Pensar es gratis, no hacerlo cuesta fortunas

Según nos cuentan nuestros dirigentes, la crisis económica está empezando a arremeter pero la cuestión para muchas empresas es ¿veremos pronto la luz al final del túnel?

Desgraciadamente para muchas de ellas la respuesta será no, y es que después de esta durísima crisis económica vendrá la crisis de la innovación.

Son muchas las empresas que en estos últimos años se han dedicado únicamente a sobrevivir sin pensar en el mañana. Las causa de esto son muy diversas pero todas tienen un denominador común, la incerteza y el miedo al cambio.

Aún a día de hoy son muchas las empresas que cierran las puertas a la innovación, cierran las puertas a pensar y a mejorar y eso puede ser su perdición.

En estos momentos muchas empresas desconocen la posibilidad de recibir bonificaciones fiscales asociadas directamente al I+D o a la innovación tecnológica.

Solucionar un problema o mejorar un rendimiento nunca más debería por la adquisición de un producto comercial directamente sino que se debería convertir en un reto para, primero, conseguir una solución a medida y, segundo, para conseguir reducir los costes al máximo y así poder aumentar los márgenes de la compañía.

En estos momentos muchas empresas tienen dirigentes, visionarios de una época, que se dedican a pautar los quehaceres de todo su imperio sin tener en cuenta los movimientos de las tendencias de los mercados mundiales. No se dan cuenta de la gran importancia que tiene someterse a uno mismo y a su empresa a juicio y buscar todos los puntos débiles para poder mejorarlos.

Es por todo esto que es conveniente tener un equipo multidisciplinar externo a la empresa que se dedique a juzgar y proponer mejoras. Un equipo multidisciplinar para garantizar que se detectan las carencias en todos los aspectos y externo para que su juicio no esté condicionado por su continuidad como empleado en la empresa.

Está visión es el futuro pero darse cuenta de la necesidad es el presente.