La Culpa de mi infelicidad, la tiene mi pareja...
Las diversas situaciones de la vida actual nos obligan a vivir distanciados de nosotros mismos. Generalmente atribuimos los problemas que se nos presentan como algo que nos es ajeno. Estamos educados a ver en los ojos de los otros, llámese marido, hijos, padres, hermanos o amigos como aquellos agentes que nos hacen sentir mal, y por mal, entiendo tristes, enojados, estresados, nerviosos, iracundos.
Creemos o pensamos, que las circunstancias nos hacen sentir de tal o cuál manera. Vamos por el mundo muy pendientes de los demás, pero no reparamos en darnos cuenta, en percatarnos cómo le hacemos nosotros para estar en las situaciones en las que nos encontramos… tal vez, parezca atrevido, pero la realidad de infinidad de circunstancias que nos pasan, por decirlo de alguna manera, nos ocurren ya que sin darnos cuenta somos activos partícipes para que los acontecimientos cobren vida y se instalen en nuestra experiencia, así sean momentos de alegría como los más dolorosos.
En ningún momento de nuestra existencia nos enseñan a mirar en nosotros mismos, estamos muy pendientes de lo que la mayoría de las personas hacen, o sentimos que nos hacen. Vivimos ausentes de nosotros mismos, perdemos nuestro poder personal ya que nuestro bienestar o malestar lo ponemos en manos del contexto, del afuera, del otro o de los demás. Les adjudicamos la responsabilidad de cómo nos sentimos, de cómo pensamos y hasta de nuestras acciones.
En realidad si hacemos un acto de reflexión, el resto del mundo tiene el derecho de ser como le plazca, el problema se presenta cuándo esa parte del mundo hace o dice cosas que a mí me afectan. Y, entonces creo que ellos son los culpables de TODOS mis problemas.
Cada persona en lo individual es responsable de lo que hace con su vida, y yo soy el único que puede decidir sí las acciones de otra persona me afectan o no, si me hacen crecer o sí me destruyen.
Es decir, cualquiera puede exponer su punto de vista, pero sí yo me siento ofendido, traicionado, o enojado con lo que el otro hace, el problema es mío, no de la persona que ha expresado su opinión, tal vez, sea importante ser más específica:
¿Porqué aún me cuestiono mi proceder, si la realidad me dice que estoy en lo correcto?
De qué manera estoy viviendo cuando tengo una pareja que me controla, que me lastima y además me humilla e intenta siempre tener la razón. No es que el otro cambie su manera de ser, sino qué me pasa a mí cuando tengo una pareja con estas características. Qué hago Yo, para que esto suceda. Cómo contribuyo para tantas amenazas y controles.
El gran debate es que generalmente creemos, pensamos y damos por sentado que los demás están mal y yo siempre estoy bien. Qué nosotros estamos en lo correcto y el resto del mundo está equivocado. Vivimos nuestra vida en la tesitura de que los que nos rodean nos hacen sentir o vivir de tal o cuál manera. Pero jamás reparamos en ver y darnos cuenta, cómo le hacemos nosotros para vivir nuestra vida.
En cada conflicto o problema que afrontamos en la vida, cada uno de nosotros tiene una participación, nos guste o no nos plazca aceptarlo, así es, por doloroso, gracioso o triste que parezca no existe otra manera de afrontarlo.
Pasamos la mayoría de nuestra vida emocional queriendo cambiar a todo el que se relaciona con nosotros; a manera de ejemplo:
Esther y Jorge llevan ya algunos años viviendo en pareja, sin embargo, en el último tiempo ambos se encuentran enfrascados en una serie de reclamos respecto de su insatisfactoria y problemática relación. Esther pide más cooperación en la casa y Jorge quiere que ella no sea tan exigente. En la medida en que no pueden resolver sus diferencias y expectativas, se enzarzan en una serie de descalificativos personales:
_ Eres un egoísta, jamás me ayudas en nada.
_ Claro te sientes que yo tengo que hacer todo, encima trabajo, veo a los niños y tengo que hacer todo lo que se requiere para la casa. ¡Eres un desconsiderado!
_ Quién te crees un rey al que tengo que atender.
Por su parte Jorge, ya se encuentra enojado y fastidiado de tanta demanda y seguramente contesta a las peticiones de ella desde estos sentimientos de frustración:
_ Ahorita lo hago y por supuesto que nunca llega ese momento.
_ Eres una controladora y ya me tienes harto.
_ A fuerza quieres que las cosas se hagan en el momento en que tú dices.
_ La verdad es que ni ganas me dan de llegar a la casa porque tú siempre estás de muy mal humor y dando órdenes.
Ambos la pasan muy mal. Los dos se encuentran enfrascados en su posición y no son capaces de dar una solución a sus problemas. Más que el problema de quién es más o menos cooperador, parece una lucha de poder que no atinan a llamar por su nombre.
El problema en esta pequeña historia es ni Esther ni Jorge son capaces de centrarse para resolver un conflicto, por el contrario, están llenos de rabia y de enojo porque no pueden hacer que el otro cambie.
Esther necesita su ayuda, pero su petición es a gritos y con descalificaciones. Jorge tal vez, no esté dispuesto a ayudarla porque ella utiliza esos tonos y entonces, pasivamente el prefiere no hacerlo y lo demuestra con sus acciones.
¿Cómo participa activamente cada uno de ellos para encontrarse en esa situación tan puntillosa?
Primero: ninguno es capaz de salir de su trinchera e intentar comprender qué es lo que su pareja le esta pidiendo o qué necesita. Ambos piensan que el otro DEBE cambiar para que se haga lo correcto, lo justo.
Segundo: ni Esther ni Jorge se dan cuenta de lo que les sucede personalmente cuando su pareja se comporta de esa manera tan desconsiderada….
Tercero: se lanzan con todo a la ofensa, a criticar al otro a descalificarlo, y dar rienda suelta a su frustración por no hacer cambiar a su pareja.
Conclusión tanto Esther como Jorge se sienten dolidos y su distancia cada vez va siendo más profunda. Se resienten, se agreden y creen que han perdido la batalla en su relación.
En esta tesitura podemos observar, que la solución no se encuentra sólo en la posibilidad de que el otro cambie, sino por el contrario:
¿ Qué le pasa a Esther cuando se da cuenta que Jorge no la ayuda como ella quisiera o desearía ?
¿Qué sentimientos le provoca darse cuenta que Jorge no es el hombre considerado que ella siempre creyó que sería?
¿Qué expectativas de su vida en pareja se traicionan o no se cumplen?
Sólo dando respuesta a este tipo de preguntas es posible conciliar algún arreglo. Por supuesto, que la revelación de nuestras respuestas nos descompongan emocionalmente algún tiempo. Necesito recurrir a mis sentimientos, pensamientos y creencias para darme cuenta por qué me siento tan afectado por lo que el otro hace o deja de hacer.
Jorge quizá también es importante que plantee sus interrogantes:
¿Cómo me siento cuando mi mujer me descalifica de esa manera?
¿Cuándo alguien me impone cosas que hacer cómo reacciono?
Y para ambos:
¿Cómo contribuyo yo para que esta serie de situaciones se repitan en mi vida de pareja?
Si ni Esther ni Jorge pueden dar respuesta a éstas interrogantes, seguramente seguirán su relación tratando de culpar al otro por su desatinada relación.
Este es sólo un ejemplo, pero sucede en todas las relaciones humanas. Para poder crecer como personas con una vida responsable, es necesario descubrir quiénes somos, qué hacemos, cómo le hacemos, cuál es la finalidad de nuestros actos.
Tomar responsabilidad de la propia vida lleva sus riesgos. Culpar a los demás también. No existe una sola realidad. Todos contamos sólo con una parte de la verdad, qué es la nuestra. Pero lo más importante no es la única. Al parecer, necesitamos aprender a aceptarnos y también aceptar que los otros así y esa es su decisión.
Quisiera terminar esta reflexión con una frase que desde hace algunos años me ha mostrado una de las verdades de la vida:
EN ESTE MUNDO:SÍ LO ACEPTAS, LAS COSAS Y LAS PERSONAS SON COMO SON. Y SI NO LO ACEPTAS, LAS COSAS Y LAS PERSONAS SON COMO SON.
A partir de este domingo tocaremos diversos temas sobre la calidad de vida emocional en nuestros días. En algunos de ellos nos veremos reflejados puesto que el interés está centrado en la realidad de la existencia humana. Sí le interesa lo tratado en esta columna escríbame y sí no también.
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Ana Giorgana
me parece genial la forma en que esta expuesto este tema,de algun modo me siento identificado con ello aunque mi situacion es algo mas que sentirse controlado
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