El Reloj - Marcapasos de Nuestra Vida.
Pocas cosas en nuestro planeta son tan notorias, importantes y, a la vez, tan impalpables como lo es el tiempo. Por él, regimos nuestras agendas, nuestras labores, y nuestra propia vida, contando minutos, segundo o años como puntos de referencia de nuestros éxitos, fracasos y acciones. Por suerte, contamos con un invento por demás útil, para darle forma a esto tan espectral que es el tiempo: el reloj. Aprendamos, entonces, un poco de su historia.
Breve historia del reloj.
El control del tiempo a partir del día, la noche, y la posición de los astros pasó inmediatamente a la historia con la invención del reloj, casi 3000 años antes de Cristo, con la aparición del primer reloj de Sol de la cultura China. Este artilugio proporcionaba un dato bastante preciso del momento del día, a partir de la lectura de la proyección de sombra de un vértice vertical que se izaba por sobre una superficie numerada. Este invento rápidamente se propagó por la geografía mundial, siendo parte de las culturas Egipcia e Inca en poco tiempo.
Sin embargo, estos útiles inventos perdían su encanto en horarios nocturnos, así también como en días nublados o en los momentos de amanecer y atardecer. Por tanto, se incorporó a la historia de los relojes un nuevo invento: el reloj de agua. Este fue el antecesor al reloj de arena, y funcionaba de modo similar: el tiempo era medido a partir de la cantidad de agua que caía, a partir de nociones previas de unidades de tiempo.
En poco tiempo, simultáneamente al arribo del reloj de arena como actualmente lo conocemos –hace aproximadamente unos 500 años-, en Alejandría se desarrolló un moderno y vistoso aparato que, mediante el traspaso y caída de bolitas metálicas, marcaba las horas diarias mediante un sistema mecanizado. Sin embargo, su complicada mecánica y los altos costos de su elaboración ayudaron a la poca popularidad de este artefacto, sustentando la noción pública de mecanismos horarios más simples, como el reloj de arena o el uso de una vela elaborada de manera tal que podía indicar las horas transcurridas mediante su consumo natural.
El avance de las tecnologías y ciencias, y la necesidad de hacer mediciones de tiempo más exactas, propulsó la creación de relojes mecanizados, que funcionaban mediante engranajes y pesos colgantes. Tales sistemas eran por mucho más precisos que sus antecesores, pero la historia de la relojería no dejaría de avanzar en los siguientes siglos.
Ya hacia el siglo XVI aparecieron los primeros relojes de péndulo, vistosos, elegantes, y precisos. Sin embargo, estos artefactos de grandes dimensiones y costosa elaboración propulsaron el desarrollo de nuevos sistemas de espirales y mecánicas automatizadas por un sistema de “cuerda” o autopropulsión mecanizada: este es el inicio de la relojería moderna y sus maravillas.
El tiempo y los avances en el mundo electrónico, luego, dieron alimentación electrónica a los relojes, y su meteórica carrera de avances ya no encontró su fin. Desde relojes electrónicos hasta relojes digitales, proyecciones, sistemas de audio y alarmas, relojes atómicos y todo lo que podamos imaginar forma parte de la relojería como hoy al conocemos.
Y ahora, ya podemos medir nuestras vidas no sólo en suspiros y pulsaciones, sino también en sonoros minutos y segundos que van abriéndose paso en nuestras muñecas.
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