Desarrollo espiritual: aprender de los bebés
* Por el Rav Dr. Michael Laitman
Nosotros somos como los bebés que no saben en qué mundo viven, pero que saben que están en las manos tiernas de su madre y de sus familias que les proporcionan todo lo necesario para su crecimiento. El bebé sólo necesita desear crecer, y la naturaleza ya le cumple el deseo.
En nuestro mundo, en el nivel animado-corporal, este deseo de crecer ya existe en nosotros de forma natural, tal como en los grados menos desarrollados de la naturaleza ; el inanimado y el vegetativo. Pero, si queremos empezar a crecer en el nivel humano -en la espiritualidad-, el deseo tiene que originarse en nosotros.
Esto significa que debemos tener el deseo de crecer , de desarrollar nuestra aspiración a la espiritualidad, más allá de todos los deseos corporales (alimento, sexo, familia) y de los deseos sociales (riqueza, fama, poder y conocimientos), antes de que podamos realizar algún paso hacia delante. Este proceso comienza con lo que se llama el “punto (de espiritualidad) en el corazón”, un deseo preliminar tan pequeño como un punto. Pero es nuestra tarea empujarlo continuamente a seguir creciendo.
Para ello, necesitamos de un ambiente que nos proporcione el deseo de seguir desarrollando ese punto, pues se trata de un deseo inicial que en sí no tiene la fuerza suficiente para empujarse al desarrollo espiritual. Y como todos nosotros tenemos nuestro origen en un sistema único en el que solíamos estar interconectados como un solo organismo, desde el comienzo de la Creación, podemos hacer uso de la influencia de otros sobre nosotros.
En otras palabras, si las personas en mi ambiente empiezan a valorar la espiritualidad -el amor y el otorgamiento al prójimo-, su deseo me debe influenciar por la conexión interna que existe entre nosotros -aunque yo no la perciba-, hasta el punto que yo llegue a sentir su deseo de espiritualidad como mi propio deseo.
Una vez armados con este deseo de crecer más allá de este mundo, ya contamos con el impulso que nosotros, como bebés en la espiritualidad, necesitamos para activar el sistema evolutivo en nosotros. Y así es como nos acercamos al Libro del Zohar , y empezamos a leer.
El Libro del Zohar fue escrito desde el grado máximo del desarrollo espiritual, y como tal, engloba todos los diferentes estados de nuestro crecimiento. De ahí que para aprovecharnos de este medio, debemos leerlo con el deseo de hallar en él nuestro próximo escalón evolutivo, querer sentirlo y vivirlo, al igual que el bebé en nuestro mundo que, aunque no sepa cómo debe ser en su próximo estado de desarrollo, tiene el impulso de crecer. Esto es lo único que necesitamos durante la lectura.
Y si de todas maneras, nos sentimos desconectados del Libro del Zohar durante la lectura, es una clara señal de que aún no hemos recibido de nuestro ambiente, el deseo del desarrollo espiritual. Si, por el contrario, ya lo obtuvimos, estaremos literalmente volando hacia las alturas, y El Zohar nos saciará como agua en el desierto.
El Zohar tiene una gran influencia sobre nosotros aunque no lo entendamos. Bien lo describe Rabí Moshé Jaim Efraín de Sadilkov, nieto del Baal Shem Tov: “ El lenguaje sagrado del Zohar es apto para el alma aunque uno no entienda lo que lee, tal como una persona que entra en una perfumería; aunque salga sin comprar nada, de todas maneras, se encuentra afectada por las buenas fragancias ”.
Por lo tanto, no tenemos que hacer más que desear crecer, tal como un bebé que, instintivamente, quiere ser grande. Intenta calmarlo, trata de convencerlo a que no siga creciendo o a que deje de exigirlo. Imposible. No podremos frenarlo, pues, la naturaleza lo empuja al desarrollo con una fuerza insuperable.
Así es como debemos trabajar sin descanso en nuestra búsqueda interna de la espiritualidad; con un entusiasmo perpetuo por seguir creciendo. Si lo hacemos, ciertamente, lo lograremos. Esta es la única condición y lo único que se requiere de nosotros.
El sistema operativo espiritual ya existe. Nosotros sólo tenemos que ponerlo en marcha con nuestro deseo, nuestra aspiración espiritual, tal como un utensilio eléctrico compuesto de múltiples componentes (nuestras almas) que sólo necesita ser enchufado a la red eléctrica (la fuerza general de la naturaleza) para empezar a trabajar.
Sin este impulso interno proveniente de nosotros, el sistema no tendrá efecto en nosotros. O más precisamente, influirá en nosotros a través del sufrimiento, a fin de despertarnos, aunque es imposible realmente avanzar de esta manera. El dolor sólo nos incita a querer desarrollarnos, pero el avance verdadero ocurre solamente como resultado de nuestro propio deseo. Y el sufrimiento es sólo una indicación de que todavía no hemos adquirido el deseo de desarrollarnos.
Resulta, que todo depende del ambiente, como nos explican los cabalistas. El sistema existe, los medios, los libros y los maestros, ya están, tal como el ambiente que le espera a un bebé recién nacido para proporcionarle todo lo que necesite para crecer. Lo único que queda en nuestras manos, es entrar en el ambiente correcto y dejar que éste nos inculque el deseo de alcanzar nuestro propósito en la vida: desarrollar nuestras almas hasta que vuelvan a unirse entre sí y con la Fuerza que las creó.
* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en cibernética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Más información en www.kabbalah.info/es y www.kab.tv/spa
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