Cómo problematizar los contenidos programáticos de las asignaturas escolares
Ante el objetivo de nuestro sistema educativo de formar ciudadanos críticos, creativos y democráticos, se hace fundamental reconocer que exista una falta de coherencia entre el mencionado objetivo y la verticalidad de los contenidos, que siguen planteando una educación de estilo bancaria.
Y es bueno preguntarnos porque el sistema escolar, y por defecto muchos docentes, defienden a ultranza un modelo escolar rígido, cerrado, sin dialogo, donde las decisiones son tomadas por unos pocos elegidos, que hacen aún más vertical un sistema que de por si es verticalista, hasta que en algunos lugares podemos compararlo con una Monarquía. Es sabido que el dejar que otros elijan, tomen decisiones y hasta nos digan lo que tenemos que hacer nos saca responsabilidad, dejando la misma en los hombros de un tercero… al que luego se criticara por no delegar, no tenernos en cuenta, por “dictador”, etc.
Tal como explica Freire, para que exista un opresor, debe existir un oprimido. Uno sin el otro no existiría.
Para hacer frente a este escenario, como docentes progresistas, contamos con diferentes estrategias; en primer lugar, debemos considerar la importancia del diálogo como elemento fundamental para promover una horizontalidad, y aprovechar la oportunidad que tenemos de indagar a los estudiantes sobre sus propios intereses, lo que nos permitirá resignificar los contenidos de las diferentes asignaturas.
Pero este dialogo debe ser abierto y sincero, entendiendo que en ese momento debemos crear un ambiente de confianza donde el alumno pueda expresar lo que verdaderamente piensa y espera de los contenidos. Y por supuesto, no podemos dejar afuera lo que el alumno siente sobre el tema, ya que si no conjugamos, pensamiento, sentimiento y expectativas, difícilmente seamos profundos en el dialogo que proponemos.
Dependiendo del curso, el dialogo puede aperturarse a partir de una encuesta, una dinámica grupal, un juego individual, etc. Es importante entender el “pulso” del curso donde me encuentro y no realizar actividades por creer que “están buenas” para los alumnos. Cada curso tiene su identidad propia, debemos cifrar el código para llegar de manera adecuada al dialogo esperado.
Lo anteriormente expresado no significa que dejemos de respetar la verticalidad que en el sistema existe (y va a seguir existiendo al menos al mediano plazo), ni que nos centremos únicamente en los intereses de los alumnos, sino, aprovechando los resultados obtenidos de la apertura del dialogo y las actividades que para ello utilizamos, motivar el aprendizaje de los contenidos y obtener el mayor provecho de la retroalimentación que esto genera. En este caso se da un “ganar / ganar”.
Por otro lado, es sabido que el curriculum tiene una impronta política considerable, por lo que los docentes contamos con la posibilidad, y la obligación, de problematizar esos contenidos, es decir, aprovechar nuestra formación y capacidad analítica / crítica para enriquecer los mismos. Debemos reflexionar, analizar y transformar los contenidos, o bien complementarlos, teniendo siempre como meta la formación de ciudadanos críticos
La verticalidad de los contenidos y las estructuras escolares nos representa un constante desafío, sumada la enorme cantidad de información que emana de los medios de comunicación que en ocasiones nos abruma y las nuevas tecnologías, nos obliga a formar una mirada crítica, la que por defecto, a su modo, deberán tener nuestro alumnos para formarse como ciudadanos plenos.
Corral, Gimena
Rosalez, Emiliano
Surdo, Mónica
Corral, Gimena
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