Por qué dejamos para mañana lo que deberíamos hacer hoy
Muchas personas se sienten incapaces de tomar decisiones o de ponerse en marcha cuando tienen que realizar alguna actividad. Vamos a ver cuáles son los motivos por los que la gente posterga sus decisiones.
1- Aún no me siento suficientemente motivado.
Esperar a sentirse en disposición de hacer algo es solo una excusa. Uno nunca se va a sentir dispuesto a realizar tareas como ordenar el trastero, ir a hacer aquellas gestiones que no son urgentes pero si importantes o visitar a su suegra. Es algo que saben bien las personas de éxito: las cosas se sacan adelante comenzando alguna vez, se sienta uno dispuesto a ello o no. En definitiva, la acción lleva a la motivación que a su vez facilita las conductas posteriores. No esperes a sentirte motivado; actúa.
2- Modelo de éxito.
Los postergadores a menudo creen que las personas que alcanzan el éxito tienen la suerte de cara, se sienten seguras de si mismas y que alcanzan sus objetivos con facilidad y sin sufrimiento. Este modelo de cómo se alcanza el éxito es poco realista ya que alcanzar objetivos es duro para todos y esas personas también han tenido que sortear obstáculos en el camino. Las personas eficaces tienen una idea de cómo alcanzar el éxito y saben que deberán superar situaciones estresantes y frustrantes. Simplemente persisten en su lucha.
3- Miedo al fracaso.
Las personas que tienen pánico al fracaso basan su autoestima en sus logros. Si algo no sale bien, por su gestión, por las circunstancias o por la gran dificultad del proyecto, es posible que se sientan como seres humanos fracasados. Eso hace que el solo hecho de intentar algo sea demasiado arriesgado. Postergar es más fácil.
4- Perfeccionismo.
Muchos de nosotros hemos sido educados bajo la creencia de que deberíamos realizar nuestras actividades de forma perfecta y que si lo hiciéramos así habría una recompensa. No digo que no intentemos hacer las cosas bien al máximo, me refiero a que el perfeccionismo compulsivo hace que sintamos una presión tan grande que estemos estresados de tal forma que acabemos postergando algo que podríamos realizar con corrección.
5- No tener suficientes recompensas.
Si uno se siente recompensado por lo que hace, eso le dará fuerzas motivadoras suficientes como para seguir adelante. Es por ello que las personas con talento se sienten motivadas: reconocen sus propios méritos en lo que hacen. En cambio los postergadores suelen desvalorizar todo lo que hacen. Siempre creen que no ha sido suficiente o que no ha sido algo especial. Y cuando hablo de recompensas no me refiero a que sea algo que viene de afuera. Una felicitación del jefe puede ser algo muy motivador, pero en última instancia todas las recompensas proceden de tu interior. Es uno mismo quien atribuye el mérito a lo que hace o a lo que le dicen. Piensa en ello.
6- La trampa de los "debería".
Los postergadores se suelen decir a sí mismo que deberían hacer tal o tal cosa. Pero en realidad, cuando nos decimos a nosotros mismos que deberíamos hacer algo, queremos significar que "debería hacerlo pero no tengo que hacerlo ahora mismo; es algo que puede esperar". Si analizamos cualquier tarea en la que aplicamos el típico "debería" para referirnos a ella, veremos que en realidad podemos sustituir esa palabra por "quiero, necesito o me conviene". Empieza a utilizar estas expresiones en lugar de "debería". Incitan a la acción y son más adecuadas.
7- Agresividad pasiva.
Si eres de las personas que postergan las cosas puede ser que temas expresar tus sentimientos negativos de forma directa. Es posible que evites los conflictos porque creas que no está bien sentir rabia. Puede ser que no hayas respondido a una llamada para no dar una negativa a lo que no te apetecía hacer, o que evites encontrarte con un compañero de trabajo porque en realidad estás enojado con él. Puede ser que te digas a tí mismo que te has olvidado de algo cuando en realidad no quieres afrontar tus sentimientos de rabia, rechazo o envidia hacia esas personas. En definitiva, si te sientes molesto o irritado con alguien ése puede ser el motivo de la postergación.
8- Falta de asertividad.
A veces cedemos ante los deseos de los demás poniéndolos por delante de los nuestros propios solo por el hecho de pensar que deberíamos ser amables con la gente. Son ocasiones en las que creemos que debemos estar a la altura de las expectativas ajenas olvidando nuestros deseos o necesidades. Puede ser que nos aterre la crítica o que no queremos que nadie se enfade con nosotros. El resultado es de nuevo la postergación. No siempre se puede decir "si" ni complacer a todo el mundo.
9- Sensibilidad a la autoridad.
Es posible aplazar las obligaciones cuando sentimos que alguien está ejerciendo presión y autoridad sobre nosotros. Puede ser que el no llevar a cabo esa tarea sea el resultado de una rebelión. No queremos reconocer que no daremos nuestro brazo a torcer y castigamos a la autoridad con la demora de esa obligación. Otro motivo más para postergar.
10- No tener deseo.
A veces la postergación puede ser tan sencilla como que no deseamos hacer algo y por eso lo aplazamos. Una tarea que nos resulta muy incómoda de afrontar y cuando llega la hora acabamos haciendo cualquier otra cosa creyendo que esta última es más urgente. Entonces, en lugar de sincerarse con uno mismo y reconocer que no nos apetece hacer algo acabamos pensando que somos unos vagos. Preguntarse el por qué no realizamos una tarea es algo muy útil. Reconocer que en realidad no es importante o que no nos gusta porque hemos seguido los dictados de alguien que nos ha hecho creer que aquello es lo que debemos hacer.
www.areapsicologica.net
Registro automático