Los Efectos que el Fin de tu Relación podría tener sobre tus Hijos Mayores
Es natural sentir un gran temor sobre las posibles secuelas emocionales que para los más pequeños de la casa podrían derivarse de la ruptura de una relación afectiva o matrimonio.
Ese miedo, sin embargo, va desapareciendo conforme éstos crecen y alcanzan cierto grado de madurez. Ello hace que muchas parejas opten por posponer el momento de su separación o divorcio hasta que los hijos alcanzan cierta madurez, en la adolescencia, sin considerar que también entonces un evento de tal magnitud puede tener un profundo impacto.
Los efectos de una ruptura sobre los hijos
A medida que éstos van creciendo, su comprensión acerca de la realidad que les rodea va haciéndose cada vez mayor, siendo cada vez más compleja su relación con los progenitores.
Éstos, en cierto modo, dejan de ser simples padres para pasar a ocupar una posición de confianza y complicidad, más propia de una relación de amistad que de un vínculo paterno – filial.
De este modo, crece el grado de implicación de los hijos y su percepción sobre las emociones de los padres, quedando en muchos casos excesivamente implicados respecto de aquellos.
Y ello es así, en buena medida, porque muchas veces es demasiado lo que con ellos se comparte. Las frustraciones, los miedos e incluso la ira hacia la ex pareja acaban por confiarse a unos hijos que en muchos casos podrían ver seriamente condicionada su relación con su otro progenitor.
Pese a que es lógico que ellos deseen conocer lo que sucede y las causas de la ruptura, tratando de ofrecer su apoyo en todo momento; no es conveniente emplearlos como medio para desahogarse.
Por otra parte, las disputas y riñas tan propias de muchos procesos acaban por afectar muy seriamente a los hijos, fomentando en ellos comportamientos rebeldes y díscolos, tan propios de la adolescencia.
Algunos aspectos que deberían tenerse muy presentes en estos casos
Especialmente en una separación divorcio, cuando se produce una ruptura traumática respecto de una situación de convivencia anterior, es necesario reafirmar las posiciones de padres e hijos, de forma que estos últimos sepan que sus progenitores están ahí y seguirán velando por ellos.
Por otro lado, sería necesario que tras dicha ruptura ambas personas pudieran mantener un cierto vínculo por el bien de sus hijos, tratando de cooperar en todos los aspectos relativos a su educación y crecimiento y desarrollando sus relaciones mutuas con la mayor normalidad posible.
Por último, en ningún caso debería utilizarse a aquellos como moneda de cambio, ni ponerlos en contra del otro cónyuge, negar sistemáticamente la autoridad de sus decisiones o utilizarlos para espiar sus acciones (fenómeno éste conocido como “alienación parental”).
Por el contrario, sería conveniente transmitirles que pese al gran cambio que ha tenido lugar en sus vidas, ambos progenitores permanecerán siempre allí velando por ellos.
Begoña Cuenca Alcaine
www.aa-divorcios.com
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