Dos historias de amores tardíos.5
Jorge y María eran amigos desde el colegio primario. Juntos hicieron también el colegio secundario. Eran capaces de contarse las cosas más íntimas sin sentir vergüenza el uno del otro. Se conocían tanto entre si como a si mismos.
María sabía desde muy jovencita, por no querer exagerar y decir desde niña, que amaba a Jorge con todo su corazón. Pero también sabía que Jorge sólo la quería como su amiga.
Por eso jamás le dejó entrever sus sentimientos. Era lo único que le ocultaba.
Convencida que jamás sería su pareja en la vida, quería mantener su amistad por sobre todas las cosas. De haber hecho la más minima insinuación, Jorge comenzaría a reaccionar distinto frente a ella y eso era algo que ella se había propuesto evitar a toda costa.
Así que se limitó a escuchar de él todas las conquistas que hacia. Sus éxitos y sus fracasos.
Él le había preguntado muchas veces que le pasaba que ella no salía con nadie.
-Tan difícil es conquistar tu corazón- le preguntaba en tono burlón sin sospechar siquiera que su corazón era absolutamente de su dominio.
-Es que no he encontrado a nadie hasta la fecha que haya logrado conquistarlo- le respondía siempre María – Soy joven todavía no veo porque tengo que apurarme-.
-Sólo porque es mas agradable estar en pareja que en soledad—le decía sonriente Jorge- yo me siento tan solo cuando no la tengo que no puedo evitar en cuanto pierdo una, salir a buscar un reemplazo y tratar de encontrarlo lo mas rápido que pueda-.
-Gracias por la parte que me corresponde de tu soledad- le dijo entre triste y burlona María – Pensé que mi compañía no te permitía sentirla, al igual que la tuya no me lo permite a mi-.
-No seas tan sensible María- No me refería a estar solo como persona. Por supuesto que tu compañía no me permite estarlo en ningún momento. Me refería a estar solo en el momento de sentir necesidades de caricia y sexo. No me gusta mucho tener relaciones casuales. Soy de esas personas que son muy enamoradizas, pero que necesitan una persona que realmente le interese para estar a su lado-.
-Lo se- dijo María riéndose- fue solo una broma-.
Jorge siguió teniendo muchas parejas ninguna de ellas muy duraderas. Pero siempre disfrutó de cada una de ellas mientras estaban juntos. Él nunca dejó de regocijarse de su sentimiento enamoradizo, como el mismo había definido en una oportunidad.
María intentó en algunas oportunidades tener una pareja estable sabiendo a conciencia que jamás dejaría de querer a Jorge y que no tenía sentido llenar su vida de soledad, pero nunca lo logró.
Cuando Jorge conoció a la que sería su esposa, María, inmediatamente presintió que esta vez sería la mujer con la que se casaría y que por supuesto no se equivocó. Desde un primer momento quiso transformarse en su amiga. No quería que su relación con él se viera alterada por los celos de ella.
Y con el tiempo llegó a quererla como tal.
Cuando planearon el casamiento ella le pidió que fuera su testigo de civil lo que María aceptó sin dudar.
Luego, cuando llegó el primer hijo le pidió que fuera su madrina, a lo que también esta vez dijo que si. Tenia la sensación de que ser la madrina del hijo del hombre que amaba la hacía sentir un poco madre de él.
Ella no perdía las esperanzas de encontrar a alguien a quien amar, no con la intensidad que amaba a Jorge. pero con el suficiente cariño como para formar una pareja, pero a medida que el tiempo pasaba y esto no sucedía, se fue abocando cada vez mas a su ahijado, sintiendo que probablemente, el amor hacia este niño, sería lo mas parecido al amor maternal que ella podría sentir en su vida.
Durante todo el período que duró el matrimonio de Jorge, que fue cerca de veinte y cinco años, ella tuvo varias parejas pero con ninguna se animó a formalizar. En dos oportunidades le pidieron matrimonio pero ella consideraba que era una determinación demasiado importante sabiendo por anticipado que era un error aceptar la proposición.
Cuando Jorge decidió separarse de su esposa de común acuerdo, ella volvió a ser el remanso para sus infortunios y nuevas citas. Siempre estuvo a su lado para escucharlo y siempre encontró una palabra de apoyo cuando se sintió triste.
Jorge ya no sentía esos enamoramientos pasajeros con tanta facilidad como en su juv
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