Realidades compartidas en pareja...

Pero sí somos pareja, no debemos tener la misma visión en todo?

Cada individuo y cada persona tiene su propia percepción de las situaciones que vive… no existen dos personas en el mundo que piensen, sientan o experimenten de la misma manera…ni los hermanos, que sus historias pudieran coincidir, hablan de sus familias de la misma manera.

Los seres humanos conocemos el mundo, y luego le damos una interpretación que tomamos como verdadera de acuerdo a nuestra experiencia de vida. Así cada miembro de la pareja cuenta con su propio escenario de realidad.   El hecho de ser hombre o mujer, cuenta con una forma distinta de apropiarse de la realidad… Hombres y mujeres no vemos las mismas cosas, biológicamente somos diferentes, físicamente también. Las mujeres estamos dotadas de la capacidad de procreación, éste sólo hecho es una diferencia sustancial.  Cada hombre y mujer a parte de la diferencia de sexo, cuenta con su propia naturaleza al nacer, y al mismo tiempo, las experiencias de su biografía, van dando un toque importante a su persona.

¿Cómo es entonces que esperamos que el otro, nuestra pareja pueda entender nuestra realidad si no somos claros en nuestra forma de comunicarla?

Todos los seres humanos vamos creando nuestra propia realidad, y manera de comportarnos de acuerdo a las propias experiencias. De tal suerte que  ambos miembros de la pareja no sólo no ven lo mismo, sino que además no esperan lo mismo de su media naranja…Hombres y mujeres quisieran, desean  que su pareja comparta su mismo punto de vista, su proyecto de vida,  donde los conflictos empiezan a tener lugar…

Para empezar,  todos llegamos a la vida en pareja con una idea preconcebida de lo que la pareja es o tiene que ser, por una parte porque nuestros padres para bien o para mal, modelaron para nosotros una relación en pareja que es la más cercana… Por tanto, a veces, creemos que esa es la única manera de vivir en pareja…

Estos modelos que vivimos desde pequeños queremos reproducirlos en nuestra vida en pareja…o bien, a veces, deseamos hacer todo lo contrario… la única diferencia es que ni yo soy mi mamá, ni mi pareja es mi papá…de manera que no puedo reproducir ese molde… porque los nuevos integrantes de la pareja son individuos diferentes…

Más  allá de llegar a acuerdos para entender que tipo de relación de pareja deseamos construir, empezamos a comportarnos de acuerdo a lo que sabemos y hemos visto de nuestros padres, o de lo que queremos cambiar… Se inician entonces, una serie de situaciones que se experimentan como sinsabores, porque no nos damos cuenta que nuestra vida en pareja no es lo que pensábamos, queríamos y/o necesitábamos…

La vida entonces,  se va desdibujando porque aquella relación que prometía tanto, de pronto, se va tiñendo de amargura…Cada integrante de la famosa pareja se siente desilusionada de su media naranja…la convivencia va poco a poco, planteando retos y desafíos…lo que en un principio era una virtud, de pronto se convierte en un defecto…Así por ejemplo, el muchacho trabajador… pasa a convertirse en un enajenado del trabajo, que no tiene tiempo para nada… Calificamos y distorsionamos la realidad… ya no compartimos lo mismo, y por supuesto, que  no  estamos hablando de lo mismo…

Si bien es cierto que cada ser humano cuenta con su propia realidad, es innegable que existe una realidad que es compartida… La relación de pareja que hemos decido formar… De manera que tenemos ahora tres realidades con las que tenemos que lidiar:

la mía,

la de mi pareja y,

la de la relación….

Cada integrante de la pareja tiene necesidades, gustos y deseos personales que no siempre son compatibles ni con la pareja ni con la relación…pero cómo se nos ha dicho que vamos a compartir una vida, entonces nos confundimos y nos volvemos menores de edad, dejando de lado lo que nos toca resolver en lo individual, y queremos que nuestra pareja, esté disponible  no sólo para satisfacer las necesidades en pareja, sino la mías en lo individual también… En condiciones así, la frustración y el enojo no se dejan esperar…calificamos entonces al otro, de egoísta, individualista, desatento o indiferente, y muy poco sensible a las necesidades de su media naranja…

En conclusión la vida en pareja se torna tensa, frustrante y dejan de enriquecer el vínculo que los une… Una sa es vivir en pareja, y otra muy distinta, esperar que las necesidades individuales de cada uno, tengan que ser abastecidas por el otro miembro de la pareja…

Cada persona es responsable de generar su propio bienestar o malestar. Su Reino de los Cielos o su propio Infierno… Todo individuo, con pareja o sin ella, es el encargado de generarse sus propios medios para dar satisfacción a sus necesidades, gustos y deseos… pero cuando nuestra experiencia de vida la ponemos en manos de otro, llámese pareja, hijos, padres, hermanos o amigos, seguro perderemos la partida de encontrar nuestro bienestar o nuestra felicidad como muchos creen…

La vida en pareja evidentemente es una realidad compartida… Y cuando esta se ajusta a ambos en sus necesidades, la satisfacción de la relación se enriquece, fortalece el crecimiento no sólo de la relación, sino también de las personas en lo individual… Las realidades en pareja son para compartirse:

un proyecto,

una vida,

los hijos,

las familias,

los amigos,

la sexualidad,

la intimidad

y sólo es posible compartirlo desde lo individual para llegar a relacionarme con el otro como una persona madura…Sin embargo, le otorgamos a nuestro compañero el compromiso de hacernos felices, de estar disponible siempre, de hacer lo que a él, o a ella sólo le gusta para no tener conflictos…Y sí no lo cumple, nos vamos con toda furia hacia su persona, lanzamos una serie de descalificativos y críticas que dejan herida hasta el alma….Y  todo porque yo no me hago responsable de mí mismo, y en esa responsabilidad, elijo compartir un trozo de mi vida con mi pareja…

Compartir realidades es comunicar, respetar, comprender y porqué no, hasta luchar por la propia estima…pero cuando insistimos en vivir la misma realidad, percibirla igual, que el otro diga, piense y le guste lo mismo que a mí… Ahogamos la relación en un clima de resentimientos que luego nuestra pareja no sabe ni porqué actuamos con tanta hostilidad…nos da miedo hablar, porque tememos comprometernos con nuestras propias ideas, sentimientos y deseos…mejor que el otro lo haga por mí… el gran problema es que ese compañero o compañera  a veces no quiere, o no desea tomar la responsabilidad de mi persona….y yo como que de pronto tampoco quiero responsabilizarme de la felicidad de el otro, aunque lo adore hasta el cansancio…

Sí todos tenemos realidades diferentes, y vemos las situaciones desde marcos de referencia distintos, y lo que es más importante, todos igual de válidos…porque empeñarnos en ver, y mirar nuestra relación de la misma manera….

Quizá es mejor esforzarnos en compartir nuestra realidad con ese otro al que tanto quiero en mi vida para construir una realidad conjunta…

Compartir la vida es mejor que vivir la vida de otro…

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