Testimonios de pastoral quinta parte
No quiero en ningún momento que esto parezca un relato de resentimiento contra las personas que actuaron mal en su debido momento en nuestra Iglesia, más bien pienso que puede servir de reflexión tanto para mí, como para el que lea esto.
Muchas son las experiencias que tuve, y tendré porque no pienso apartarme nunca de la Iglesia. El Señor nos toma y nos toma para siempre. Como digo muchas son las experiencias, y una de ellas fue la participación en los grupos de “amistad cristiana”.
Después de la Misión Jubilar del año 2000, mucha gente quedó motivada en la parroquia, mucha gente como mi esposa y yo, muchos de los cuales no sabían que hacer o a donde ir. Uno de los grupos que captó parte de toda esta gente fue el “grupo de amistad cristiana”.
Pastoral “amistad cristiana”, cuya responsable es hasta la fecha la Srta. Felicitas Vega. La Pastoral (llamémosla así mejor), venía de formar parte del plan NIP “nueva imagen de parroquia”, que ya en otras parroquias venía funcionando.
Se formó un grupo como de 50 personas, y tuvimos una reunión con la responsable para ver la manera de dividir el grupo en dos, cada grupo trabajaría en su respectiva zona, (esto de las zonas también venia a formar parte de la organización del plan NIP.
Mi participación en el coro de las doce del día, como mis estudios teológicos por una vocación que les contaré más adelante, se desarrollaba, de forma paralela, con la participación en este grupo pastoral.
Muchas personas pudimos conocer esa vez, personas que nos recibían con mucho cariño, y personas que no querían que nadie más ingresara a la pastoral, por celos innecesarios. Después de separar al grupo en dos, la responsable fijó fecha para las reuniones de los grupos, y explicar la metodología del trabajo en grupo. Las reuniones eran una vez al mes en una de las casas de uno de los integrantes, pero de manera rotativa.
Al principio se fue rotando en el servicio de brindar la casa para las reuniones, pero al final y hasta la fecha se fijó solo una casa para las reuniones. La casa era y es hasta la fecha la de la Srta. Fermina Mendoza, modista, que trabaja en su casa con una señorita que la acompaña y ayuda de nombre Cecilia.
La metodología de las reuniones consistía en desarrollar una guía que nos proporcionaba la responsable. La guía tenía como principio una oración inicial, cantos que estaban a cargo de un humilde servidor en la guitarra con mi señora que me acompañaba en los cantos. Luego se leía un hecho de la vida real, seguidamente una lectura bíblica con relación al hecho de vida, después una confrontación del hecho de vida con la lectura bíblica, casi al final un compromiso, y una oración final. Todo esto con partes de cantos y reflexión por parte de los participantes en la reunión.
Dentro del grupo también habían responsables, y ellos se encargaban de repartirse la guía, uno hacía la oración inicial, otro el hecho de vida, y así sucesivamente.
Los nombres de los responsables de ese entonces eran: Fermina Mendoza, Juan Portilla y su esposa Carmen, David Silva y su hermana Carmen Silva, y nosotros en lo referente a los cantos y animación.
Poco a poco, el grupo al menos el de nuestra zona se fue fortaleciendo y animando mucho, había nacido una verdadera amistad como se quería con el nombre de la pastoral “amistad cristiana”, una amistad que venía de Dios, porque Dios así lo quería.
Mi esposa Adriana llegó a trabajar un tiempo con Fermina en su taller de costura, y nos hicimos muy amigos, casi hasta llegar a ser como una familia. Con Juan Portilla y Carmen su esposa también ocurrió lo mismo, hasta tal punto que le pidieron a mi esposa que fuera madrina de confirmación de su hija Charo, y desde ese momento pasamos a ser compadres espirituales.
Comenzar a practicar una crítica constructiva, es saludable en la medida que tengamos libretos sólidos para nuestra discrepancia.
La preparación teológica que estaba recibiendo en esos momentos me hacía entrar en ese tipo de crítica constructiva. Sentía la necesidad de querer cambiar lo que estaba observando en el grupo de amistad cristiana. Me parecía (y no se si hasta la fecha esto sigue igual), que la metodología estaba mal. Pensaba que se estaba perdiendo la oportunidad de poder profundizar con las personas que participaban en este grupo, en cosas más importantes y profundas de la doctrina de nuestra Iglesia Católica.
La responsable del grupo me dijo que las personas no estaban preparadas para entrar en esos temas. Prejuzgar la capacidad de razonamiento de las personas me parecía un poco jalado de los pelos, nada se pudo cambiar y pienso que hasta la fecha las cosas siguen igual.
Algo que si me llevó a alejarme de este grupo, fue lo que a continuación voy a relatar muy brevemente. El tener que alejarme era inevitable como se podrán dar cuenta cuando lean esto.
Mi esposa y yo, por la voluntad del Señor, no hemos podido tener hijos, pero gracias al Señor nuestras vidas siguen juntas, y nos acostumbramos a vivir el uno para el otro.
Nunca pensé que tener hijos era lo más importante dentro del matrimonio, pero si me di cuenta que me hubiera gustado tener una hija mujer, porque siempre en la calle, o donde me encuentre con una niñita, me llama la atención, y siento no digamos la necesidad sino la nostalgia de tener una hijita mujer.
Todos tenemos nuestros amores ocultos en nuestra persona, que se despiertan en su debido momento. Amor de hijo para con sus padres, amor de hermano a hermano, amor de esposo o esposa, amor de padre para con sus hijos, etc. Ese cariño que estaba dormido en mí, fue que lo despertaron las hijas de nuestros amigos Juan y Carmen.
En todo momento en que compartíamos juntos me imaginaba como hubiera sido yo como papá, sentía esecariño de padre para con las chicas,
Quizás pienso que el error fue, (como me dijo el padre en confesión), el haber demostrado abiertamente mucho afecto. Los prejuicios saltaron en poco tiempo, y se dio el comentario directo de una persona del grupo, (en este caso no quiero mencionar el nombre), el comentario directo “de no andar con malas intenciones”.
Me duele mucho, y si lo digo es porque dentro de la parroquia hay personas con la mente muy torcida que solo piensan lo peor de los demás, y digo que me duele mucho, porque ese cariño era algo muy especial y bonito que me estaba pasando. Ahora veo claro cuando mi abuela me decía: “no te encariñes con hijos ajenos”.
La verdadera amistad se basa en la confianza absoluta de un amigo a otro, y si en esa relación amical se dan estas circunstancias de desconfianza, y sobre todo en algo tan delicado como lo que implícitamente he querido decir, se pierde por completo la amistad, y solo queda un vació de personas que solamente son conocidas, y las vemos ya muy distantes de nuestra realidad.
Esta parte en el relato, es una lección en mi vida pastoral, y me enseña que debo comportarme con un poco mas de cuidado, y no demostrar tan abiertamente mi cariño, y sobre todo si se trata de jovencitas, “que podrían ser mis hijas”. Pero también para reconocer que el problema no es mío, sino de la otra persona que piensa mal.
Continua.
Andrés Arbulú Martínez
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