Desiciones
A veces es inevitable todo lo que pueda pasar dentro de un servicio pastoral en la parroquia. Quiero narrar lo que me pasó, para que quede claro que nadie puede emplear actitudes negativas dentro de un servicio pastoral; porque es como expulsar a los miembros que están haciendo un servicio desinteresado.
Mi servicio pastoral en la parroquia consistía de dos funciones y voy a narrarlas en orden porque un acontecimiento llevó al siguiente.
Como narrara anteriormente, yo quedé como director del coro del grupo de oración carismático de nuestra parroquia y como miembro del Consejo Pastoral.
En el Consejo Pastoral éramos siete personas con el párroco a la cabeza. Siete personas las cuales, tres eran señoras y cuatro varones. Una de la señoras era la secretaria de actas para cada reunión y su nombre es Gabriela, y es la persona que motivo que me alejara definitivamente de la parroquia, pero no de la Iglesia. De esta señora ya me habían hablado antes, pero yo no quería creer nada de lo que me decían, porque al principio no me di cuenta de su comportamiento y poco a poco lo fui descubriendo.
Siempre he dicho que no debemos fijarnos en la persona que hace el servicio en la parroquia, sino ver el servicio que está haciendo, para poder valorar su obra; pero en esta oportunidad creo que existe la excepción, porque si bien es cierto que no se le puede quitar el empeño y dedicación a su servicio pastoral, no podemos dejar de mencionar lo negativo en esta persona.
Un primer detalle que descubrí, y del que ya me habían hablado, es que a la señora Gabriela le gustaba hacerse sentir como la víctima. En reunión de Consejo, con el párroco presente, le gustaba reiteradas veces, decir que mucho la maltrataban y que ya iba a dejar el cargo. La primera vez que la escuché me pareció normal, pero esto era recurrente, y parece como que le gustaba que le dijeran que no debía hacer eso, porque la parroquia la necesitaba mucho, y que no hiciera caso a esas personas, ya que eran unos envidiosos y que Jesús también sufrió lo mismo.
Con lágrimas en los ojos contaba que había soñado con Jesús, y en su sueño Jesús le mostraba un camino difícil, y le pedía ayuda. Honradamente también yo me creí ese cuento. Todo esto no hubiera tenido importancia si quedaría como algo anecdótico, si es que no me hubiese dado cuenta de su estrategia para hacer quedar mal ante el párroco a las personas que trabajábamos en el mismo servicio, y en especial a mí.
Los miembros del Consejo teníamos la oportunidad de vez en cuando de asistir a las reuniones de los otros grupos pastorales, para poder coordinar algunas acciones y también para hacer llegar decisiones que se tomaban en reunión de Consejo Pastoral. Cierta vez la señora Gabriela que era la que siempre asistía a estas reuniones, no podía por motivo equis, entonces me ofrecí para asistir a una reunión en particular de la cual quiero narrar a continuación.
Era uno de los primeros meses del año, y se tenía que comenzar a preparar lo de la rifa parroquial de fin de año. Había que reunirse con los coordinadores de zona, para distribuir los talonarios a cada coordinador. La señora Gabriela no podía asistir a esta reunión y yo me ofrecí
Por motivos de tiempo la señora Gabriela tenía oportunidad de reunirse con el párroco antes de cada reunión de Consejo. Pasados los días de mi reunión con los coordinadores, me cruce con la señora en mención en la calle cerca de la parroquia, y me dijo, que lo que había hecho y dicho yo en dicha reunión estaba mal y que ya hablaríamos en consejo. Y así fue efectivamente, con un tono muy aleccionador y pretendiendo manifestar su capacidad para afrontar estas reuniones con los otros grupos pastorales, me dijo delante de todo el consejo que mi actitud dejaba mucho que desear, y que carecía de seriedad. Yo no servía para esto.
Recién me di cuenta porque algunos de los proyectos de pastoral, que presenté en consejo no tuvieron importancia y nadie me dijo nada al respecto.
Un detalle que quiero resaltar, y que de repente no debería hacerlo, porque se podría interpretar como interés propio de mi persona, el siguiente: Todos los meses en nuestra parroquia se llevaba a cabo en cada zona una acción significativa, y algunos miembros del consejo daban charlas en estos encuentros, y yo me ofrecí para esto. El primer día al final de mi intervención, las personas quedaron contentas, halagando la forma de expresarme, y que se lo harían saber al párroco. Nunca hubo un comentario ni por política, ni una mención a dicho acontecimiento. Como repito no me interesa, lo haga para poder constatar lo antes mencionado.
La comunicación y la confianza mutua con mi esposa, me permitían contarle todo lo que pasaba en el Consejo Pastoral, y parece que de alguna manera esto se llegó a saber en dicho consejo. Cierta vez la señora Gabriela, hizo un comentario en reunión de consejo, de que nada podía salir de dichas reuniones; como que si lo que se tratara en dichas reuniones, fuese secreto de estado. Lo que si me causo un poco de tristeza, es que el párroco, también apoyo este comentario, porque le pregunté si le podía comentar a mi esposa sobre estos asuntos, y me respondió que no.
Pienso que de alguna manera la señora Gabriela, acondicionó al párroco para hacerle creer que esto era necesario. Nuestro párroco es una persona de muy buena calidad espiritual. Los abusos y malos tratos para con él, de parte de la señora en mención, los pude observar.
El acontecimiento que hizo que tomara la decisión personal, de retirarme del Consejo Pastoral, es el que quiero narrar a continuación.
Siempre mi trabajo chocaba con mi servicio pastoral; ya que mi trabajo es inestable, y no estable como otros, en que una persona puede ordenar su tiempo libre.
En un mes del año (que no recuerdo bien), en la parroquia se invitaba a un curso de Liturgia a agentes de pastoral, el cual tenía un costo en dinero; y nuestro párroco inscribió y pagó el costo para algunos miembros del consejo, de los cuales yo estaba incluido. Esto lo hizo saber el párroco en una reunión (por supuesto que con la consulta respectiva a los miembros). El caso es que justo se cruzó con un momento de mi vida laboral, que se desarrollaba de una manera fuerte. Eran días de mucho trabajo; y esta preocupación me llevó a olvidarme por completo de dicho curso de Liturgia, y ni siquiera puede avisar que no iba a asistir, por el olvido como repito.
Después que terminó este momento fuerte de mi trabajo, asistí a reunión de Consejo Pastoral como siempre. (Quiero explicar un poco, los días de asistencia, para que se entienda mejor):
Cuando yo pertenecía al Consejo Pastoral, nos reuníamos todos los lunes en la tarde. El curso de Liturgia fue un fin de semana. Me avisaron para el trabajo fuerte un miércoles, y este trabajo era hasta el domingo.
Asistí a reunión de consejo el lunes como de costumbre; y ya se pueden imaginar lo que sucedió. La llamada de atención fue de una manera devastadora por parte de la señora Gabriela, con tono aleccionador. Cuando traté de explicar lo que había pasado, dicha señora, dio muestras claras, de que no le interesaba lo que me había pasado (y dicho sea de paso, esto lo demostraba siempre). En su inquisidora intervención, trató en todo momento, de mostrarme como una persona irresponsable. Y luego de una manera suave y más leve, el padre también me llamo la atención. Pienso que esto fue lo que me dolió mas, porque (como le dije el día que fui a decirle, que ya no podía seguir perteneciendo al Consejo Pastoral), “Lo que no quisiera padres, es que usted se moleste conmigo y piense que soy una persona irresponsable” Siempre traté de no quedar mal ante párroco, por el cariño y aprecio que le tengo.
El día en que fui a decirle al padre párroco, que no podía pertenecer al Consejo Pastoral por motivos de trabajo, el me mencionó un detalle muy importante, y del cual no me había dado cuenta. A parte de este asunto, había algo en el servicio musical; del cual era yo el director musical del coro del grupo de oración.
El padre me dijo que algunas señoras del coro, habían ido a quejarse de mi esposa ante él. Le dijeron que ella se metía mucho en los asuntos del coro. Y que como ella no pertenecía al grupo de oración, les molestaba que estuviera interviniendo mucho. Y le dijeron que conmigo no tenían ningún problema y que el problema era ella. En realidad el problema era, que como mi esposa también sabe de música, les trataba de enseñar un poco de cómo hacer las voces en el coro, y parece que esto no les gustaba. (Mi esposa también cantaba en el coro)
Y como es lógico, yo no iba a tomar la actitud de decirle mi esposa: “sabes tú no puedes ir al coro, y yo si voy a seguir asistiendo, porque tu molestas mucho” Hable con una de las responsables del coro, y le dije que no seguía mas en el coro, y le expliqué porque. Esta decisión hizo que ya no perteneciera más a la parroquia.
Todo esto que le he querido narrar, no lo he hecho con el fin de quejarme, o hablar mal de algunas personas. No quiero hacerme pasar por víctima, no quiero que lo interpreten de esa manera. Solo quiero reflexionar en con estas preguntas: ¿Cómo trato a las personas que están conmigo en el serbio pastoral?, ¿las acojo con cariño?, ¿trato de hacerlas sentir bien a mi lado?, ¿hago que su participación, sea agradable y amena?
Trataré de acoger a mis hermanos en Cristo, en la única Iglesia que El fundó, con una sonrisa, con una mirada de afecto; y hacerles sentir que sí se puede estar en la Iglesia con mucha alegría y seriedad a la vez.
Andrés Arbulú Martínez
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