucho para la Educación. En este punto consideramos que lograda la armonía de sus partes, la educación no sería algo utópico, sería un hecho, una realidad.

Hecha la crítica sobre aquellas cuestiones que tienen injerencia en la educación, y que junto al rol docente conforman un todo. Retomamos la reflexión sobre nuestras prácticas y la institución donde las llevamos a cabo. En este ámbito donde la escuela asume roles que inicialmente no tenía,  es donde los docentes desarrollamos nuestras prácticas diarias, y sin duda son cuestiones con las que debemos aprender a convivir, la educación y las escuelas han sido y serán siempre motivo de análisis y cuestionamientos pero la realidad es que cada uno desde su lugar debe promover el cambio, y en este punto tomamos  una  frase de Ghandi, “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”, lo cual a nuestro entender nos habla de una filosofía de la acción del conocerse bien a sí mismo para asumir los retos transformacionales necesarios que nos demanda la práctica docente.

Como mencionamos párrafos arriba la esperanza debe ser nuestro motor, así como nuestra vocación de servicio deben ser nuestra fortaleza, a la hora de emprender la tarea de educar ciudadanos críticos y activos partícipes de la transformación de su realidad.

Se da por descontado que la formación del docente debe ser continua, pero también la reflexión sobre sus propias prácticas debe convertirse en  un hábito, como dijo Freire en el Congreso Internacional de "Nuevas Perspectivas Críticas en Educación" celebrado en Barcelona en julio del 1994 ...“yo siempre estoy dudando, incluso antes de entrar a este lugar estaba con dudas”, ese dudar continuo es el que nos permitirá mejorar y cambiar, es lo que pondrá en crisis esas estructuras formales que adquirimos durante nuestra formación y que muchas veces no nos permiten ser ese docente dialógico, que acompaña, que guía, que se adapta, que no transmite conocimiento sino que ayuda a su  alumno a construirlo.

El reflexionar sobre nuestro hacer educativo es el camino para una transformación real de nuestras prácticas, salirnos de nuestra zona de confort y mirar de manera objetiva y a conciencia, comprender que estamos haciendo, visualizar nuestras fortalezas y debilidades y buscar las alternativas para mejorar nuestras prácticas esa es nuestra manera de ser el cambio que queremos ver en nuestro sistema educativo.

 

 

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Autores*:

Car ola Silvero

Juan Manuel Messina

Mauricio J. Villagra

 

Estudiantes los tres de la licenciatura en Tecnología Educativa, de la UTN.BA, por e-learning.

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