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tarde para volver Capitulo 8

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Estaban los tres sentados en la mesa del bar, frente a sus respectivas tazas de té, cuando Alex terminó su relato. Pete sentía una tremenda sensación de culpa.

-Cómo pude juzgar a mi amigo de toda la vida como le he hecho todos estos años, y de la forma en que lo juzgué? -Pensaba en silencio.

Lo conocía desde niño. Conocía sus sentimientos, su manera de pensar y de actuar, sus emociones. Todo.

-Cómo pude entonces juzgarlo tan rudamente como lo he hecho?!- pensaba ahora furioso contra si mismo. –Cómo?!-

No sabía cómo pedirle que lo disculpara.

Sophie se sentía, por primera vez en los últimos cinco años, liberada de una pena que la había acompañado sin cesar, impidiéndole ser feliz.

Ya no era la muchachita abandonada a su suerte sin una explicación

Ahora sabía que Alex no había dejado de amarla repentinamente. Ni la había abandonado siguiendo a otra mujer.

El no saberse abandonada la hacía sentir realmente feliz. Tan feliz!, que no se le ocurrió pensar en Joey y en cuán distinto hubiera sido su presente.

No. Sólo pensaba que no la habían dejado de querer.

Es que la angustia que había sentido durante todos esos años la había hecho pensar que no era merecedora de amor. Se daba cuenta por primera vez que no había sabido valorar todo el amor que Pete le había ofrecido, sin pedir nada a cambio.

-En realidad- se cuestionaba en silencio,- durante todo este tiempo no me he sentido realmente amada pese a todo el amor que Pete me ha brindado. Qué tonta he sido!. Cómo he podido mezclar las cosas de esta forma? Cómo he podido no aceptar ese amor incondicional que me ha brindado?-.

Y todo su pensamiento rondaba en este único y exclusivo tema.

Ambos se quedaron en silencio unos minutos ensimismados en sus pensamientos.

Alex los miraba extrañado.

-Sería posible que después de haber escuchado lo que les había contado, ninguno de los dos mostrara ninguna reacción!-

Es que él no podía adivinar los pensamientos que ellos estaban teniendo.

Cuando al fin Sophie tomó conciencia que nadie había dicho ninguna palabra desde que Alex terminara su relato, lo miró con dulzura y tomándole la mano le dijo, dejando de pensar sólo en ella misma.

-Imagino cuanto habrás sufrido en todo este tiempo! Yo creía que había vivido cosas realmente fuertes, pero hoy comprendo que las que tú viviste fueron mayores-.

-Realmente te agradezco que por fin hayas decidido contarnos todo-. Pete reforzó las palabras de Sophie y agregó -Lo primero que quiero pedirte, amigo, es disculpas por haberte juzgado tan duramente estos años. Debí haber presentido que algo fuera de tu alcance te había sucedido para que tuvieras esa actitud. Pero, reconozco que jamás lo pensé- y continuó tratando de justificarse -Tal era la furia que sentía por tu comportamiento y al ver sufrir a Sophie como la ví, no me ha permitido recapacitar-.

-Comprendo perfectamente los sentimientos que han tenido con respecto a mí- dijo Alex- No necesitan disculparse ninguno de los dos. No creo que yo hubiera actuado diferente a vosotros- y añadió -Ustedes basaban todo en una mentira que por cierto era bastante desagradable. Lo siento, esa noche ninguno de mi familia pensaba con claridad. Mi padre fue el único que aportó una idea y todos la aceptamos simplemente porque no teníamos ninguna otra para evaluar- y continuó en tono esperanzado - Ahora tenemos que pensar que vamos a hacer en el futuro. El pasado ya pasó.

Pensemos como puedo integrarme a la vida de Joey, sin confundir la inocencia de sus 4 años-.

Los tres se quedaron pensando por separado cuál podría ser la forma.

Pete rompió el silencio.

-No quisiera que me malinterpretes Alex pero Joey ha tenido una vida muy feliz hasta ahora, y no veo como puedas integrarte. Somos una familia unida y feliz. Joey no conoce otro padre que no sea yo, y no creo que tenga edad para comprender la diferencia entre un padre adoptivo y uno biológico-.

-Por supuesto que no la tiene- respondió Sophie. -Eso esta claro!-

Alex bajó los ojos en silencio. No tenía nada que rebatir.

Comprendía perfectamente lo que le estaban diciendo. Era exactamente lo mismo que él se había planteado.

Pero también pensaba que ahora que conocía la existencia de su hijo no quería renunciar a él.

Y también estaban sus padres que se sentían abuelos aún sin conocerlo.

La situación era realmente difícil. Ninguno de los tres veía una salida.

Por fin, Sophie tomó la palabra.

-Alex- dijo con voz apesadumbrada- Creo que lo más sensato es que no le digamos nada por ahora. Cuando tenga la edad suficiente para entender podremos explicarle todo y entonces, podrás ser realmente su padre biológico-.

-Y que haré yo hasta entonces? -preguntó Alex casi sin aliento.

-No lo sé- dijo Sophie con lágrimas en sus ojos -Todo esto es realmente complicado, sin contar con lo inesperado que es para todos nosotros. Pero sinceramente, no creo que puedas presentarte a Joey y decirle quien eres-.

-En esto estamos de acuerdo- dijo Alex con una tristeza indescriptible y añadio en un intento de convencerla - pero podría presentarme como un amigo de la familia que va a visitarlos a ustedes y así tendría la oportunidad de conocerlo-.

Pete, quien empezó a sentir que Alex podría despojarlo del inmenso cariño que Joey sentía por él, se opuso terminantemente. No quería ser egoísta con él pero no estaba dispuesto a perder nada de lo que consideraba suyo desde hacia 5 años.

Además, también temió que lo separara de Sophie. Él sabía que Sophie le tenía un inmenso cariño pero que no lo amaba.

No. No pensaba renunciar a nada de lo que tanto amaba! Él había construído esa familia! Él la había cuidado con esmero. Él la había protegido durante todo este tiempo. Él y sólo él.! Si tenía que hacerle daño a Alex lo prefería a cualquier posibilidad de perderla.

-Si quieres conocerlo, se me ha ocurrido una idea- le dijo Pete casi en un susurro, como queriendo que sus palabras se las llevara el viento sin ser escuchadas. -Podríamos encontrarnos mañana en el parque. Nos encontraríamos en la zona de los juegos, y tú podrás verlo desde lejos-. Y añadió -Ya llegará el momento en que puedas sincerarte con tu hijo y abrazarlo- le dijo animadamente mientras en su interior esperaba que fuera dentro de mucho tiempo.

Alex no estaba muy contento con esa decisión pero pensaba que si bien podía tener derechos legales, puesto que un simple ADN demostraría que era su hijo, no tenía ningún derecho a irrumpir en la vida de esa familia. Que era su obligación aceptar la decisión de ellos. Sobre todo pensando que no se podía quedar en Inglaterra.

Sophie estuvo de acuerdo con la decisión de Pete. Sabía que las cosas que ya no tenían arreglo y su familia la formaban Joey y Pete. El conocer las circunstancias por la cual se había llegado a esta situación, no borraba lo vivido en los últimos cinco años.

Quedaron en encontrarse al mediodía del día siguiente. Se despidieron de una manera casi solemne. No se parecía en nada a la forma en que lo hacían cuando eran adolescentes y estaban juntos.

Alex regresó muy triste a su casa. Les contó todo lo acontecido a sus padres. Ellos le preguntaron sino había alguna manera de conocer a Joey.

-Esta noche no hemos podido poner eso en claro. Pero pienso que más adelante encontrarán una manera de visitarlo. No estoy intentando tranquilizarlos ni alegrarlos, de verdad creo que la encontrarán- les contestó convencido de sus palabras.

Se despertó muy temprano. Hoy era el día. Iba a conocer a su hijo aunque fuera de lejos. No iba a poder abrazarlo ni besarlo pero lo vería por fin.

Estaba sumamente nervioso. Parecía que las horas no querían pasar en el reloj. Miraba tan frecuentemente sus manecillas que le parecía que no se movían.

Alex partió en el coche de su madre rumbo al parque. Era el mismo parque en que había besado a Sophie por primera vez. Recordó ese instante. Cuánta emoción había sentido y puesto en ese primer beso! Cuánto lo había esperado! Y qué bien había sabido!. Le pareció sentir en sus labios el calor y el sabor de los labios de Sophie.

Era un agradable comienzo de atardecer. Estaba soleado y aunque también había bastante viento, la temperatura era agradable.

Llegó mucho tiempo antes de la hora prevista y se sentó en un asiento frente a los juegos infantiles.

Miraba a los otros chicos jugar y reír junto a sus padres y pensó con mucha tristeza que él jamás viviría eso con Joey.

Que mala jugada le había hecho la vida!

Suponía que, mas adelante, el formaría una familia con Mabel.

Que si Dios quería, tendrían hijos y que podría disfrutar con ellos lo que hoy le estaba vedado con Joey,

Pero también sabía que Joey existía y él no podía tenerlo.

Los vio llegar sonriendo, a los tres.

Ambos sostenían a Joey, cada uno de una mano y lo hacían saltar al tiempo que se reían a carcajadas e iban contando, como hacen siempre los padres, un, dos tres. Alex no podía oírlos desde esa distancia, pero no tenía dudas que estaban contando.

Llevaron a Joey a las hamacas.

Desde allí lo saludaron con la mano.

Pocos minutos mas tarde, Pete se alejó de ellos y se dirigió a Alex.

-Hola amigo, cómo estás? Has visto que buen muchacho es Joey? Es un chico muy alegre. Tiene muchos amiguitos. Siempre está de buen humor. Le encanta la música, y siempre está haciendo movimientos como si tocara una batería. No te imaginas con que ritmo acompaña con su imaginaria batería lo que está oyendo en cualquier lugar que se encuentre. Le hemos comprado una de juguete y tendrías que verlo como, cuando sentado en el banquillo, ejecuta el movimiento que la música le indica.-

Pete sabía que su amigo estaba sufriendo y trato de consolarlo lo mejor que pudo, después de todo, había compartido con él los mejores años de su vida y le tenía un cariño inmenso

-Alex, sé que estás triste. No debe ser fácil estar viendo a tu hijo en brazos de otra persona. Yo lo único que puedo garantizarte es que lo amo como si fuera mi hijo y no dudes que daría mi vida por él-.

-Gracias- le respondió con tristeza.- Es bueno saberlo. Me alegra que mi hijo sea tan querido. Algún día yo podré decirle también cuanto lo amo. Me parece increíble. Hace dos días no sabía de su existencia. Nunca lo he visto excepto ahora de lejos, jamás le he oído decir una palabra, y no puedes siquiera imaginarte lo que siento en mi corazón por él. Se podría pensar que esto es imposible pero te garantizo que es así- trago con fuerza tratando de quitarse el nudo que sentía atravesado en su garganta.

Pete miró a Alex con tristeza y pensó- Esta bien que lo considere casi un enemigo que puede arrebatarme mi vida familiar, pero eso no me hace olvidar que hemos sido grandes amigos. Me duele también su dolor-.

Tratando de cambiar de tema y con la intención de sacarlo de esa tristeza le dijo que tenía una fantástica noticia que darle.

-Durante toda la mañana no he hecho otra cosa que ocuparme de ti. He dejado de lado todo el trabajo de la oficina- le contó tratando de animarlo. -Tuve que hacer infinidad de llamados puesto que nadie recordaba nada del tema. Llame a todos mis conocidos en la comisaría. Nadie sabía nada. Por fin después de preguntarse unos a otros, alguien recordó tu caso. Prepárate para una excelente noticia. No vas a creerme lo que voy a decirte, pero es absoluta verdad-. Y agregó en tono exaltado -Se presentó una sola denuncia de tu accidente! Una mujer de 80 años, que padecía de insomnio, oyó el chirrido de los frenos y un golpe seco, y bajo a ver que pasaba. En su declaración dijo que vio huir a alguien, pero no pudo ver de quien se trataba, en un coche que le pareció que era negro, pero que podría haber sido gris oscuro. Que la oscuridad de la noche no le permitió distinguir bien el color. Pero que alcanzó a ver la patente y la memorizó. Se acercó para comprobar si el hombre estaba vivo y le pareció que estaba muerto. Subió inmediatamente a llamar a la policía, contándole todo lo que había visto y dándole tu número de patente. Ella fue el único testigo de tu accidente- y añadió solemnemente -Te imaginaras que cualquier abogado hubiera hecho añicos su relato. Bastaba con que ella hubiera confundido una sola letra, un solo número, o simplemente, hubiera invertido algunos de ellos, para que el incriminado en el accidente fuera otra persona y no tú-.

Dio un respiro y agregó -Cómo si esto fuera poco, el hombre que atropellaste era un indigente borracho. Nadie se presentó a hacer ninguna denuncia. Sólo si hubieran podido interrogarte, a lo mejor presionado por el interrogatorio, la culpa y tu corta edad, tú te hubieras incriminado sólo. No había ninguna prueba en tu contra. Sólo el relato de una anciana. Tu coche, apareció muchos meses después, a varios quilómetros- y remató -Nadie hizo ninguna relación con el caso-.

Miro a su amigo a los ojos y volvió a explicarle -En pocas palabras Alex, no hubo nunca un expediente de acusación en tu contra. Eres totalmente libre de volver a Inglaterra sin ningún temor-.

Alex estaba atónito. Tenía la impresión que lo que había oído no podía ser verdad. –No- se dijo, -estoy interpretando mal las palabras. No puede ser que las cosas hayan sucedido de esa manera-.

Quería hablar, pero ninguna palabra salía de su boca.

La garganta, reseca como la sentía, le quemaba intensamente.

Sentía un fuerte dolor en el pecho. No podía respirar con facilidad.

Las cosas le giraban a su alrededor y sin emitir ningún sonido cayó desvanecido sobre el hombro de Pete

Sophie que seguía la escena desde lejos, se asustó.

Bajó a su hijo de la hamaca, lo tomó en brazos, y fue corriendo hacia el banco.

En ese momento, Alex se despertaba de su lipotimia.

Cuando vio a Sophie, con Joey en brazos, se largó a llorar como un niño.

Pete trató de calmarlo inútilmente.

Joey preguntó quién era ese hombre y porqué lloraba.

-No lo sé hijo, es un conocido de tu papá y mío- le había dicho Sophie casi sin aliento -probablemente se ha golpeado y le duele algo-.

Joey, como hubiera hecho cualquier niño de su edad, quiso imitar lo que sus padres le hacían a él cuando se golpeaba. Se acercó a Alex y le besó la mano.

Alex sintió que nuevamente todo giraba a su alrededor.

Trató de respirar profundamente para no volver a desmayarse.

Su cerebro necesitaba oxígeno. Hizo varias inspiraciones profundas.

Se sintió mejor aunque todavía sin fuerzas.

Levantó su brazo y apoyó su mano sobre la cabeza de Joey

No podía creer que había perdido a su hijo POR NADA?

Que había vivido creyéndose un fugitivo POR NADA?

Y aunque ahora su vida sentimental estaba completa, también sintió que había perdido a Sophie POR NADA.

Alex respiró profundamente, repetidas veces.

Movió su mano sobre la cabeza de su hijo revolviéndole sus cabellos castaños como los de él. Ya no lloraba. -Gracias por el beso, me ha hecho mucho bien-.

Joey le dijo a la mamá que estaba muy contento porque con su beso, el señor había dejado de llorar.

Alex volvió a sentir que las lágrimas querían volver a brotar de sus ojos al oír a su hijo, pero con gran esfuerzo pudo contenerlas.

-Eres un niño muy dulce- le dijo -Es verdad, tu beso calmó mi dolor. Gracias por dármelo-.

-Puedo darle otro si quiere- le dijo inocentemente Joey

-Por supuesto que quiero. Puedo abrazarte, Joey?- le preguntó sintiendo que un nudo en la garganta le dificultaba articular las palabras.

Él asintió con un movimiento de cabeza.

Alzó a su hijo en brazos y lo apretó fuertemente dándole un beso en la mejilla.

Joey le respondió con otro beso en la mejilla, tal como le había prometido.- Estás mejor ahora- le preguntó- ya no te duele verdad?-

Sintió su calor y lo sintió SU HIJO.

Lo abrazó y besó nuevamente. No quería separarse de él.

A Pete no le gustó la escena.

Al igual que el día anterior sintió miedo, mucho miedo de perder a su hijo, así que le dijo a Sophie que era hora de irse. Casi le arrebató a Joey de los brazos. Tan brusco fue su movimiento.

Alex no quería soltarlo. No quería dejarlo ir. Era su hijo y no el de Pete.

Sophie intervino entonces diciéndole -Alex, debemos marcharnos, sabes que nos hemos salido de lo que habíamos acordado. No empeoremos la situación, por favor. Joey es muy pequeño. Ninguno de nosotros queremos que sufra, verdad?-

Alex comprendiendo la realidad, asintió sin ganas.

Lo que menos quería en el mundo en ese momento, era hacerle daño a su hijo. Pero tampoco quería separarse de él.

Los vió sin volver la vista atrás.

Volvió a desplomarse en el banco. No tenía fuerzas para caminar.

Él había creído que lo que había pasado esa noche en que ocurrieron los hechos había sido lo peor que pudiera ocurrirle en la vida.

Ahora sabía que eso no era nada comparado con esta pérdida.

Intentó ordenar sus ideas. Trató de calmarse, pero no pudo.

Llamó a su padre por teléfono pero estaba trabajando.

Quería que alguien viniera a buscarlo. Sentía que no iba a poder caminar solo hasta donde había dejado aparcado el coche, aunque fueran unos pocos metros.

No sabía cuanto tiempo permaneció sentado en el parque.

El viento había aumentado y tenía frío, mucho frío.

Aunque en realidad no sabía si lo que sentía era frío en el cuerpo o era frío en el alma.

Por fin se levantó lentamente.

Comprobó que sus piernas podían sostener su cuerpo.

Se dirigió a su coche. Permaneció sentado frente al volante durante un tiempo. Todavía no se sentía con muchas fuerzas y temía ponerse a manejar.

Cuando llegó a su casa, no había nadie. Buscó una botella de whiskey y se tiró sobre el diván.

Al volver del trabajo sus padres lo encontraron tirado sobre el sofa del living.

Tenía la vista fija en el techo. En el suelo había una botella vacía.

Ni se movió de su posición ignorando la presencia de sus padres.

Cleve monto en cólera.

Es que su hijo jamás dejaría de mostrar ese aspecto lamentable!? pensó.

No le gustaba verlo borracho. A ningún padre le debe gustar, suponía, pero a él específicamente le recordaba esa noche maldita.

Kelly supuso que el encuentro con Joey había sido demasiado fuerte para su hijo y que por eso se encontraba en esa situación. Casi todas las madres tienden a encontrar una explicación para la conducta de sus hijos en lugar de culparlos, cuando lo encuentran en una situación que no les gusta.

Se acercó a él y le preguntó dulcemente.

-Cómo te ha ido en el parque?-

Alex soltó una carcajada. Kelly lo miró asombrada.

-Que cómo me ha ido, mamá?- y exclamó con sorna -Fantástico. Realmente fantástico. No hay otra palabra que lo explique con más precisión. No van a creer lo que voy a contarles. Mejor siéntense al lado mío-.

Cuando Alex les explicó lo que había investigado Pete, sus padres se pusieron contentísimos.

No podían entender porque su hijo estaba en ese estado de desolación. Por fin podría volver a Inglaterra sin temor.

Pero -¿qué le pasa a mi hijo?- se dijo para sus adentros, Cleve.

-En lugar de estar festejando está en ese estado de desesperanza. Parece como si hubiera recibido la peor noticia del mundo-.

Cuando se lo preguntó, Alex volvió a soltar una carcajada. Era una carcajada mezcla de rabia, de sorna, de tristeza y de desesperación.

-Así que no sabes lo que me pasa? Ni siquiera puedes suponer lo que me pasa?-

-No.- le contestó Cleve. No puedo-.

-Pero es que no te das cuenta papá que he perdido a mi hijo, a mi vida, a mi amor de adolescente, POR NADA-.

-Cómo que has perdido todo, por nada? No te entiendo-.

-Papá- le preguntó Alex asombrado. -Has escuchado mi relato? Todo mi relato?-

-Por supuesto que lo escuché. Muy atentamente. No creo haberme perdido una palabra-.

-No hubo cargos en mi contra, papá!. No hubo cargos! Jamás existió una denuncia contra mi.-

-Y eso te pone de mal humor? -le pregunto Cleve sin entender a su hijo.

-Lo que me pone de mal humor es haber hecho lo que hicimos. Haber huido esa noche sin averiguar primero todo lo concerniente al accidente- replicó Alex.

-Ahora, soy yo quién te pregunta si le has prestado atención a lo que te ha contado Pete- le dijo Cleve.

-Por supuesto que lo hice- respondió Alex con furia. Es que su padre lo estaba cargando?

-Entonces, reacciona y piensa. Cuánto crees que hubieras durado en el interrogatorio sin incriminarte? Tenías 18 años, Alex, por el amor de Dios! -le dijo su padre exasperado.-Sabes lo que es la presión policial, cuando quieren que declares algo? Tienes idea por lo que hemos pasado tu madre y yo, cuando nos interrogaron? Sólo la reacción inteligentísima de tu madre nos sacó del atolladero. Probablemente si hubieran seguido con ese tenor, hubiéramos terminado confesando y hubiéramos sido culpables de encubrimiento-.

Tomo aire y mas tranquilo comentó -Sabes cómo nos presionaron a ambos con que podíamos ir a la cárcel por eso? No tienes la menor idea de lo difícil que es mantener una mentira en esas condiciones. Teníamos todo ensayado, palabra por palabra. Lo decíamos de memoria. Supongo que la policía lo habría notado y por eso insistían tanto. Pero no nos movimos en ningún momento de nuestra posición-.

Alex estaba comenzando a entender las palabras de su padre.

-Tendrías que haber visto a tu madre actuando! Te puedo asegurar que cualquier actriz le hubiera tenido envidia. Tu hermano también se había aprendido el libreto. Por suerte a él, no le preguntaron nada, porque tampoco estoy seguro si hubiera salido ileso. Era demasiado pequeño entonces-.

-No, Alex, no tienes la menor idea lo que es mentir en una situación semejante y tratar de conseguir que tu mentira sea creíble- le repitió su padre recuperando su furia. -Me quieres explicar como hubieras inventado tu libreto si no teníamos la más mínima idea de los datos de los que disponía la policía?-

Alex se tranquilizó.

Toda la rabia que había acumulado contra su padre desde que lo había escuchado a Pete y que hizo que lo culpara interiormente por actuar tan intempestivamente aquella noche, desapareció.

Su padre tenía razón.

Con 18 años, sintiéndose tan culpable por los hechos como se sentía, y, sin tener la menor idea de los datos de los que disponía la policía, no hubiera tardado en decir que había sido él el que había atropellado a aquella persona, y seguro que hubiera dicho que lo había hecho porque estaba borracho, aún sin que nadie le preguntara nada.

Pese a que estaba ebrio tenía su mente lo suficientemente despierta como para comprender claramente toda la situación.

-Y que vas a hacer ahora- le preguntó su madre. -Volverás a vivir en Inglaterra?-.

Alex pensó en Mabel y en su vida en los últimos años en España.

No quería enfrentarse a sus antiguos amigos ni vecinos para contar una mentira de su vida en una secta en la que nunca había estado.

Y claro, tampoco les iba a contar la verdad como lo había hecho con Kelly y Pete.

-No mamá- le respondió casi sin dudarlo- Mi vida esta ahora en España. Mabel es una muchacha latina, con alma muy pero muy latina. No comparte las costumbres inglesas. En alguna oportunidad le he preguntado si le gustaría vivir en Inglaterra y, aunque jamás ha estado aquí, me contestó con mucha seguridad que no. Ella piensa que somos demasiados fríos, demasiados estrictos, sumamente estructurados. Está acostumbrada a un estilo completamente diferente y aunque España no es lo mismo que Uruguay, se parece bastante-.

Definitivamente,- concluyó- no volveré. No por el momento al menos.-

Sus padres se entristecieron,

Siempre habían esperado que algún día su hijo volviera.

Pero comprendieron los sentimientos de Alex y no les quedaba otra opción que respetarlos.

Él ya era todo un hombre pese a sus 23 años. Todo lo vivido lo había hecho madurar mucho.

-Y que pasará con nosotros y Joey? - preguntó Kelly. -Somos sus abuelos-.

-Lo sé, mamá, pero no sé que papel podrían jugar ustedes aunque, supongo,- dijo cavilando- que a un niño nunca le sobra un par de abuelos extras-.

Y agregó mas convencido -La situación de ustedes es completamente diferente a la mía. Tendrán que hablar con Kelly y Pete. Yo no voy a hacer nada por el momento para modificar la estructura de esa familia, así que no esperen que pida un ADN para confirmar mi paternidad. Tendrán que ver ustedes que solución encuentran.-

Alex se sentía sin fuerzas -Lo siento mucho, pero estoy demasiado confundido y demasiado cansado para pensar en eso. Por lo menos no puedo hacerlo hoy. De todas maneras, la decisión definitiva está en mano de sus padres actuales-.

-Creo que voy a preparar mis maletas y volverme a España- dijo Alex resueltamente.

-Por que quieres irte tan pronto?- le preguntó su madre. -Mabel está en Uruguay. Qué apuro tienes por volver?-

-No quiero ver a nadie aquí, en Inglaterra. No quiero dar explicaciones falsas. Basta de mentiras para mí! En España no tengo que explicarle nada a nadie excepto a Mabel, y eso voy a hacerlo apenas la vea. Luego comenzaré a vivir una vida sin mentiras. Y espero cumplir esto siempre-.

Se dirigió al ordenador para comprar su billete de avión.

Había un vuelo para el día siguiente después del mediodía, así que lo compró.

Hubiera querido quedarse un poco más con sus padres y hermano, pero se sentía agotado como para seguir enfrentándose a esa situación.

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