El Urbanismo
Nuestra ciudad de Santo Domingo de Guzmán se ha caracterizado, como la mayoría de las ciudades latinoamericanas, por un crecimiento horizontal y vertical “preasumido” y “planificado”, y por la idea de un seguimiento a los Planes Reguladores, que a la postre han resultado inútiles y desfasados, esto debido a un enfoque de escritorio siempre presente, y no enfocados a la mayor de las realidades, el escenario de insertar la visión de crecimiento capitalista en el cual, gústenos o no, estamos inmersos. A finales del siglo pasado la población en su búsqueda por mejoría de vida da la réplica, y la cantidad de habitantes de las ciudades sobrepasa por mucho la población presente en lo rural, y ante esto, las interrogantes a responder son: ¿qué hacer?, ¿cómo hacer urbanismo?, ¿cómo respondo a esto?. Lamentablemente la historia de nuestro Santo Domingo reza que esas respuestas siempre han sido más lentas que el movimiento del mercado.
Hemos vistos como a través de los años, las normas, sistemas y planteamientos regulatorios, basados únicamente en una visión cuantitativa de nuestra ciudad, pasan al relego aun antes de lograr ser aprobadas, y ni decir de implementadas. Pienso que nos ha faltado creatividad, esa creatividad tan propia de nosotros los arquitectos, pero enfocada no hacia nuestras edificaciones, sino más bien a responder el: ¿cómo incursionamos en ese “mercado económico devorador”?, ¿cómo hacer ver que nuestra profesión no sólo es importante a la hora de plantear soluciones edilicias?, ¿cómo el artista puede “nadar” en la realidad del capitalismo?.
Entender que la ciudad no se detiene -pero no es solo saberlo, es actuar mutando según las realidades-, que ella no es una respuesta a nuestras ideas momentáneas, que no es el resultado de nuestro ego. Entender que la ciudad sólo es el reflejo de lo que esta buscando nuestra sociedad, de lo que pretende quien maneja el mercado, y que nuestra función es traducir el planteamiento de generación de riquezas, tomando en consideración los actores endógenos y exógenos, en unos resultados que llamamos casa, oficina, edificio, parque, metro, etc.Pretendemos que en algún momento nuestros organismos gestores y rectores de la ciudad, enfoquen sus cañones a la consecución de objetivos que vayan más allá del planteamiento de unos linderos, retranqueos, densidades o límites de altura, que en adición a lo cuantitativo, añoren lo cualitativo, la demanda a preguntas tan simples como: ¿cuál es el uso?, ¿cuál es la propuesta?, ¿Hacia dónde vamos?, ¿qué buscamos?, ¿cómo mejoro este entorno de lugar?, ¿cómo “negocio” con este proyecto en específico una mejor ciudad?. Recordemos que es el ciudadano quien habita lo público y nunca hemos visto un peatón al caminar calcular densidades.La consecución de ejes temáticos generales de sostenibilidad en los que sinergien lo humano, lo económico y lo ambiental debe ser la norma. Mientras esto pasa, y para no esperar mucho, algunos profesionales han implementado un enfoque del urbanismo único. Un enfoque que aunque limitado acierta a la consecución de estos ejes planteados. La apuesta a estos “urbanismos únicos” es la opción que nos queda hasta cambiar nuestra filosofía de añorar crear una ciudad ideal, una ciudad Brasilia. Estos pequeños detalles han desencadenado excelentes proyectos, detalles como: la eliminación de límites reales al peatón (verjas), tamización de la escala urbana, potenciación y aprovechamiento de los elementos naturales presentes, negación de los impactos negativos significativos, identidad, etc. En fin la apertura de la ciudad al ciudadano como prioridad.Nuestra realidad es que no somos la primera potencia latinoamericana y nuestra ciudad está hecha de “tripas corazón” -tal y como decía un buen amigo-, una ciudad en la que la planificación se hace de día en día.Debemos adaptarnos tal y como Darwin lo describió, o conformarnos con pretender que lo hacemos bien y extinguirnos en el camino
Ing. Daniel Rosario Lagares
http://www.inmobiliarialagares.com/
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