Don flaco primera parte
Cada uno de nosotros como seres humanos individuales y pensantes, tenemos la facultad de poder ir acumulando información en nuestro subconsciente. Información que, conforme van pasando los años, va en aumento. Toda esa información nos sirve para que cuando vayamos entrando en la edad madura, podamos ir viendo la vida (para cada uno en especial) de una manera particular y diferente.
En el año de 1998, empecé a participar como agente pastoral. Y con los estudios realizados, pude llegar a tener una “verdadera” idea de lo que es Iglesia. También en todo este tiempo pude conocer a muchísimas personas. Pero de todas estas personas que conocí, solamente hubo una que me impresionó muchísimo, por toda esa información, experiencias y anécdotas acumuladas durante su vida. Alguien con quien se puede conversar de asuntos y valores vitales para nuestra subsistencia como personas. Alguien que (en lo particular), me es muy grato poder escuchar lo que me dice. Será de repente por este motivo que en algunas reuniones con mas personas en las que en algún momento el se dirige a todos, para contar alguna experiencia, me da mucha cólera ver como algunos no le prestan atención, y haciéndose los disimulados le cambian el tema de conversación. Pero en fin, cada uno es libre de poder recoger y guardar en su corazón asuntos vitales o no, para nuestro quehacer cotidiano.
Teniendo presente estos aspectos del asunto, un día me pregunté ¿Por qué no escribir todo esto que él me cuenta? Así que le consulté si lo podía hacer, y me respondió que sí, pero que no mencione su nombre para nada, para poderlo identificar dentro de las narraciones me pidió que lo llamara: “Don Flaco”
Dicen que los amigos se cuentan con los dedos de la mano, y para mí, esto es verdad. “Don Flaco” es uno de los dedos de mi mano. Es para mí un verdadero amigo. Y es importante mencionar que mi amigo, tiene mucho más vida eclesial que yo, así que tengo muchísimo mas por aprender. Si con los estudios Teológicos Pastorales, pude aprender mucho sobre lo que es Iglesia; a sus 81 años de edad, mi amigo “Don Flaco” tiene muchísimo que enseñarme, sobre situaciones vivenciales dentro del trabajo pastoral de Iglesia Cristiano Católica.
Grabadora en mano emprendí la primera entrevista con mi amigo “Don Flaco”. De primera intención me invita para sus reuniones de Biblia que se realizan todos los jueves en los salones parroquiales. Me obsequia dos estampitas con oraciones hechas por la persona que dirige estos encuentros de Biblia. Y luego me dice algo que para mí es verdaderamente importante, pero quizás para otro no lo sea. “Estas estampitas, son tres personas que las elaboran. Raúl (quien dirige el grupo) autor de las oraciones, Michael se encarga de mandarlas a confeccionar y ver que salgan lo más atractivas posible, y yo “Don Flaco” la parte económica del asunto” Para mí en lo particular, creo que si podemos apreciar lo místico de este pequeño detalle, ya habremos aprendido algo. Luego “Don Flaco” me entrega otras estampitas mas, para que las reparta a personas que yo crea que verdaderamente las van a valorar.
En realidad yo quiero que estas entrevistas sean lo más naturales posibles, quiero que mi amigo “Don Flaco” me diga lo que él quiera. No quiero que sean entrevistas cerradas. Lo que busco es que sean temas espontáneos, tal y cual, como los cuenta en una conversación cualquiera.
Seguidamente empieza a comentar sobre las noticias de los asesinatos filiales que se han suscitado en nuestro medio. Sobre las jóvenes que mataron a su madre. Me dice entre otras cosas: “Todo esto pasa por falta de amor y desesperación por el dinero”
Me gusta mucho oírlo contar sus experiencias cuando trabajó en los Estados Unidos, y por eso le pido que me hable sobre eso. Me dice:
“Al comienzo fui lavaplatos, lavaba ollas de cocina, redes de piso de cocina en un gran hotel en la ciudad de Philadelphia casi cinco meses; de allí pasé a Nueva York, donde también empecé en cocina, lavando ollas, platos. Pero aprendí mucho. Aprendí que cualquier trabajo por más humilde que sea, tiene un valor en la sociedad y ante Dios son los trabajos más aceptables. A pesar que no dominaba bien el idioma ingles, nunca pasé un mal rato, en el hotel Sheraton de Philadelphia, yo hacía dos turnos seguidos, el de la tarde y el de la noche. Porque yo decía ¿A que me voy a mi casa? ¿A dormir? ¿A levantarme, y en el día vagar? Así trabajo 16 horas seguidas, ganó más, aporto más, y me voy a mi casa a dormir. Y no extraño nada, porque estoy con la preocupación del trabajo, y me sirvió de mucho. Pero en Nueva York, aprendí eso de que más vale tu yo personal, tu belleza personal y no física, porque de acuerdo a esa belleza interior, a ese carácter de darte por los demás, las puertas se te abren. Yo llegué a tener un cargo muy bueno en Nueva York con el tiempo en una editora de libros, y tenía a mi cargo a 200 personas. (Allá le llaman empleados manuales) todos eran emigrantes de distintas razas, muchos morenos. De las islas Vírgenes, de Jamaica, de Panamá, de Haití, de Puerto Rico, de Cuba, etc. Y hablaban un español distinto o no hablaban español. Y mi jefe una mujer muy inteligente, alemana, me decía: “Tu no hablas ingles y te entienden, ¿Cómo haces eso? Yo le dije: ¿tú has ido de niña alguna vez a un teatro de títeres? Sí, me dijo ¿te reías, entendías, te divertías? Si ¿y en algún momento te dijeron alguna palabra? No. Todo eran gestos, ademanes, posiciones”
Queda bien claro que para “Don Flaco” la belleza interior es la que manda, lo físico no sirve mucho, como dice el textualmente lo físico no sirve “ni para ir al baño” me sigue diciendo:
“A mí la plata solamente me sirve para vivir, porque si yo me voy al baño, con un billete de 100 soles me ensucio la mano, en cambio si me voy con un montón de papel higiénico salgo limpio. La plata sirve para vivir, y saber vivir, y lo digo con base, porque yo tuve y no tengo nada, y soy feliz”
En esta primera entrevista “Don flaco” me cuenta muchas cosas más, pero quiero dejarlo para otro artículo, y no hacer de esto, algo sin importancia, porque cada palabra cada situación en especial, cuenta de una manera importante.
Andrés Arbulú Martínez
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