Pienso luego decido
Inevitablemente a diario y en todo momento nos encontramos decidiendo, en ocasiones son decisiones personales, algunas otras son decisiones inconscientes ya que las hacemos de forma rutinaria, es decir, son parte de nuestra vida diaria, pero existen decisiones en un nivel mas profundo que requiere un análisis ya que impactan en nosotros, nuestra familia o nuestra empresa.
Existen casos en los que los problemas a los que me enfrento como líder son conocidos o sencillos y no requieren un mayor análisis, pero tratándose de decisiones en la empresa en donde implica un mayor grado de complejidad tal decisión, y se requiere de seguir políticas o procedimientos para ejecutar las actividades para solucionar una situación adversa, cuya magnitud puede impactar a niveles jerárquicos mayores, se requiere conocer, comprender y analizar la problemática y encontrar así una solución o decidir como es que voy a actuar. Durante este proceso, no solo requiero de habilidades como compromiso, misión, visión, confianza, integridad, que son habilidades de un líder en sí, también algunas virtudes son necesarias para asistir a la toma de decisiones como son: prudencia, templanza, justicia, fortaleza y calma, la tarea del líder no es sencilla independiente de si se toma una buena o una mala decisión, el problema aquí es “Pensar antes de decidir”.
Pensar y luego actuar no garantiza que se tomará la mejor decisión pero si genera confianza de que se conoce perfectamente la situación, se ha analizado y se cuenta con elementos que nos guían por un camino conocido, las malas decisiones se toman cuando no se analizan todas las alternativas o no se reúne la información adecuada, el error no esta en quien decide sino en todo el proceso de toma de decisiones.
En un artículo de la revista Harvard Bussines Review (1) John S. Hammond, Ralph Keeney y Howard Raiffa nos hablan de ocho trampas que afectan al proceso de toma de decisiones: La trampa del anclaje nos lleva a darle un peso desproporcionado a la primera información que recibimos. La trampa del statu que nos hace caer en el sesgo de mantener la situación actual. La trama del costo hundido nos inclina a perpetuar los errores del pasado. La trampa de la evidencia corroborante nos lleva a buscar información que respalde una predilección existente y a descartar la información contraria. La trampa del marco de referencia sucede cuando establecemos incorrectamente un problema, socavando todo el proceso de toma de decisiones. La trampa del exceso de confianza nos hace sobrestimar la precisión de nuestras predicciones. La trampa de la prudencia nos hace ser demasiado precavidos cuando hacemos estimaciones de sucesos inciertos. Y la trampa del recuerdo nos impulsa a darle un indebido peso a hechos recientes y dramáticos.
Para concluir, el papel del líder en el proceso de toma de decisiones es una tarea compleja, la formación del líder como tal requiere conocer los valores propios y los de la gente que le rodea, después de lo aprendido en la materia Análisis y toma de decisiones mi panorama sobre que implica saber tomar una decisión es distinto, no solo se debe conocer la situación a fondo y tener elementos para decidir, también involucra el carácter, valores y virtudes, que son estas últimas las que validan el actuar del líder o de quien se encuentra en medio de un proceso decisivo. “Pensar antes de decidir”, permite darnos cuenta de que estamos cayendo en alguna de las trampas de la decisión, que tenemos un actuar práctico o un actuar ético correcto o incorrecto finalmente nos lleva a tener mayor confianza en las decisiones que tomamos.
(1) John S. Hammond, Ralph Keeney y Howard Raiffa. "Las trampas ocultas en la toma de decisiones". Harvard Business Review, Enero 2006.
Luis Alberto Ortiz
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