Yo quiero
Cada vez que se intenta tocar temas sobre principios morales, necesariamente se tiene que hacer un análisis profundo de lo que es el ser humano en su propia existencia. La humanidad está tentada instintivamente a querer desterrar todo principio de normas y orden existencial. Una tendencia nata de no querer aceptar leyes ni normas, que lo único que pretenden es ordenar todo el actuar humano. Es por este motivo que algunas personas en aras de la libertad individual del ser humana, nos quieren hacer creer que la sexualidad es una opción, pero sin embargo no pueden aceptar que el celibato también sea una opción. Personas que creen que la pedofilia en el clero es por la rigurosa norma del celibato.
Pero también está en el ser humano, el instinto de querer que toda nuestra vida esté orientada hacia las leyes naturales. Y no estoy hablando de leyes humanas, sino de leyes naturales. Leyes naturales en las cuales el hombre no tiene ni voz ni voto, porque son y punto.
Para que un hombre llegue a ser sacerdote de la Iglesia cristiano católica, necesita una preparación de más de 10 años. Y como toda institución, la Iglesia cristiano católica, también tiene sus normas y leyes a respetar y guardar. Nadie (en la actualidad) le pone una pistola en cabeza a nadie para exigirle ser sacerdote. Año tras año los aspirantes a este ministerio renuevan sus votos y compromisos, y año tras año se les hace la misma pregunta: ¿Estás seguro de lo que quieres? Y aun así, se equivocan.
El asunto es que nuestra sociedad, tiene la tendencia nata, (como digo al principio) de querer romper esquemas, romper toda atadura que le impida su libertad y libre actuar. Si nosotros aceptamos circunstancias que están fuera del orden natural, empezaremos a aceptar una tras otra. Una aceptación, nos llevará a la siguiente con más implicancia en el desorden natural.
Yo quiero que los sacerdotes se puedan casar. Yo quiero poder tener la opción de escoger mi sexo. Yo quiero que mi hijo crezca para que él decida que religión abrazar. Yo quiero cambiar de color de piel. Yo quiero que el matrimonio (pero solo para los hombres) sea con muchas mujeres “porque así de esta manera se acabaría la violencia familiar en ese sentido” el hombre ya no tendría problema de adulterio. Yo quiero que solamente las personas vivan hasta cierta edad, porque después dan pena. Yo quiero que los niños con malformaciones genéticas no vean la luz de este mundo, porque no vale la pena que vivan. Yo quiero decidir si traigo al mundo a este ser vivo que llevo en mi vientre, porque es mi cuerpo y yo puedo decidir sobre él. Yo quiero que todo el mundo pueda escoger, decidir, y hacer lo que quiera con su vida, porque es su vida y punto.
Pero el asunto es más anecdótico todavía. Hay personas que por ejemplo aceptan que la sexualidad sea una opción, pero no la aceptan si se trata de sus propios hijos. La eutanasia, se acepta, pero no, si es nuestro el caso. En el fondo aceptamos y creemos en cosas, pero que no nos trastoquen. Hay mujeres que al ver la infidelidad de un hombre en otro hogar, dicen: “Pobrecito es humano y tiene derecho a equivocarse, además el instinto del hombre es así, y hay que saberlo comprender”, pero si tratara de su caso, no lo aceptarían de ninguna manera.
Alguna religión separada de la Iglesia Católica, nos dice que esperan que sus hijos crezcan para que ellos decidan que religión abrazar, pero yo me hago la siguiente pregunta: ¿Le vas a inculcar tu religión, o vas a mostrarle todas para que el escoja, incluyendo la católica?
La Iglesia Cristiano Católica, es la única que puede conversar con todas las demás iglesias. Pero las demás iglesias no pueden conversar entre sí, y menos con la Iglesia Católica.
Andrés Arbulú Martínez
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