Noches de peña
En el año de 1981, entré a trabajar al restaurante “Charles y su Peña” integrando el conjunto musical criollo. Dicho local, tenía la denominación comercial de “Restaurante turístico de espectáculos musicales”. Estaba ubicado en la cuadra 3 de la Av. Arenales, del Cercado de Lima Metropolitana. El propietario era un chiclayano afincado en Lima desde su juventud, y su nombre era: Carlos Bulnes Samamé, “que es paz descanse”.
Las “noches de peña” (como su propietario las bautizara), eran los días viernes y sábados a partir de las 9 de la noche, hasta las tres de la mañana; los demás días el local funcionaba en su primer ambiente, como un restaurante común y corriente. En el segundo ambiente ubicado como una tras tienda, se desarrollaba todo el desfile artístico, durante las noches de peña.
En realidad, el tamaño de la “peña” en sí, no era muy grande que digamos; su aforo seria de 100 personas como máximo. Honradamente, no me explico cómo hacia mi (luego padrino de matrimonio), para cubrir los gastos de planilla artística, ya que era numerosa la participación de artistas y músicos. Supongo que el control de ingresos económicos, debió haber estado supervisado al milímetro, para poder afrontar semejante responsabilidad; o a lo mejor los cubría con los ingresos del restaurante en los días de semana.
Las noches de Peña.- En un pequeño escenario colocado, en una esquina del ambiente de “peña” se presentaban dos marcos musicales, por turno. El que empezaba con las “noches de peña” era el conjunto criollo, (que fue el que integré al principio), éramos: una primera guitarra (Marcelo Chinchay), segunda guitarra cantante (el que escribe) y un cajonero (Juan Málaga). Este conjunto criollo luego de su participación en el primer turno, tenía la misión de acompañar a los siempre recordados: Rosita y Alejandro Ascoy “La limeñita y Ascoy”.
El segundo marco musical era una pequeña orquesta, que además de hacer la parte bailable, se encargaba de acompañar a los artistas, que fueron muchos los que desfilaron en las “noches de peña”, la orquesta estaba integrada por: pianista (Alberto Haro), saxofón (Héctor Barrera), baterista (Guillermo Garabito), bajo electrónico y cantante (Roberto García), guitarra eléctrica (Carlos Guerra), tumbador corista (no recuerdo el nombre). Esta descripción que apunto, es la que encontré al ingresar a la “peña” ya que este negocio, se inauguró el 27 de Abril de 1973, y durante los siete años que trabajé en ella, se dieron muchos cambios en los integrantes de los dos marcos musicales.
Al cabo de dos años de mi ingreso, el bajista de la orquesta decidió retirarse porque quería viajar al extranjero, y esa plaza quedaba libre. El maestro Héctor Barrera que era el director de la orquesta, sabía que yo también ejecutaba ese instrumento, y me propuso integrar también la orquesta, lo cual accedí de inmediato. Pasé a ser el único músico de la peña que como se dice en el argot musical “dobleteaba”, porque en una misma noche, tocaba en el conjunto criollo y en la orquesta. Eso me sirvió de mucho porque puede ampliar mi conocimiento musical.
Son muchas las anécdotas y relatos graciosos que poco a poco, quiero irles contando, pero en este artículo quiero compartir con todos algo que me dejo en esa época completamente impresionado, musicalmente hablando. El maestro Héctor Barrera, era un músico extraordinario; el, aparte de dirigir la orquesta tocaba el saxofón alto. Existen en un principio hasta 3 tipos de saxofones y son: alto, tenor y barítono; para explicar un poco lo que en verdad me impresionaba, tengo que explicar algo de música (ojala se entienda): Cuando se interpreta una pieza musical, está en una tonalidad definida, por decir “la menor”, todos los instrumentos que acompañan en la orquesta, cada uno de acuerdo al instrumento que sea, están en diferentes tonos. Ejemplo: trompeta, saxofón, trombón, piano, bajo electrónico, etc. Todos tocan en diferentes tonos, pero a la vez, todos suenan en “la menor”.
En aquella época había músicos especializados en transcribir toda la música de los temas de moda en pentagrama, para que los tocaran las orquestas, esto quería decir que el músico especializado, tenía que escribir todos los papales para cada instrumento, de una misma canción. Escribía el papel para el bajo, piano, guitarra, trompeta, trombón, saxo alto, etc.
Acá viene lo impresionante del asunto, la orquesta del maestro Héctor Barrera de la “peña Charles” solamente contaba con un instrumento de viento; el suyo, “saxo alto” y se compraban estos arreglos musicales; entonces el agarraba el papel del saxo, del trombón, de la trompeta, y en su debido momento los interpretaba con su saxo. Para los que me entienden musicalmente hablando, se darán cuenta que esto es muy difícil de hacer, sin embargo el lo hacía.
Como repito son muchas las circunstancias, tanto impresionantes como hilarantes, que viví en aquella época, y que marcaron mi vida musical, de una u otra manera, y espero seguir compartiéndolas con todos.
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Andrés Arbulú Martínez
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