El perdón
El tema del perdón siempre ha sido controversial para algunas personas (yo diría más bien para casi todos). Quiero hacer una especie de reflexión efectiva sobre este asunto.
Siempre nos han dicho hasta la saciedad, que debemos perdonar, que debemos olvidar y perdonar; (no es que yo piense que este está mal), pero si tomamos en cuenta solamente este aspecto, caeremos en la conclusión, que siempre nosotros siempre seremos los ofendidos o maltratados y “¿Cuándo somos nosotros los que ofendemos?”. Además la ofensa, (para la persona que supuestamente nos está ofendiendo), puede ser relativa y para nosotros también.
Para que la cosa se entienda mejor vallamos a un ejemplo concreto, que a lo mejor puede ser un caso común: “Un compañero de trabajo le dice a nuestro supervisor, que llego tarde al centro laboral, porque soy muy flojo y me quedo dormido” A mi modo de ver, me está haciendo un daño, porque me pueden despedir del trabajo, pero a su vez para él puede ser que crea que está bien lo que ha hecho, ya que piensa que lo hace por mi bien. La relatividad del asunto puede terminar, al saber distinguir los valores absolutos. Hacer un comentario de alguien sin que este, esté presente, aquí y en la China está mal, (salvo error u omisión)
Nadie (creo) en su sano juicio haría cosas que perjudicarían a otra. Las actitudes siempre van a estar justificadas por la propia persona que las realiza; la venganza por ejemplo. La persona que se venga, piensa que al hacerlo está devolviendo el “mal” que le pudieron haber hecho, entonces por lógica para él, este hecho, está justificado.
Si se trata de ejemplos, cuando entramos en el terreno personal, las cosas se pueden entender mejor; mejor dicho, cuando los acontecimientos nos pasan a nosotros.
Nosotros, (mi esposa y yo) teníamos un pequeño negocio en la puerta de la casa que habitábamos (carrito sanguchero), que a su vez era una casa antigua, grande, que pertenecía por herencia a todos los hermanos de mi señora. Nos vimos en la necesidad de pedir ayuda para atender al público, ya que faltaban manos para trabajar, porque el pequeño negocio se había ampliado, a dar servicio de menús (almuerzos), y mi esposa pidió la ayuda (remunerada económicamente), de un sobrino. Lamentablemente al cabo de un tiempo, el negocio no fue bien, y tuvimos que prescindir de su ayuda. El sobrino de mi esposa lo tomo a mal, y procedió a vengarse de nosotros. Comenzó a enviar anónimos a la casa en que vivíamos, diciendo que le era infiel a mi esposa. En las cartas aparecía una supuesta amante que yo tenía, insultando a mi esposa y reclamando sus derechos, ya que supuestamente teníamos hijos. Al ver que su objetivo no se cumplía (separarnos), invirtió la situación; ahora mi esposa era la infiel.
Relativamente hablando, para él, esto estaba de los más bien, entonces nosotros, (mi esposa y yo), no tendríamos razón para molestarnos y nada que perdonar.
A mi modo de ver el perdón es un tema bien complejo. Siempre somos nosotros los agraviados, pero ¿Cuándo somos nosotros los agresores? ¿Sabemos darnos cuenta cuando somos los agresores?, mejor dicho: ¿Sabemos pedir perdón?
El olvidar, es más complicado de entender todavía. Es imposible que un acontecimiento que ha significado algo relevante en nuestra vida, se pueda borrar de nuestra mente. No puede ocurrir esto, salvo que padezcamos de amnesia o casos severos de pérdida de memoria. Lo que sí está mal es que al recordar el acontecimiento, guardemos rencor contra la persona que supuestamente nos hizo el mal.
En lo personal, yo puedo seguir viendo a la persona que me hizo el mal, reconociéndolo y considerándolo en su dignidad de ser humano, pero ya no estoy en la obligación de intimidar en mi relación, e ir más allá de un simple saludo razonable.
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Andrés Arbulú Martínez
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