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viernes 29 de marzo del 2024
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Intolerancia,24

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Tatiana demostró desde muy pequeña su interés por la biología. Niña todavía, solía hurgar por los rincones de bosques y playas tratando de encontrar algún tipo de vida que el mundo ignorase y soñaba despierta que el mundo la admiraría por sus logros, le harían entrevistas para la televisión y todos se maravillarían con su inteligencia. Sus oídos escuchaban cómo la gente se asombraba ante su descubrimiento y decían: -“mira, una niña fue capaz de descubrir lo que los científicos adultos no pudieron hacer”- Y suponía que todos los medios televisivos se pelearían por querer tener primero que nadie una entrevista con ella, para que pudiera explicar como lo había logrado. Tenía también en claro, que a pesar de toda esa fama, ella sería muy humilde y les diría a todo aquel que quisiera oírla, que sus logros se debían a que siempre había estado tratando de descubrir algo y que la suerte por fin, se lo había permitido encontrar.

Cuando fue adolescente y ya sabiendo que la biología marina era su mayor pasión, aprendió a bucear. Cada vez que se sumergía suponía con que encontraría en las profundidades una nueva especie y que a partir de ese momento se dedicaría a estudiar su evolución y comportamiento y que además, escribiría un tratado tan completo, que seria premiado internacionalmente.

Cuando emergía sin haberlo descubierto, sentía una pequeña sensación de fracaso, pero como era una mujercita muy positiva se decía a si misma  -“ todavía no es el momento de encontrarlo, pero se que ese día llegará alguna vez. Estoy segura, completamente segura”-

Apenas termino el instituto comenzó sus estudios de Biología en la Universidad de Berkeley.

Siempre fue una alumna muy aplicada. En su subconsciente pensaba que si quería descubrir algo, tendría que saber muy bien todo lo ya descubierto para poder diferenciarlo. Por eso ponía interés y atención en cada materia de una manera apasionada.

Durante los dos primeros años de universidad, jamás dejo de pensar en que algún día no muy lejano, lograría alcanzar la meta tan ansiadamente esperada.

Una mañana, después de salir de clases,  vio anunciada en la cartelera una conferencia sobre la evolución marina en los últimos años, dada por un orador recién llegado de Israel. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la sala donde ésta se iba a desarrollar, no sólo contenta, sino también entusiasmada y anhelante.

Cuando dieron el nombre del conferenciante “Sebastian Hoffman”, sabiendo que venía de Israel, lo asoció inmediatamente con el hijo de la amiga de su madre. -No puede ser otro- pensó Tati –serían demasiadas coincidencias -nombre y origen-, tiene que ser él-.

La conferencia fue realmente brillante y Tati se había quedado muy impresionada, no sólo por todos los nuevos descubrimientos que abrían ante sus ojos, sino por la forma en que había sido encarada la presentación, desde su inicio hasta el final. Jamás dejó de ser sumamente interesante, pese a la diversidad de nombres que iba dando a medida que mostraba las diapositivas.

Decidió que una vez terminada, se acercaría al orador para preguntarle si era el hijo de Ruth Kurosky,  lo que hizo resueltamente. Se acercó a la tarima en el momento en que el estaba por retirarse, encarándolo resueltamente -”Profesor Hoffman puedo hacerle una pregunta?

-Por supuesto dijo, aunque creí que ya había terminado de contestarlas a todas-. La miró sonriente y con suma amabilidad agregó –pero quién se negaría a contestar una ultima pregunta a una jovencita tan bella como usted?-.

-Gracias por el halago- le dijo entre picarona y avergonzada Tati – se lo devolveré diciéndole primero que la conferencia ha estado sensacional. No ha habido una palabra  para desperdiciar, lo que no es nada fácil habiendo sido tan extensa. Creo que no me he perdido nada de lo que ha dicho-.

-Halago devuelto-  le contestó sonriente Sebastian – y dejo aclarado que me ha ganado. El suyo ha sido mayor que el mío, puesto que el mío fue una verdad absoluta y no estoy tan seguro que sea así con respecto al suyo-.

-Creo que fueron muchas las personas aquí presentes que le han coincidido con mis apreciaciones- respondió Tati resueltamente y con cierto aire de simulado enojo  – y a todas ellas se lo agradeció sin ponerle objeciones. Porqué esta objetando el mío entonces?-.

-Que puedo responder ante el público. Sólo me resta agradecer la generosidad de la gente que lo hace. Pero agradecerle no es lo mismo que creérmelo- le dijo muy serio Sebastian.

-Pues comience a creerlo porque es la verdad. Nunca halago algo por el mero hecho de halagar, ni por hacer sentir bien a la persona que lo recibe. Si no me gusta algo, prefiero callarme, porque tampoco me parece correcto de no haber gustado su disertación, acercarme para decirle que me había parecido mala. Pero en este caso y no lo tenia pensado decir, me nació espontáneamente cuando comenzamos la conversación y no fue ni premeditado ni adulador- le dijo Tati conservando ese aire de aparente enojo.

-“Halago aceptado sin objeción” dijo levantando la mano en señal de juramento Sebastian – y además de  aceptado, agradecido. Ahora pasemos a lo que había venido a preguntarme-.

-Perdóneme si soy indiscreta pero cuando escuche su nombre tuve la sensación que usted podría ser el hijo de la amiga de mi mamá. Su madre se llama Ruth Kurosky?- le pregunto Tati.

-En efecto-  dijo Sebastián mostrando en su rostro un dejo de asombro e incredulidad, mientras continuaba diciéndole – no va a decirme que usted es la hija de Natasha …………….Natasha…..no recuerdo el apellido. Lo es?-.

-.En efecto lo soy- dijo Tati sonriente  -Esto si que es una casualidad. Había oído hablar de usted a mi madre, siempre alabándolo por lo brillante que era en sus estudios y nunca me imaginé que algún día iba a  conocerlo de esta forma, puesto que si bien nos hemos visto de chicos en alguna ocasión, no tenía el menor recuerdo suyo-.

-Supongo que lo de brillante sería transmitido por mi madre- dijo sonriente Sebastian. –Todas las madres son iguales. Yo también escuché muchas alabanzas sobre usted y por supuesto, fueron transmitidas por la suya. Tampoco recuerdo encuentros pasados. Supongo que habrán sido cuando vivía en Buenos Aires y en ese entonces usted sería una niña.

-Así es- le repuso Tati, generalmente me quedaba en casa de mis abuelos cuando mi madre visitaba a sus amigas. A la única casa que la acompañaba era a la de Gladys, pues me gustaba jugar con Lucila y Sebastián, el otro Sebastian, es al que me estoy refiriendo

Mi madre antes de partir para acá me aconsejó que me pusiera en contacto ………dijo Sebastian mientras pensaba lo que iba a decir-……puedo tutearte? De hecho somos viejos conocidos aunque nunca hemos hablado entre nosotros-.

-Por supuesto que puedes- dijo sonriente Tati –puesto que es verdad que somos viejos conocidos. Se muchas cosas sobre tí-.

-.Lo mismo que yo sobre tí-le respondió sonriente.- Te estaba comentando lo que en este momento me parece muy gracioso. Mi madre me pidió que me pusiera en contacto con vosotras cuando necesitara algo, que Natasha me ayudaría con mucho gusto en todo lo que estuviera a su alcance y yo me negué rotundamente diciéndole, que me las sabía arreglar solo y no necesitaba una madre sustituta. Mira lo que es el destino!-.

-.Pues sigamos los consejos del destino entonces- le dijoTati resueltamente –Te espero a cenar en casa cuando tengas tiempo. Primero tengo que aclararte que mamá no sabe cocinar. Tal vez te cueste creer que ni siquiera los huevos revueltos le salen bien y lo único que yo se hacer, son “spaghettis a la bolognesa” porque es mi plato preferido y no me gusta el que viene congelado del supermercado. Te vuelvo a decir que es lo único que se hacer, pero me salen riquísimos. Me los enseño a hacer la madre de mi amiga que es de ascendencia  italiana-.

-Y quien podría resistirse a una invitación semejante viniendo de una personita como tú?- le dijo Sebastian con aire picarón y dejando entrever que le gustaría compartir algo más que una cena con ella.

-Hecho entonces- le respondió Tati, quien también estaba pensando que no sería nada desagradable tener una aventurilla con el hijo de la amiga de su madre –aquí está mi teléfono. Me llamas y arreglamos el día y la hora, te parece? - dijo al tiempo que anotaba el número de su celular  en una hoja de su cuaderno, la que arrancó y  entregó.

-Te llamaré. No lo dudes. Dale a tu madre mis saludos mientras tanto- le respondió al tiempo que guardaba en su maletín la hoja con el número.

La llamó al día siguiente con la única intención de conversar con ella. Estuvieron charlando sobre diversos temas de biología y ambos intercalaban en la conversación, cuando la oportunidad lo permitía, algunas preguntas personales. Convinieron en encontrarse el sábado por la noche en su casa. Ella prepararía los famosos spaghettis y luego de cenar, irían a tomar algunas copas y a bailar.

Tati se esmeró en preparar la cena. Sus padres la compartirían con ellos. Estaba muy entusiasmada. Era la primera vez que preparaba alguna cena para alguien. No era una persona de tener relaciones sentimentales prolongadas. Le gustaban las aventuras y las novedades, por lo que nunca se le había presentado la ocasión de que alguien viniera a conocer a sus padres. Pero esta era una situación diferente. Nunca antes había conocido a un muchacho que viniera de otra ciudad y mucho menos que tuviera lazos de amistad con sus padres.

Se había puesto un sencillo vestido rojo muy ceñido al cuerpo que le asentaba de maravillas, dejando entrever la esbeltez de su joven figura. Los cabellos los había dejado sueltos como era su costumbre y se había maquillado ligeramente.

Cuando Seba llegó se quedó deslumbrado. Lucía mucho más bella que esa mañana en la universidad o por lo menos, esa fue la impresión que le causó.

Traía dos ramos de flores obsequiando uno a cada una de las dos mujeres de la casa.

-No sabes el placer que me produce verte personalmente después de tantos años- le dijo Natasha al tiempo que lo abrazaba. -Si mal no recuerdo la última vez que te ví en Buenos Aires, tendrías unos quince o dieciséis años y mírate ahora, te has convertido en todo un hombre. Y que guapo estás!  Desde que emigraron a Israel he dejado de verlos. Es que soy un poco aprehensiva y me produce cierto temor viajar a esa ciudad que vive en conflicto casi permanente. Creo que si me hicieran hacer un simulacro de ataque como se que acostumbran, me moriría de la impresión aun sabiendo que no es real-.

-Tienes razón- le contestó Seba – mucha gente tiene esa impresión. Sin embargo todos estáis totalmente equivocados. Los ataques terroristas están en todas partes y en donde nunca hubo uno, siempre existe la sombra de que se produzca el primero, puesto que el mundo está desesperadamente agresivo y la intolerancia entre las distintas etnias es cada vez mayor. Lo malo es que nadie o muy pocos países se preocupan por hacer esos simulacros, que le enseñan a la gente como defenderse y protegerse y no sabes cuántas vidas han salvado-.

-No puedo negarte que lo que has dicho. Es sin duda, indiscutible Seba- le respondió Natasha – Un ataque terrorista puede estar a la vuelta de cualquier esquina y en el momento menos pensado y todos deberíamos saber que hacer en casos semejantes. Nunca lo había pensado de esta manera hasta ahora. Pero bueno, estamos conversando todavía parados. Pasa al living y siéntate. Quieres un aperitivo o prefieres una copa de vino?-

-Una copa de vino estaría bien,  tinto si es posible- le respondió con una sonrisa Seba.

-Te olvidas que soy cardióloga? Le dijo burlonamente Natasha – en esta casa el único vino que se toma es el tinto. Se ha discutido muchas veces sobre los beneficios que aporta al corazón, pero los produzca o no, es el más rico de todos y si es que además los tuviere,  sería una doble razón para tomarlo, no te parece?-.

-Si me parece- le respondió Seba –Supongo que es la misma costumbre que hay en casa. Allí también sólo hay vino tinto. Se deberá a la misma razón aunque mi madre sea cirujana’?-.

-Por supuesto que debe ser así. Cuando éramos jóvenes preferíamos el champagne. Era el invitado permanente de nuestras reuniones. No recuerdo exactamente cuando lo cambié por el vino, pero hace ya de eso. bastante tiempo. Tampoco recuerdo si lo cambié por sus efectos benéficos o no. Aquí en San Francisco  se acostumbra mucho a usar el vino tinto, por lo menos en el grupo de amigos y conocidos con los que me rodeo. Y ahora no lo cambio por ninguna otra bebida-.

- Tengo que reconocer que no soy tan fanático – le contestó Seba – a mi me gustan mucho los tragos largos, especialmente los preparados con vodka-.

-A mi también me gustan los tragos largos pero sólo cuando voy a bailar o salgo de copas- acotó Tati- En casa sólo tomo vino y no es justamente por no contradecir a mi madre-.

-Cambiando de tema- dijo Natasha –Cuanto tiempo te piensas quedar en San Francisco?-.

-Por lo menos mientras dure mi beca de investigación, es decir aproximadamente un año. Después veré- dijo dubitativo Seba – tengo la sensación que podría hacer una carrera mas amplia aquí. Este país es tan grande, que puedo moverme por diferentes lugares sin salir de él. Ello me permitiría apreciar diferentes faunas marinas, con tanta variedad como las que presentan sus disímiles costas y climas. Además podría apreciar diferentes regiones y obtener distintos puntos de vistas. Israel es una nación maravillosa pero muy pequeña.

Pero por el momento no he pensado demasiado en el tema. Es que hace solo tres semanas que estoy aquí-.

- Y te sientes a gusto? – le pregunto Natasha, dándose cuenta en ese preciso instante como  Tati ponía ceño de enojada, porque no le daba lugar en la conversación, por lo que se prometió que una vez contestada esta pregunta, intentaría quedarse callada.

-Muy a gusto- respondió mostrando un gesto de satisfacción – la gente de la universidad es magnífica y todos me hacen sentir muy confortable y respetado. Me escuchan con mucha atención cuando me refiero a un tema de mi incumbencia, como si fuera una personalidad-.

-Pues será porque te lo has sabido ganar- contesto Natasha olvidándose la promesa que se había hecho de no volver a hablar- la gente de aquí no regala su complacencia a cualquiera, pero es incondicional cuando se la ganan-.

-Parece que yo he tenido suerte- dijo humildemente Seba.- No creo estar todavía lo suficientemente preparado como para recibir tantos halagos. Sabe que su hija me dijo que no se había perdido una palabra de mi conferencia en día que nos encontramos? Realmente lo sentí como un gran cumplido, máxime viniendo de parte de una jovencita. Cuando supe quien era y lo estudiosa que siempre ha sido,   me sentí más halagado aún-.

-Y yo te garanticé y te lo vuelvo a hacer- se apresuro a intervenir Tati antes que su madre le sacara la palabra –que no fue de ninguna manera un halago, sino la más absoluta verdad. Estuviste brillante, no sólo por la claridad con la que expusiste el tema, sino por la forma en que atrapaste al auditorio con tu tono y tu inflexión de voz, pausada sin ser monótona, lo que permitía entenderte fácilmente sin aburrirse y eso que como te dije antes, que vertiste una cantidad de conceptos desconocidos para mi, a los que trataba de retener y copiar en mi cuaderno-.

-Ves Natasha, así me tratan en el campus,  vosotros sois muy halagadores- dijo volviendo su vista hacia ella, lo que puso mas ceñuda a Tati, percibiendo que otra vez su madre, era el centro de atención de la reunión y que acaparaba a Seba en forma absoluta.

-Me alegro que te sientas tan bienvenido- respondió Natasha quien ya no tenía dudas acerca del rictus de su hija y quería no tratar de interponerse más en la conversación –ahora si me disculpan, tengo que hacer algunas cosas. Vosotros quedaos aquí hasta que la comida esté servida. Tati ya ha preparado la salsa, le ha salido estupenda,  ya verás cuan exquisita está. Cuando el agua esté hirviendo pondré a hervir los spaghettis y la llamaré para que ella los retire justo en su punto, puesto que yo no se hacerlo-.

-De acuerdo mamá- le dijo Tati con una sonrisa de complicidad- de todas maneras todavía tenemos que esperar a que llegue papá, que no se porqué esta tardando tanto en volver-.

-Pues se habrá quedado como siempre conversando- dijo sonriente Natasha – ya sabes cuál es su característica!- y volviendo su mirada a Seba le explicó -Como escritor que es, no termina jamás una charla sin haber acabado todos los detalles que se presentaron en la misma. Nada puede quedar en suspenso. Siempre ha sido así. Supongo que es parte de su profesión, no dejar un “libro inconcluso”. Permiso-. dijo Natasha al tiempo que se retiraba para la cocina.

Apenas llegó su padre, comenzaron los preparativos finales para la cena, especialmente controlar el punto justo en el agua, para verter los spaghettis y controlar que su cocción sea la justa, para sacarlos bien “al dente”.

La velada transcurrió en un ambiente agradable, aunque Natasha siguió teniendo siempre, la ultima palabra con Sebastian. El respondía cortésmente, explayándose en todos los detalles necesarios, a cada una de las preguntas que le formularon sobre su madre y el accidente. Se lo notó calmo mientras relataba los sucesos. No parecía que le afectara hablar sobre un tema tan escabroso.

Sebastian elogió en varias oportunidades el sabor de los spaghettis, aclarando que jamás había comido un plato tan exquisito. Esa adulación hizo colorear, en cada oportunidad, los pómulos de Tati, a la vez que la hizo sentirse ufana por su labor.

-Jamás dejaré de aceptar una invitación para otra cena- dijo con aire picaresco Seba – no terminarás de hacerme la pregunta, cuando ya estaré aceptándola. No es un elogio. Es la mejor pasta que he comido en mi vida. Mi madre tampoco es buena cocinera y mi novia, mejor dicho mi ex novia, hacia exquisitos platos pero solo regionales. No le gustaba la pasta, así que jamás me preparó algo parecido-.

-Gracias y deja ya de alabarme o vas a hacer que me sonroje de vergüenza- le dijo Tati sonriente – Yo se que los preparo muy bien, te lo había aclarado antes que vinieras, pero de ahí a que sea lo mas exquisito que hayas comido, no puedo creértelo-.

-No digo lo más exquisito que he comido, sino “la pasta” más exquisita que he comido- le contestó con una hermosa sonrisa Seba –He comido muchas exquisiteces en mi vida, pero ésta es la mejor pasta de todas. Y con muchísimo gusto aceptaría repetirla-.

-Cuando quieras, las puertas de esta casa estarán siempre abiertas de par en par, para ti- dijo Tati. –Te dije que era mi plato preferido, así que nunca tengo inconveniente en prepararlo. Eso si, no me pidas variedad. No se hacer nada más-.

-La variedad la puedo conseguir en cualquier restaurante, no te preocupes por eso. Vendré a comer spaghettis y sólo spaghettis-  le contestó Seba mientras seguía sonriendo al hablar.

-Cada vez que te sientas solo, puedes llamarme y decirme que vienes. Siempre serás bienvenido- le dijo Natasha con una sonrisa amable –eres el hijo de una de mis mejores amigas, por lo tanto eres mi amigo también-.

Gracias Natasha- le contestó con la misma amabilidad Seba.

-Me olvidé de contarte, mamá- le dijo Tati mientras miraba a su madre – Sebastian me contó el día de la conferencia que su madre, le había pedido que acudiera a ti cada vez que necesitaba algo y que él le respondió que no lo haría. Parece que mis spaghettis lo hicieron cambiar de opinión- concluyó burlona.

-No fueron sólo tus spaghettis que estaban riquísimos sino tú y tu familia que es acogedora y cálida- contesto Seba con aire de complicidad.- Y ahora que te parece si salimos a caminar y a tomar algo y luego vamos a bailar como lo teníamos planeado?

-Me parece una idea fantástica- contesto picaronamente Tati –estaba esperando ansiosa la invitación. Ya estaba pensando que la habías olvidado.

-Es que me he sentido tan a gusto esta noche, que creo que no me di cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo- respondió como disculpándose Seba –pero en ningún momento olvidé completar nuestra cita. Señores-  dijo dirigiéndose a ambos padres -no esperéis que os la devuelva pronto. La pienso acaparar por mucho tiempo. Tenéis una hija preciosa y quiero lucirme llevándola del brazo por la ciudad-.

-Que os divirtáis mucho- le dijo Natasha dándole un beso en la mejilla a Tati y otro a Seba –no te molesta que te de un beso verdad?-.

-Por supuesto que no- respondió Seba – y para demostrarle que no me molesta te lo devolveré- dijo al tiempo que la besaba en la mejilla. Luego le tendió afectuosamente la mano al padre de Tati.

Pararon primero a tomar unos tragos en un bar del centro de la ciudad. Charlaron sin parar, contándose anécdotas de las cosas graciosas que les había pasado en sus vidas y sobre el tema que tanto les apasionaba a ambos, la biología. Tati se sentía libre. Por fin su madre no estaba interponiéndose entre los dos. Realmente se había sentido muy desplazada por la actitud absorbente de su madre y ahora podía desquitarse y disfrutar de toda la atención de él.

Después fueron a bailar y mientras lo hacían, las caricias fueron naciendo espontáneamente hasta que Seba la invitó a ir a un hotel, aceptando Tati sin dudar.

Tuvieron un encuentro sexual apasionado, donde ambos se entregaron felices tratando de satisfacer al otro en todo momento y en forma alternada.

Aproximadamene a las cuatro de la madruga, llevó a Tati a su casa, despidiéndose muy dulcemente.

Al día siguiente Tati se levantó muy tarde. Su madre la estaba esperando con el café y el jugo de naranja con lo que, habitualmente, solía desayunar.

-Como habéis pasado la velada?- preguntó curiosa Natasha – sentí que llegaste bastante tarde. De paso aprovecho para disculparme por acaparar a Seba anoche. No tenía intención de hacerlo, pero es que era tan agradable charlar con él, que caía siempre en la misma trampa sin darme cuenta-.

-Magnífico mamá y de paso también acepto las disculpas. Verdaderamente casi no me dejabas hablar- le respondió Tati con una sonrisa de satisfacción – Después de ir a bailar lo completamos yendo a un hotel acogedor al que no había ido nunca. Es un magnífico amante y trató de complacerme en todo momento-.

-Supongo que no estarás pensando en vivir algo serio con él- le preguntó con aire de preocupación Natasha- porque no me gustaría que Ruth me reprochara que le hiciste daño a su hijo, si luego termina mal y por otro y esto es lo que mas me preocupa, el pertenece a una religión distinta a la que nosotros profesamos y no quiero pensar en que pudieran tener una relación verdadera-.

-Por favor mamá!- respondió en un tono entre enojada y ofendida Tati –parece que no me conocieras. Cuántas veces tengo que repetirte que a mi me gusta la aventura. Que la relación dure sólo el tiempo que me lleva en descubrir a la otra persona, porque cuando ya la conozco y puedo adelantarme a lo que va a hacer o decirme, me aburren soberanamente! Te he dicho esto, cuántas?......cien veces….mil? No voy a tener una relación seria hasta que sea muy, pero muy mayorcita. Y ni siquiera entonces puedo prometer que sería capaz de estar con una misma persona todo el tiempo. Me parece agobiante.

Te he repetido reiteradamente que mi meta no es igual a la tuya. Que no quiero casarme. No se siquiera, si querré algún día tener un hijo. Te diría que trates de entenderlo mamá. Parece que han sido inútiles las veces que hemos tratado este tema. No has alcanzado a comprender que no soy tú y que no tengo tus mismos sueños, ni tus mismos ideales. No me siento capaz de compartir mi vida con alguien, excepto con mi profesión-.

-Ya se que me lo has dicho muchas veces- respondió Natasha – pero también se, que todo esa forma de pensar que tienes tan en claro y de la cual pareces estar tan segura, cambia en un instante, cuando te enamoras-.

Oh, mamá. Que antigua eres! También te he repetido mil veces que el amor no existe, que una vez que la pasión se acaba y esto sucede siempre sin excepción- dijo Tati poniendo énfasis en las ultimas palabras –lo único que queda es el acostumbramiento y la rutina y yo no tengo interés en pasar por ello-.

-Si, también recuerdo que lo hayas dicho y en más de una ocasión y ya se además que tu no crees que tu padre y yo nos seguimos amando, no como el primer día claro, pero si verdadera y profundamente. Lo se aunque nunca me lo has dicho directamente, pero en cambio me lo dices cada vez que reafirmas tu posición de que el amor no existe. Pero como la verdad es que realmente nos amamos, tengo claro que algún día te llegará también a ti ese sentimiento y entonces me darás la razón-.

-Madre de mi alma! Te aconsejo que vayas haciéndote a la idea que eso no me sucederá- dijo Tati poniendo un gesto de conmiseración hacia su madre- no esperes verme vestida de blanco parada frente al altar porque no va a suceder. Tampoco te aconsejaría que esperes ser abuela con un hijo mío. Da a Dios las gracias por llevarte tan bien con el hijo de papá y considerarlo un hijo más, porque estoy casi convencida que sólo conocerás ese sentimiento a través de él, claro está si alguna vez decide dejar de dar vueltas por el mundo y formar una familia. Pensándolo seriamente me parece que tus posibilidades de ser abuela son bastante escasas! Lo siento mucho por tí-.

Ay hija! Hija! Todavía eres muy joven. Ya verás como el reloj biológico sonará para tí también cuando llegue el momento- dijo con un tono burlón su madre – Es un hecho natural y tarde o temprano, todas las mujeres sentimos en nuestro interior. Es como la misma necesidad de comer y de beber-.

-No todas las mujeres tienen hijos mamá- dijo Tati enojada –no todas. Conozco muchas personas que no están interesadas en formar una familia y que son perfectamente felices. Y te prometo que yo seré una de ella. Me sentiré íntegramente realizada aún sin ser madre-.

-El tiempo verá quien de las dos tiene la razón- dijo complaciente Natasha, convencida que ella sería la que ganaría esta discusión alguna vez y por eso, la atemorizaba profundamente que su hija tuviera una relación con Seba que pudiera hacerla cambiar de opinión y la llevara a querer formar una familia. De todas formas, la tranquilizaba bastante ver que su hija pensaba de esta manera en esta época de la vida, es decir ahora que estaba saliendo con Seba.

Las salidas de los dos jóvenes se fueron haciendo cada vez más frecuentes de manera tal que, por un motivo u otro, desayunaban, almorzaban o cenaban juntos casi todos los días. A veces se reunían para preparar el trabajo que estaba haciendo Seba, otras para ayudarla él a preparar algún tema de alguna materia. Siempre encontraban un motivo para citarse. Ambos se sentían muy a gusto compartiendo  el tiempo con el otro. Tati lo miraba fascinada cuando él le explicaba los temas que desconocía. No dejaba de reiterarle permanentemente que tenía una manera tan sencilla de exponer sus conocimientos, que cualquiera podía apoderarse de ellos sin dificultad.

Habían pasado cuatro semanas desde la primera cita. Estaban en el hotel al que acostumbraban a ir. Los dos desnudos en la cama. Recién terminaban de hacer el amor. Mientras le besaba los cabellos que tanto le atraían a Seba, le dijo muy quedo al oído.- Me ha parece que me estoy enamorando-.

Ante su sorpresa Tati se alejó bruscamente de su abrazo y casi gritándole le dijo: -la primera premisa de la que hemos hablado cuando nos conocimos, es que seria una relación superficial. Sin compromisos. Sin futuro. El amor no existe!. Sabes bien cual es mi postura al respecto. No me gusta que me mencionen esas palabras!  Al oírlas tengo la sensación que todo lo demás que las rodea, se transforma en mentira al igual que ellas. Por favor no vuelvas a hacerlo nunca más-.

-Seba se incorporó en la cama con una actitud defensiva y aunque sin gritar, le contestó con un tono bastante agrio – Primero quiero que quede aclarado que la que habló de que el amor no existe has sido solo tú. Yo jamás dije eso.

El hecho que tuviera una relación bastante prolongada en Israel, que terminó porque ambos nos dimos cuenta que nuestra relación ya no como al principio, no quiere decir que yo no crea en el amor. Claro que creo en el amor! Lo he visto cada día en el rostro de  mis padres desde que tengo uso de razón. Se lo que el amor significa, en el dolor de mi madre y en su imposibilidad de intentar encontrar otro hombre, porque según ella, es imposible volver a sentir lo mismo.

Cómo puedes creer que yo no creo en el amor?- Cuando comenzamos esta relación los dos suponíamos que iba a ser una cosa pasajera y en eso si estuve de acuerdo cuando hablamos. Pero hoy, siento que ya no es una cuestión de querer encontrarme contigo para venir a hacer el amor. Quiero encontrarme contigo para hablar de nuestra profesión, de la vida, de las cosas que pasan en el mundo, en fin de cualquier tema y no me importa si ese día nos separamos sin acostarnos.  Yo me siento igual de feliz. Y eso es lo que me hace pensar que puedo estar enamorándome de tí-.

Entonces- dijo resueltamente Tati levantándose de un salto de la cama – es el momento en que nos digamos adiós y no volvamos a vernos. Yo no puedo ofrecerte nada. No quiero una relación estable. No quiero una familia. No quiero un hogar. Estoy absolutamente convencida de lo que te estoy diciendo. Y no quiero causarte más daño, si es que ya has tenido esa sensación de amarme.

Te repito que ha llegado el momento de decirnos adiós, aunque me duela decirlo. Yo también me encuentro muy bien contigo y no solamente cuando estamos en esta cama. Me encanta compartir conocimientos y aprender de ti. Pero has roto las reglas y esto no puede seguir. De verdad lo siento mucho-.

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