Liderazgo y el manejo de la vida emocional
Las personas intelectualmente más brillantes no suelen ser las que más éxito tienen, ni en su vida personal, ni en los negocios; basta ver las notas de Albert Einstein en la primaria o de otros grandes exponentes de la historia universal para comprender esta discrepancia aparente; mucho tendrá que ver el manejo de las emociones en los momentos clave y el como aplicamos el conocimiento en los diferentes escenarios que nos presenta la vida día a día. Lo anterior lo podemos interpretar como inteligencia emocional, cuya fuente es la capacidad del individuo para controlar, emplear y potenciar el manejo de sus impulsos emocionales en forma positiva aún en situaciones adversas; viéndolo desde otro enfoque es la capacidad de controlar los sentimientos, entenderlos y aplicar eficazmente el poder y agudeza de las emociones para detectar una situación optima de prosperidad y bien común.
El liderazgo empresarial debe de empezar a comprenderse desde el punto de vista de un liderazgo emocional, que inspire y guíe a las personas por medio del desempeño y el esfuerzo, en el que el líder lleve el timón de la organización y a su vez difunda los objetivos de manera tal que por medio de la inteligencia, la observación y la conciencia, sus propósitos se lleven a cabo con la transmisión de energía positiva emocional, elemento indispensable para el desarrollo de los colaboradores. Para ese logro, el líder no debe perder el contacto con las corrientes emocionales sutiles que mueven a los grupos; en otras palabras, el líder emocionalmente inteligente es capaz de ser sensible sobre las emociones que sobrevuelan alrededor del grupo, tomando conciencia de los diversos estados emocionales, captarlos y unificarlos en un objetivo.
La tarea mencionada anteriormente no es sencilla, sin embargo, ayudará al líder a anticiparse al posible impacto de sus decisiones respecto del grupo y hacia cada uno de sus integrantes; aparte de detectar los posibles estados emocionales del grupo, el líder carismático posee una experiencia clara de las emociones, y se convierte en un ser más emisor que receptor de emociones. Para ello, el líder debe dar mensajes desde el corazón, mediante la capacidad de expresarse de manera convincente. Recordemos que un líder no nace, se hace por medio del conocimiento bien aplicado y el esfuerzo.
Instituto de Ciencias y Educación Sperior
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