La polaridad y la sombra en psicoterapia. Parte primer
La polaridad constituye el problema central de la existencia del ser humano y en esa medida, se hace fundamental su aplicación en psicoterapia. Al decir YO, el hombre se separa de todo lo que percibe como ajeno al YO: todo pasa a ser TÚ y desde ese momento queda preso de la polaridad.
Nuestra conciencia (ego) es absolutamente dual e incapaz de imaginar la UNIDAD o el TODO. La conciencia nos escinde el universo en parejas de contrarios creándonos un conflicto inquebrantable, porque nos obliga a diferenciar y a decidir continuamente.
Siempre tenemos dos posibilidades de acción, pero solo podemos realizar una. En cada acción queda sin realizar la contraria. Tenemos que elegir y decidir entre trabajar o no hacer nada, tener hijos o no tenerlos, ser vegetarianos o no serlo... El tormento y la duda de la elección nos persiguen constantemente.
Como hay que decidirse, procuramos que al menos nuestra decisión sea la “correcta” y para ello necesitamos de un sistema de creencias o cánones de valoración (ver Ficha 3). Con esas creencias, las decisiones ya son mucho más fáciles puesto que trabajamos para mantener a nuestras familias, tenemos hijos para la perpetuación de la especie, somos vegetarianos para mejorar la salud. Por fin nos encontramos tranquilos porque estamos haciendo lo “correcto”.
El problema, es que nuestro sistema de creencias es continuamente cuestionado por otras personas que optan en cada caso por la decisión contraria. Decisión que justifican con otro sistema de creencias y es ahí donde precisamente empieza la guerra de las “Quién tiene razón”.
Pero, ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo malo? ¿Qué es lo bueno? ¡Dios mío cuanta confusión! Este dualismo de opuestos irreconciliables no solamente no nos saca de la polaridad, sino que nos hunde más en ella.
La solución no está en hacer dilemas (es esto o aquello) sino en hacer dialécticas (puede ser esto y aquello al mismo tiempo). Imaginemos que una persona, según su sistema de creencias, pensaba que “debería divertirse siempre con su mujer y si no fuese así, es que el matrimonio iba mal”. Ese hombre, se obligaba siempre a jugar al tenis con su mujer aunque se aburría muchísimo con ella. Eso le producía un conflicto, porque en su mente se generaba el dilema de que si se aburría con ella es que no la quería suficiente; en vez de la dialéctica de que las dos cosas eran ciertas: se aburría con ella jugando al tenis, pero también la quería mucho.
Todas las posibilidades son igual de buenas y verdaderas, o igual de malas y falsas. Son parte de la UNIDAD y por lo tanto su existencia está justificada, porque sin ella el TODO no estaría completo. Por eso la inhalación depende de la exhalación, el bien del mal y la salud de la enfermedad.
Para poder contemplar cualquier UNIDAD, siempre la tenemos que dividir en dos polos que solo podremos visualizar de forma sucesiva (primero uno y luego otro). Es lo mismo que ocurre al leer un libro. No lo podemos leer “de golpe” (simultáneamente), sino que tenemos que ir leyendo los capítulos “sucesivamente”. De esa “sucesión” nace el concepto de tiempo. Concepto que debe por lo tanto su existencia, al carácter bipolar de nuestra conciencia.
En este sencillo dibujo, se muestra claramente el problema de la polaridad y la necesidad de decidir en todo momento. Aquí la polaridad se plantea como caras o copas. Ver unas u otras, dependerá de si “decidimos” poner en primer término la superficie blanca o la negra. Las dos formas están presentes simultáneamente pero solo las puedo visualizar sucesivamente. Así pues, vemos que la polaridad son dos aspectos de la misma realidad, que nosotros estamos obligados a contemplar sucesivamente.
La polaridad impide la UNIDAD en la simultaneidad; pero el tiempo restablece automáticamente la UNIDAD, ya que cada polo es compensado al ser sucedido por el polo opuesto. A esta ley se la conoce por el nombre del principio complementario. Este principio complementario es el que hace que el equilibrio de los polos se mantenga, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer los humanos. Tenemos que aprender a ver simultáneamente el polo opuesto y así adquirir la visión de conjunto u óptica polar.
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Eduardo Cabau
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