Reflexionando sobre una entrevista
La revista “Somos” suplemento del diario “El Comercio” en su número 1226, del mes de Junio del año en curso, publicó una entrevista realizada por Milagros Leiva Gálvez, al psiquiatra Mariano Querol.
Después de leer toda la entrevista y reflexionar sobre esta, me hago algunas interrogantes. Interrogantes que de alguna manera fortalecen mis principios y convicciones al experimentar la verdadera presencia de Dios en mi vida. Mis interrogantes serian: ¿Cómo puede alguien llegar a tal punto de conocimiento, que se atreva a negar la existencia de Dios, y todo lo que lo relaciona? Porque al aceptar la existencia del amor, es reafirmar la existencia de Dios.
En la entrevista le preguntan: “¿Y por qué se enloquece tanto de amor?” El responde: “No enloquecemos, lo que pasa es que el amor es un estado de locura temporal”.
Para Mariano Querol, el amor es una locura. Y peor aún, temporal. Si Jesucristo hubiera asistido a una consulta con él, le hubiera dicho que estaba loco. Y que lo suyo era solo algo temporal. Si nosotros tenemos algo semejante con Dios, es ese inacabable e indestructible don del amor.
Milagros Leiva le dice: “A mí me han contado que eres un loco enamorado” El responde: “No tanto ja, ja, ja, já. He sido un hombre muy intenso en las relaciones humanas en general y en las relaciones con el sexo opuesto en particular, pero he tenido siempre un gran respeto por la mujer. A mí se me pasaba el amor después de un año y medio, mi matrimonio fue lo máximo que duré 17 años”
Con estas expresiones nos damos cuenta enseguida que, ni Milagros, ni Mariano, tienen idea de la diferencia que hay entre el enamoramiento y el verdadero amor. El amor no pasa, porque en su esencia misma es eterno. El enamoramiento por su misma naturaleza ilusoria tiende a terminar y acabarse. Y con esto también nos damos cuenta que los altos estudios psiquiátricos no llegan a alcanzar estos conceptos. Pero creo que sí alcanzan a analizar todo lo que se refiere a estabilidad emocional, y en ese caso creo que nuestro psiquiatra está un poco como cojeando de ese pie.
Luego Milagros le pregunta: “¿Es imposible que el amor sea eterno?” Mariano responde: “Prácticamente imposible. El amor humano puede darse hasta que la muerte los separe, pero son casos excepcionales. Lo importante es que puede persistir cambiando. El amor de 18 años no es el mismo a los 50 ni a los 80. Todos los impulsos sexuales van disminuyendo, el problema es que la gente le da mucha importancia a la sexualidad y cuando desaparece no significa que haya pérdida de amor”.
Queramos o no, el amor existe y es eterno en su esencia. Y será imposible que lo descubramos en la medida que existan personas que piensen como Mariano. Personas que piensan que el amor se hace. El amor ya existe y se vive. Y para irlo descubriendo poco a poco, tenemos que alimentarlo día a día, mes a mes, año tras año, y cada vez se hace más fuerte, profundo y duradero. Horadamente con esta respuesta no se le entiende bien a Mariano; porque está afirmando dos cosas distintas a la vez. Primero dice que el amor es un impulso sexual; y luego que no desaparece.
La sexualidad es parte de ese amor en el matrimonio, pero el amor abraza y envuelve todo lo que significa la viva conyugal, con todas sus situaciones.
“¿Tienes novia?” Le pregunta Milagros. El responde: “En eso también han tenido que ver mis hijos. Cada vez que tenía una pareja, pensaba en lo que iban a pensar ellos; que son mi prioridad”
Error tras error. En la vida conyugal, lo primero es el conyugue, y luego los hijos. Quizá por eso solamente su matrimonio duró 17 años. Los padres de familia, son formadores de personas, personas que luego formarán sus hogares. Es por esta razón que la pareja matrimonial se debe uno al otro como prioridad, para que el amor fortalecido por los años, les sirva para estar solos y juntos como al principio.
En esta pregunta se puede graficar todo lo expuesto anteriormente. Se puede ver la falta de algo muy importante en la vida de Mariano. La falta de Dios.
“¿Piensas en la muerte?” – “Sí, claro. No creo que exista algo más allá porque soy ateo, pero si pienso que hay que dejarlo todo arreglado. Ya pedí que me cremen y tengo mis papeles hechos”
Triste, pero muy triste, encontrar a personas que piensen de esta manera. Triste porque la alegría de la esperanza que nos dio Jesucristo con su resurrección, no pueda ser compartida por todos. Tristeza al saber que existan personas sin esta esperanza. Pero ¿De qué esperanza estamos hablando? Para tratar de mostrar de qué esperanza estamos hablando quiero remitirme a lo siguiente:
Uno de los criminales empezó a burlarse de Jesús. El quería que Jesús los salvara a todos. Pero el otro criminal le dijo que se callara. Él le dijo: “Nosotros estamos castigados justamente por las cosas malas que hemos hecho, recibiendo lo que merecemos. Jesús no ha hecho nada malo” Entonces le dijo a Jesús: “Recuérdame cuando estés en tu reino” Jesús le dijo: “Te digo la verdad, desde hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Esa es la esperanza que nosotros los cristianos tenemos. La esperanza que en el momento de nuestro fin en este mundo, estaremos al lado de Jesucristo, con todos nuestros seres queridos, por la eternidad.
Después de haber leído estas apreciaciones de alguien experto en psiquiatría, me doy cuenta que esta ciencia no puede llegar a completar lo que la ontología puede alcanzar. Entonces, si no llegamos a entender asuntos filosóficos, es mejor no tocar el tema, con una simple abstención.
Andrés Arbulú Martínez
Registro automático