Internet de las Cosas, el nuevo paradigma tecnológico
Neveras que avisan cuando un alimento ha caducado, cepillos de dientes que miden la higiene bucal, coches capaces de conducir solos y tomar decisiones en función del tráfico, son algunos ejemplos de aplicaciones del nuevo paradigma tecnológico que parece se extenderá en los próximos años hasta incluir a los objetos más insignificantes. Es el “Internet de las Cosas”.
El concepto “Internet of Things” fue acuñado en 2009 y saltó al dominio público gracias a los avances del prestigioso centro MIT de EEUU y a publicaciones especializadas. “Internet of Things” (IoT) está basado en la asignación de una identidad virtual única a los objetos cotidianos, de modo que puedan ser identificados mediante las tecnologías de red actuales, obteniendo información de los mismos. En definitiva, se trata de dotar a los objetos con micro-dispositivos de identificación para que puedan ser gestionados por dispositivos ‘inteligentes’ (ordenadores). Si en un principio esta identificación se realizaba principalmente mediante radiofrecuencia (RFID), otras tecnologías como la comunicación de campo cercano (NFC), códigos de barras o códigos QR permiten hacer lo mismo.
Es importante entender que todos los objetos tienen el potencial de generar datos, o lo que es lo mismo, todo puede ser medido: temperatura, velocidad, aceleración, frecuencia, peso, dimensiones, etc. La combinación de sensores para captar esta información y la conexión en red de objetos individuales e identificables componen la estructura de un concepto que podría revolucionar nuestra relación con las “cosas”.
No es necesario ser un gurú de la tecnología para entender que el hecho de identificar y gestionar los objetos individualmente supondrá una transformación profunda de la vida cotidiana. Las aplicaciones, muchas ya en funcionamiento, son infinitas dentro del ámbito doméstico, urbano o medioambiental: gestión de residuos, planificación urbana, toma de muestras en el medio ambiente, integración social, cuidado de enfermos y personas mayores, respuesta ante emergencias, compra inteligente, gestión de stocks, domótica del hogar, etc. Como ejemplo práctico a escala urbana, la ciudad de Barcelona ya ha reducido sus costes instalando sensores inalámbricos en conducciones de agua corriente y en parquímetros, haciendo su gestión mucho más eficiente.
Como en toda revolución, los problemas y peligros acechan. Según algunos autores, en 2020 habrá cerca de 30.000 millones de dispositivos conectados al Internet de las Cosas mediante tecnologías inalámbricas. El almacenaje y gestión de toda esta información es un reto tecnológico de primer orden.
Y si aspectos como la privacidad o la seguridad online están de rabiosa actualidad hoy en día, ¿qué ocurrirá cuando prácticamente todo lo que poseamos esté conectado y pueda ser gestionado remotamente? Como algunos han apuntado, los ciberataques podrían introducirse en el hogar o en instalaciones públicas, haciendo que las cosas se vuelvan contra nosotros.
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