El amor romántico...
Toda expresión del amor tiene bases biológicas, físicas, emocionales, espirituales, sociales y culturales. La importancia de tal vivencia, aún cuando se encuentra en la familia, también se encuentra bajo la influencia de la sociedad, y hoy en día, aún más por las propagandas comerciales y las transformaciones en los medios de comunicación y vinculación.
Toda relación de pareja que sólo se vive bajo la expectativa del romanticismo lleva una fuerte de dosis de frustración y de desilusión. El amor romántico fue un estilo de relación que se estableció en la época Medieval, para dar respuesta a las necesidades de los hombres y mujeres de antaño. Se dio paso a la intimidad y a la elección de la pareja.
El amor romántico tiene como sustento la renuncia de uno mismo en pos del otro, en cierto sentido, en la entrega, en el enamoramiento permanente y por supuesto, en desdibujarse, e intentar encontrar a la “media naranja”. Seres incompletos que se lanzan a la búsqueda de la completud, de la idealización y de tejer y destejer en la espera del gran amor idealizado.
Pero el amor romántico es engañoso para todos…
Vivir soñando, vivir en la ilusión y vivir en la mirada del otro todo el tiempo es una falacia. Por supuesto, que en un mundo como el del siglo XXI, las bases que sustentan el amor romántico son insostenibles. Pero en el fondo de nuestro corazón habitan anhelos de esas historias, que sólo podemos ver en las novelas con un final feliz.
El amor romántico se evapora cuando tenemos que correr todas las mañanas al trabajo, cuando el gasto no alcanza y cuando detectamos que estamos sujetos a roles de proveedor y cuidadores de la prole. Es esfuma en el momento, en el que nuestra pareja, goza de mayores libertades que yo. Cuando encima de ello, nuestra pareja o nosotros mismos hemos caído en las redes de alguna adicción o compulsión como: el trabajo, la internet, las infidelidades, el alcohol, las drogas, el juego o la adición al sexo.
Cómo entonces, sostener el romanticismo en la relación, cuando además, la vida actual, nos pide que gocemos al máximo con el sexo, con la intimidad, a toda hora, en cualquier momento. Es una locura de explotación comercial. Nadie puede sostener relaciones románticas todo el tiempo y creer que esas expectativas de fusión estarán presentes todo el tiempo en la vida de la pareja.
Vivimos deseando ese amor romántico infantil de la era medieval. Las mujeres caen en contradicciones y ambivalencias afecticas, quieren y merecen las dulzuras del amor romántico, y al mismo, tiempo desean liberarse de las ataduras del compromiso amoroso que implica vivir en un amor lleno de romanticismo.
Los hombres no aceptan renunciar a su proyecto de vida laboral o de vida. No están dispuestos, a vivir su vida afectiva solo para la pareja. Requieren cubrir serios retos en un mundo tan competitivo.
La violencia se ha tornado hoy en día una forma de relación. Se mete entre las sábanas, está presente en el trabajo, en las agresiones, en el acoso, en las infidelidades, en los celos patológicos, en la posesión, en el control, en la desconfianza.
Sobre tal clima emocional, ¿dónde queda el amor romántico como una forma de comprender las relaciones de pareja?
En nuestra vida individual necesitamos ser más realistas para no salir tan dolidos. Saber cuáles expectativas son románticas y cuáles son reales y realizables. Hoy en día, ya no existe un modelo de pareja único, por el contrario, la variedad es lo natural, la pareja tradicional, parece ser, más la excepción que la regla.
Por qué insistir en vivir en un amor de película en la que los guiones y los personajes son manipulados de acuerdo a la historia y a la trama. Repensar nuestra vida en pareja, es una solución viable para construir relaciones más realistas y saludables.
Los momentos románticos con la pareja suceden y esos necesitamos disfrutarlos y alentarlos, pero de eso a exigir una relación plagada de trovas, poemas, serenatas y falsas esperanzas.
La sociedad dicta los modelos, nosotros los vivimos como propios, pero volvamos a nosotros mismos y decidamos cómo queremos vivir en pareja. Sólo nosotros podemos tener esa respuesta y evitar tanto dolor y sufrimiento.
Desea seguir viviendo en la época medieval y su concepción del mundo, entonces, tiene que estar dispuesto, a mantenerse en castillos y prisiones, calabozos y antorchas que sólo alumbran una parte del amor y de la relación. En príncipes que rescatan y mujeres que desean ser rescatadas a toda costa por un caballero galante que las libere para siempre de su vacío interno.
Las reflexiones están ahí, de usted depende, lo que necesite y desee…
Gracias por leerme, mi misión e intención es la calidad de vida emocional…
Sí alguno de los temas le parecen interesantes sería bueno que me escribiera y si no, también. También contamos con material electrónico en dónde abundamos más sobre este tema y cómo superarlo.
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Ana Giorgana
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