El caso DYSON, una comprobación de que la automotivación da resultado

Hasta hace poco, el nombre de James Dyson era el de un perfecto desconocido, sin embargo, a raíz de prácticamente ser llevado por las circunstancias a tener éxito, ahora en un reconocido industrial británico.

Dyson es un diseñador industrial egresado del Royal College of Arts en Londres. Siendo estudiante, mostraba gran interés en su profesión y sin haber salido de la universidad, ya estaba involucrado en proyectos de gran alcance para su nivel. No es que fuera especialmente aplicado al estudio, simplemente tenía una especie de gran motivación por hacer las cosas.

Poco tiempo después de haber salido de la escuela, desarrolló un nuevo concepto de carretilla para construcción en la que en lugar de una rueda al frente, él puso una pelota, obteniendo así mayor control y estabilidad. Corría el año de 1974 y había decidido levantar una industria alrededor de su innovación.

Un buen día, el inquieto James se preguntó el porque las aspiradoras comerciales eran tan ineficaces y al mismo tiempo tan ineficientes en realizar su trabajo, descubrimiento realizado al tratar de arreglar la aspiradora de su pequeña fábrica. Como base para proponer una mejora, se inspiró en un fenómeno natural, los ciclones, para idear un sistema de aspirado altamente eficaz. Cuenta la historia que la idea surgió de improviso y que James corrió a casa, abrió su aspiradora y le insertó un cono de cartón excluyendo la típica bolsa filtro, el resultado fue fenomenal y con esta insipiente tecnología reparó la aspiradora de la fábrica.

En 1979, debido a malos resultados, James fue corrido de la empresa que el mismo había fundado y es entonces que decide desarrollar la tecnología ciclón para mejorar las aspiradoras.

A mediados de los 80´s, Dyson era un exitoso diseñador independiente y tenía otorgada en licencia su tecnología ciclón para aspiradoras.

A principios de los 90´s James tenía estabilidad económica y ya pensaba incluso en bajar de ritmo de trabajo para vivir de rentar su tecnología. Pero no le fue posible, además de su natural inquietud, Dyson estaba un tanto harto de algunos líos legales con sus licencias y además, estaba muy inconforme con la manera en que las empresas empleaban su tecnología.

La gota que derramó el vaso fue cuando uno de los licenciatarios puso el proyecto en la congeladora. James les habló tremendamente molesto y les dijo: "si ustedes no la quieren fabricar lo haré yo mismo". Cabe mencionar que para ese entonces, Dyson ya había ofrecido su tecnología a los grandes fabricantes mundiales y todos, absolutamente todos, lo habían rechazado.

El concepto de mejora de las aspiradoras con la tecnología ciclón consiste en eliminar la típica bolsa filtro que rápidamente se tapa disminuyendo la succión del aparato. En su lugar, se insertaba un cono para hacer que el aire con polvo girara reteniendo las partículas en el fondo del recipiente y dejando escapar el aire por la parte superior, justo como hace un ciclón en la naturaleza.

Con todo y lo genial de la idea, el reto era mayor, había que juntar 2.65 millones de dólares para iniciar la empresa. James acudió a los bancos locales que desde luego mostraron su desconfianza por el proyecto. Tuvo entonces que recurrir a sus ahorros personales e hipotecar sus propiedades.

A principios de 1993, después de haber realizado ni más ni menos que 5127 prototipos, Dyson puso en el mercado su primer modelo, el DC01 a un precio de 300 dólares. Al cabo de un poco más de un año, a finales de 1994, la empresa había acumulado ventas por cerca de 15 millones de dólares con utilidades de 2.5 millones.

Lo increíble del caso, es que la empresa invirtió cantidades ridículas en publicidad. James siempre creyó que si la tecnología y conveniencia de un producto son superiores, la gente lo notará, adquirirá el producto para si mismos y lo recomendarán a otros. Con este concepto, para sorpresa de todos, en dos años Dyson tenía el 12% del mercado británico.

La evolución de la empresa siguió. Invadió Europa y eventualmente llegó a los Estados Unidos y al resto del mundo. En el 2000 lanzaron su modelo DC06, una novedosa aspiradora con tecnología ciclón, pero con las característica de ser un robot programable para las labores de limpieza del hogar.

La filosofía actual del inquieto y persistente James es la de que todo nuevo producto que sale al mercado con su marca, debe ofrecer notorias y dramáticas ventajas contra la tecnología pasada y los productos de la competencia. Si lo que están desarrollando no cuenta con esas características, el producto en cuestión nunca verá los anaqueles.

En este siglo, además de seguir perfeccionando su tecnología, la empresa, basándose en lo aprendido con la tecnología ciclón, ha lanzado al mercado nuevos productos como lavadoras de ropa y secadores de manos.

Los buenos resultados de la inquietud de Dyson saltan a la vista, una serie de exitosísimos productos y aplicaciones basados en una idea básica, que le ha reportado el tener como único dueño una planta de 20 millones de dólares y ventas anuales de alrededor de 400 millones de dólares.

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