Para llegar a la igualdad hay que romper barreras y mantenernos unidas
Vivimos frente una realidad complicada, de la que no necesitamos una explicación para presenciarla, ya que existe un claro reflejo de la inseguridad por el maridaje de las autoridades con los criminales, por la constante de desapariciones y secuestros, que todo aquel que se encuentre dentro del país es susceptible a cualquiera de las desgracias que escuchamos a diario.
Inconscientemente se piensa que la existencia del ejercicio del voto como mujer, es sinónimo de la igualdad de género, pero el hecho de que siendo mujer aumente el grado de vulnerabilidad y sean la mayoría de las víctimas mujeres, demuestra que a pesar que el tema se desarrolle en un contexto inhumano y desfavorable para todos, no existe una igualdad entre hombres y mujeres.
La palabra desigualdad de género se escucha en el número de mujeres que son víctimas de abusos sexuales, en el acoso callejero que viven las mujeres a diario, en la tendencia que existe en contratar en puestos importantes solamente a hombres, en la diferencia de salarios entre mujeres y hombres aunque tengan la misma carga de trabajo, pero el hecho de que se haya tenido que desarrollar el término feminicidio, el acto de matar a una mujer por ser mujer, habla por sí sola la posición en la que nos encontramos como mujeres en México, una posición lejana a alcanzar igualdad y seguridad.
La presencia del orden en el que primero van los hombres y después se coloca por debajo a las mujeres, se ha visto en muchas de las culturas alrededor del mundo, a lo largo de la historia, por lo que automáticamente lo denominamos como un tipo de acto natural, que hacemos inconscientemente sin atrevernos a cuestionar la razón de nuestros actos que hasta el día de hoy continúan. Esta actitud que no nos hemos cuestionado nace de un sistema autoritario ejercido a través de la violencia, controlada solo por el hombre, a este sistema en términos académicos se le conoce como sistema patriarcal, que desde hace tiempo ha sido promovido por dos de las instituciones más importantes, la familia y el estado. Siendo esta la razón por la que el patriarcado se ha mantenido firme y ha llegado a casi todos los confines de la tierra, estando inscrito en todos, incluyendo en las mismas mujeres, que aceptan y justifican la violencia que se les impone.
En lo que va de este año en el 2018, hemos llegado al total de una cifra de más de 500 feminicidios en todo el país, por lo que la lista no se detiene y continúa aumentado día con día. Esta opresión que como mujeres se vive actualmente, ha producido un gran cansancio, de miedo e impotencia, pero quienes se han puesto a cuestionar más allá del sistema en el que vivimos, han decidido manifestarse en contra de esta realidad. Exigiendo en grupos y defendiendo los derechos de la mujer, catalogadas a este grupo de personas como feministas (Hernández, 2018)
Lamentablemente como parte de la estabilidad de este sistema, estos grupos están siendo atacados y desaprobados por gran parte de la sociedad relacionando a estas personas como mujeres radicales que exigen derechos y libertades, de las cuales no todos están de acuerdo. Se describen a estas mujeres con adjetivos negativos como prepotentes, marimachas y radicales, trayendo grandes consecuencias en la sociedad y aumentando la desaprobación con el invento de términos como feminazí, por el simple hecho de defender sus derechos y romper con la vida ideal y el comportamiento esperado de toda mujer (Solé, 2017)
Este tema es solo un ejemplo de cómo la sociedad se manifiesta en contra de que otros tengan derechos que no han sido reconocidos. Es importante darnos cuenta que el rechazo y la reprobación hacia las mujeres por defender sus derechos y compartir sus ideas, están propiciando las bases de lo que hoy se construye el país.
Existe una gran diversidad de ideales y opiniones, por lo que no debemos de olvidar el respeto, pero es importante tomar en cuenta todos los sacrificios que se han hecho como han sido el dolor y la desaprobación que se vivió por parte de aquellas mujeres, que por su determinación nos han abierto puertas que nunca habíamos tenido abiertas.
Como mujeres mantengámonos firmes a nuestros ideales, pero unidas para llegar a la igualdad que aún no hemos encontrado. El propósito final no es hacer más a las mujeres, sino colocarnos al mismo nivel que los hombres. Ya no queremos tener miedo de movernos solas en la ciudad, ya no queremos tener miedo en opinar y participar en un tema de política, de economía, empresarial, ni de deportes. Ya no nos vamos a callar, y por medio de pequeñas acciones construyamos el México que toda mujer se merece, un México que recuerda las voces de quienes no pudieron hablar, por haber acabado con su vida antes de tiempo.
Una vez que exista el apoyo mutuo, sin la existencia de la reprobación de nosotras mismas, habrá todavía mucho por hacer y muchos caminos por dónde empezar. Así que no tengamos miedo de exigir nuestros derechos, salgamos a las calles y marchemos, hagámoslo viral en las redes sociales, compartan sus ideas de los temas que más les apasionen, pero no dejen que las callen por el simple hecho de ser mujer.
Isabel Cervantes
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