Las economías domésticas son las más afectadas por una recesión
Después de beneficiarnos durante más de una década de un continuo y exponencial crecimiento económico, las familias de los países desarrollados, emergentes y pobres somos los principales perjudicados de la recesión global.
Cambia el modelo familiar
El modelo más reciente de familia creado después de una etapa de pobreza y precariedad postguerra mundial gracias a la denominada generación del babyboom ha sido revocado recientemente ante los actuales acontecimientos económicos. Una 5 parte del planeta hemos visto como en nuestra unidad familiar la riqueza y el patrimonio medio aumentaba progresivamente beneficiándose de la benevolencia del sistema capitalista que tanto hemos admirado.
Ese mismo desequilibrio que nos ha permitido mejorar nuestra calidad de vida y nuestro benevolente estado de bienestar ahora nos conduce a una precariedad económica más propia de otras épocas.
Por desgracia el actual modelo económico es tan cuestionable, volátil e inestable como el mercado bursátil.
La dependencia que nuestras microeconomías familiares tienen del sistema financiero y económico ha quedado manifiesta recientemente.
Si nos fijamos en países como Irlanda, España, Inglaterra o España donde sus economías han crecido notablemente impulsadas por el sector inmobiliario observamos actualmente cada vez más familias mono parentales o unidades familiares con un hijo o dos como máximo. El alquiler ha sustituido la compra y no exclusivamente en el sector inmobiliario y la renta disponible o ahorro de las familias disminuye por trimestres.
Proteger los bienes de primera necesidad una protección para las familias
Los estados habitualmente regulan y protegen bienes de primera necesidad pero con el sector inmobiliario la poca regulación del sector, la opaca transparencia y la consideración de una bien primordial como una inversión ha provocado efectos catastróficos.
Entre ellos la diferencia de riqueza y patrimonio entre generaciones, la disminución de la natalidad, la perdida de competitividad, la disminución de consumo y la perdida de bienestar de parte de la clase media.
Ahora las familias con problemas de precariedad laboral y con la necesidad de disponer de una vivienda sobrevalorada se encuentran con una lacra que nos les permite prosperar ni crecer. Su capacidad crediticia y liquidez también se ha visto afectada.
La pequeña y mediana empresa, el profesional, el autónomo o el asalariado joven se ven abocados en una situación donde tiene que reinventar el modelo familiar que sus padres y abuelos les inculcaron.
Por desgracia a la clase política le ha importado presumir de salud económica aunque esta se soportará con un modelo de crecimiento artificial y especulativo. En la actual situación desearíamos autocritica, sinceridad y soluciones. Esperemos que nos sea mucho desear. La salud de nuestras economías esta en juego.
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