Motivar a los empleados, el reto de las empresas
Motivar a los empleados parece una tarea sencilla. En principio sería suficiente con plantarse frente al empleado y decirle que va a recibir una subida salarial si consigue el objetivo marcado, o bien, y en los tiempos que corren, amenazarlo con ser despedido si no lo consigue. Independientemente de la cara de sorpresa que muestre la persona en el momento de recibir la noticia, en ambos casos el compromiso que adquiera dicho trabajador con la empresa será mayor del que tenía hasta el momento. Sin embargo, y además de poder causar cierto recelo en el empleado, este compromiso será temporal.
Motivar a los empleados hace años era una tarea relativamente sencilla para las empresas. En cuanto el empleado decía que tenía una oferta en otra empresa el equipo directivo se ponía manos a la obra. El objetivo, establecer la nueva retribución salarial para evitar la fuga de talentos de la empresa. Esta forma de proceder, tan habitual en tiempos de bonanza, era más una medida para evitar que ciertos miembros clave de un equipo dejaran el proyecto durante una fase crítica del mismo, que una estrategia para aumentar el compromiso del empleado a largo plazo. De hecho, una vez concluía la fase crítica o el propio proyecto, lo más normal era que esa persona saliera de la empresa con otra oferta mejor en su bolsillo.
La situación económica actual ya no permite sacar la chequera con tanta facilidad como antes, por lo que motivar a los empleados ya no es una tarea tan sencilla como antaño. Ahora la norma es tirar de la chequera para deshacerse de aquellas personas que no trabajan bien, que no son eficientes en sus tareas o que ni siquiera están comprometidas con el objetivo global de la empresa. Esta criba se realiza actualmente a través de los temidos EREs. Esta forma de deshacerse de la falta de talento es otra manera de retener el talento en la empresa a base de chequera. Pero lo que es cierto es que hoy en día se pueden contar con los dedos de una mano los casos en los que la empresa se sirve de una subida salarial para retener el talento en la empresa.
Efectivamente, el despido está a la orden del día y puede ser otra forma para motivar a los empleados a través del miedo. Esta es una forma de motivar que puede lograr que el empleado se comprometa durante un tiempo con su trabajo, pero al igual que la opción anterior, es una forma temporal de comprometerlo. Al final del día el empleado sabe que su puesto de trabajo está en juego, por lo que más vale comenzar a llamar a las puertas de otras empresas. En el momento en el que encuentre el trabajo idóneo saldrá por la puerta que tan amablemente han abierto para él. Lo que no hará en ningún caso es salir por la puerta sin una indemnización, y tal y como está la liquidez de muchas empresas en estos momentos puede que una indemnización de cierta cuantía sea algo que la empresa no puede soportar. Así que el trabajador se queda en su puesto totalmente desmotivado.
Y entonces ¿qué hacemos para motivar a los empleados que están en esta situación? Este tipo de empleados se pueden situar dentro del grupo que dice "si quieres que trabaje, motívame". Si en algún momento la responsabilidad de la motivación pudo recaer en el lado del empleado, esta afirmación no sólo traspasa esa responsabilidad al otro lado, es decir, a su superior inmediato, sino que además puede plantear un reto en forma de enfrentamiento encubierto.
Este tipo de empleado puede sentirse genuinamente desmotivado y achacar la culpa de su estado actual a su jefe, quien no ha sabido motivarle. Frases como "¡eres un inútil, no sabes motivar, por eso no me comprometo!" pueden ser un suicidio profesional, al tiempo que pueden ser percibidas por el receptor como un insulto. Las personas con menos experiencia en este tipo de situaciones pueden verse sobrepasadas por este tipo de actitudes, y encontrar la solución óptima les puede suponer un verdadero quebradero de cabeza. Al final optan por la solución más sencilla: quitarse al empleado de en medio.
Es posible que todavía no hayamos llegado a ese "punto de no retorno" en el que no podamos hacer nada por salvar la relación con nuestros empleados. Si este es el caso, la lectura del artículo cómo motivar ofrece un buen ejemplo de cómo motivar a la gente, al tiempo que ofrece cinco sencillas reglas que transcribo a continuación para que el lector pueda comenzar a utilizarlas desde ahora mismo con las personas que le rodean. Las cinco reglas son:
1. Mostrar a los demás qué hacer para prosperar 2. Sonreír y utilizar una voz pausada 3. Mostrar reconocimiento para con los logros de los demás 4. Felicitar a la gente por sus ideas 5. Felicitar a la gente por haber intentado algo
Si a estas reglas unimos una escucha activa para comprender las necesidades de nuestro empleado, es posible que seamos capaces de alinear sus objetivos con los de la empresa y, de esta forma, tal vez no sea necesario el despido, sino que una recolocación del empleado sea suficiente; tal vez de esta manera comencemos a crear un compromiso real de nuestros empleados con el destino de la empresa.
José Mª Garteiz Director de Consultoría Garaster Consulting
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