Caro o barato
Aunque tengo más de cuarenta y mis contactos son relativos, mi nivel de estudios es medio ¡Modesto, baja del Cielo que sube Manuel!, no me importa ser autónomo o asalariado, experimento la continua adaptación, procuro encontrarme activo en el mercado, he empezado varias veces desde el cero absoluto y me gusta aprender y aprehender, por lo que no lo tendré difícil. Por lo visto, quienes tienen más dificultad en localizar trabajo son los que poseen un nivel de estudios bajo o se encuentran en paro. No sé que decir. De todo hay en la viña del Señor.
.De acuerdo que ciertos colectivos lo tienen mucho más complicado, por ejemplo, la mujer o los discapacitados; pero pienso que lo importante es la actitud que uno tenga ante la actividad laboral – profesional en sí misma. Hay que reflexionar sobre aspectos tales como la integración en el ámbito social de actuación, ser conscientes y honestos respecto a las actuales y distintas capacidades profesionales, la importancia de la formación, el reciclaje profesional; en síntesis, la compostura ante la vida misma. Mas tarde, no es que sea un camino de rosas, pero, muy probablemente, se suavizará la dura vereda de la búsqueda.
.Luego están las otras caras de la moneda. Por ejemplo, que se te suba tu currículo o historial profesional a la cabeza y no aceptes un trabajo por menos de xxxxxx euros brutos anuales. Hay que tener mucho cuidado con esas percepciones. Igualmente, se puede dar el caso de la empresa que quiere pescada a precio de bacalailla, que se quiera aprovechar de las circunstancias, que devalúe consciente y subjetivamente tu historial o que pretenda hacerte pasar por un sinuoso, subjetivo y largísimo sendero de integración para ser miembro de pleno derecho del equipo. Todo eso también hay que evitarlo, salvo cuestión de fuerza mayor; es decir, que necesites el currelo por asuntos económicos o de aprendizaje. Ante esta situación, aconsejo sinceridad profesional, tanto con el empresario como, sobre todo, con uno mismo. Creedme, el Sol sale al día siguiente. .
Hace un tiempo, después de finalizar una sensible experiencia laboral, que me desorientó y entristeció hasta el punto de replantearme seriamente si merecía la pena el camino profesional que transitaba, me ofrecieron una colaboración en un decente proyecto empresarial, en el que había trabajado hace años y con el que me sentía identificado con algunos aspectos de la dirección.
.Pues bien, el puesto que me brindaban parecía súper interesante, de hecho era el mismo planteamiento que también me propusieron hace años; el ambiente agradable y la corporación importante; vamos que con lo decaído que estaba, era para haberlo cogido con los ojos cerrados. Pero, por honradez profesional ante el empresario y ante mí mismo, procurando ser objetivo, evalué la actividad, su proyección y la cuantificación económica por mis servicios. Le puse un precio que, curiosamente, coincidía con el que habíamos estado negociando años atrás.
.Después de unos días de reflexión por su parte, me dijeron: ¡Manuel, no puede ser, eres muy caro! Agradezco la sinceridad. Se me vino a la cabeza la famosa frase de Demming “las cosas no son caras o baratas por sí mismas, sino con relación a otras”. Dicho de otra forma: las cosas no son caras o baratas per se; son caras o baratas contrastadas con el beneficio que aportan y comparadas con otras cosas.
.Interpreté que podían disponer de otro perfil, similar al mío, que le iba a brindar los servicios profesionales que demandaban a un precio inferior y a una calidad igual o superior. Yo, por mí mismo, no soy caro o barato, sino en relación con otra persona. Espero os sirva de algo esta experiencia y, al menos, hayáis pasado unos minutos agradables.
Manuel Velasco Carretero
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