Negocios
Desde que el género humano existe, las personas han tenido necesidades por satisfacer. Se debe invertir o dar un bien, tangible o intengible, para ganar o recibir otro, nada es gratis. Trabajo por alimentos, alimentos por alimentos, alimentos por vestidos, vestidos por servicios, servicios por metales preciosos, metales preciosos por sentimientos, sentimientos por dinero, dinero por silencio, silencio por trabajo, y así se podría seguir en una relación infinita de cosas que involucran todos los aspectos de la vida.
Pero esto que parece sencillo, no lo es. En una negociación no sólo intervienen dos partes y dos productos diferentes, también tienen que ver los gustos, personalidades, autoestimas o autovaloraciones, costumbres, culturas, ambiciones, visiones, urgencias y circunstancias que pueden desequilibrar la balanza que valora cada parte.
La situación actual, es consecuencia de los negocios que se han hecho a través del tiempo, basta recordar el mal negocio que hicieron unos pocos africanos, cuando se dejaron convencer ante el poder económico de unos foráneos, quienes aprovecharon la baja autoestima de esos pueblos, para ponerles precio. Ese precio sería tan bajo, que permitió obtener grandes ganacias a los "hábiles comerciantes", ya que el único riesgo que asumían era la pérdida de alguna vida humana en el transcurso del largo viaje, que para ellos no valía mas que la de cualquier mercancia, y un remo menos para mover el pesado barco.
Los pueblos subdesarrollados están en esa condición, entre otras cosas, por los malos negocios que han venido haciendo, cuando unos pocos individuos con poder, son encandilados con beneficios personales, para hacer negocios que perjudicarán los intereses de la comunidad que ellos representan. Nada se consigue por la fuerza, el extranjero realiza un trabajo muy fino de seducción, logrando cerrar un buen negocio que a mediano plazo se convierte en pésimo.
Si se desprecia a los hermanos ante extraños, éstos los despreciarán aún más. El problema está en que al hermano no se lo considera como tal porque es "diferente" o porque no se acerca al modelo que los medios de comunicación imponen en el momento. En algunos casos, se considera más hermano al extranjero, aunque sus intereses sean muy distintos a los propios.
En estas circunstancias, es muy difícil hacer un buen negocio. Unos pocos, que se creen "inteligentes", aceptan el precio que otros quieren ponerle, en vez de defender los valores de la comunidad en que viven. Así comienza una violencia sin golpes físicos evidentes, que divide a la sociedad en dos bandos: los que reciben beneficios y los que deben pagar las consecuencias de la obtención de esos beneficios particulares, que son la mayoría.
Como consecuencia, se obtiene un muy mal negocio, desde todo punto de vista. A corto plazo, ganan los aparentes buenos negociantes, dueños del poder económico, que saben que han comprado un producto de mucho valor, a bajo precio, también ganan los "vendedores de patria" que son ingenuos y piensan que han vendido un producto de poco valor a un buen precio, pero a largo plazo, este acuerdo crea desigualdades que, junto con otros factores como el crecimiento demográfico que no se relaciona con el crecimiento de la producción de artículos de primera necesidad, que en proporción es menor; y tampoco se relaciona con el crecimiento de la producción de armas y estupefacientes, que en proporción es mayor, sumado al factor de la corrupción a todo nivel, dan como resultado protestas, violencia física e inseguridad, no sólo dirigida hacia los que más acumularon, sino a todos.
Los que reciben los beneficios, no pueden disfrutarlos en un país pobre, que ellos contribuyeron a formar, por temor a que se los quiten, los secuestren a ellos o a un ser querido, para que los entregue en forma de rescate. Esos beneficios sólo podrían disfrutarse en el exilio voluntario, pero ya no tendrían el mismo sabor porque el exilio, aunque voluntario, no es un paseo, es desarraigo, desubicación, desunión familiar, discriminación...
Los que obtienen sólo una parte de esos beneficios, por hacer silencio, por cerrar los ojos, o por colaborar en el negocio, tienen los mismos problemas antes mencionados pero con la diferencia de que no pueden apreciar las pocas bondades del exilio, ni siquiera pueden mandar sus hijos a estudiar en el exterior para forjarles un futuro mejor, lejos del propio país que se ha vuelto invivible.
A los que todavía luchan por obtener beneficios por la fuerza, que es la única manera que conocen, ya que ni siquiera los invitaron a participar en el negocio, no les importa llevrse por delante y destruir lo que encuentren, con el único pretexto de que lo destruido pertenece a los dueños de los beneficios. Ellos no tienen en cuenta los costos de sus acciones, están cegados por la ilusión de obtener poder y ganancias a su manera.
Los costos que significan años de odio, miedo, discriminación, destrucción, egoismo, corrupción, engaño, venganza, son superiores a cualquier ingreso que sólo va a beneficiar a unos pocos sectores de la sociedad, por lo que nunca habrá rentabilidad y por ende desarrollo.
Algunos países, como Colombia, poco a poco están entendiendo que la única manera de progresar, es lograr la autoestima general a través de la educación, trabajo honesto, solidaridad y justicia, trasnochándose para mejorar en las negociaciones internacionales.
Silvia Atrio
Administrador de Empresas, Docente de la Universidad de La Guajira
Silvia Atrio
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